Camiones cisterna llevando agua a las casas, las ruinas del pueblo emergiendo de un pantano casi seco, ducharse sólo a horas concretas por las restricciones o llevar al bar un vaso de plástico para que el propietario del establecimiento no tuviera que lavar los suyos. ... Los recuerdos de las cíclicas sequías se han guardado en un rincón de la memoria de cada español. Pero esas imágenes tan sujetivas también están registradas de forma científica, convertidas en datos, por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
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Entendiendo por sequía la definición canónica del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, 2012), «periodo de condiciones anormalmente secas durante suficiente tiempo para causar un desequilibro hidrológico grave», y utilizando el índice de precipitación estandarizado (SPI, por sus siglas en inglés), el informe de la Aemet 'Comportamiento de las precipitaciones en España y periodos de sequía (1961-2018)' muestra que el país ha sufrido siete grandes periodos de escasez de lluvias en las últimas seis décadas. «Debido principalmente a su situación geográfica, España presenta una elevada variabilidad interanual de la precipitación, lo que hace que se produzcan numerosos episodios de sequía meteorológica y que estos tengan una severidad destacada, pudiéndose ver afectadas grandes regiones del territorio», corrobora el documento.
No hubo sequías en los años 60, pero sí a mitad de los 70: se prolongó desde noviembre de 1975 a diciembre de 1976 y se considera un evento de corta duración. Afectó sobre todo a la mitad oeste peninsular y a la cuenca del Pirineo Oriental, pero no a las cuencas del Ebro, el Júcar y el Segura, donde se registró periodo incluso húmedo. Las precipitaciones en estas cuencas compensaron la falta de agua de las otras e hicieron que la sequía general «no fuera tan severa y duradera» como las siguientes.
Entre febrero de 1982 y noviembre de 1984 hubo una sequía que no fue «de duración extraordinaria», pero sí de intensidad «moderada». Esta vez, ocurrió en todas las cuencas, salvo Norte, Ebro y Pirineo Oriental, y afectó especialmente a la del Guadalquivir. Justo antes, el año hidrológico 1980-1981, había sido el quinto más seco de la serie que empieza en 1961.
Aunque se contabiliza como periodo de sequía, fue de corta duración y escasa magnitud, según los registros de la Aemet. Las principales cuencas afectadas fueron las del Ebro, Sur, Júcar, Segura y Pirineo Oriental y el año hidrológico 1988-1989 destaca como el más seco de la serie en las cuencas del Norte, Noroeste y Guadalquivir.
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Los años previos a esta sequía se recuerdan en la España húmeda por la falta de agua. Entre 1989 y 1991, el País Vasco y otras zonas del norte peninsular vivieron restricciones que marcaron la memoria colectiva. En agosto del 91 regresaron las lluvias a esta zona, pero entonces comenzó en el resto de España la mayor sequía de los últimos 60 años. Fue de larga duración y extensión, ya que afectó a todas las cuencas excepto a las del Norte, Noroeste y la del Pirineo Oriental. Las del Duero, Ebro, Tajo, Guadiana, Guadalquivir, Júcar y Sur registraron el mínimo histórico de SPI y la cuenca del Segura solo había sufrido un valor inferior durante los años 80.
Entre 1991 y 1996, los años hidrológicos están entre los más secos de la serie histórica. Fue la gran sequía de la segunda mitad del siglo XX y sus efectos cambiaron la mentalidad del país respecto al agua, de manera que comenzaron a analizarse las repercusiones económicas y las medidas que se deben tomar ante este fenómeno.
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Fue de poca magnitud y no fue extensa (desde noviembre de 2000 a febrero de 2021). Las cuencas más afectadas fueron las del Júcar, Segura y Pirineo Oriental.
Es, junto con la de los 90, la más larga de la serie histórica de la Aemet: su duración fue de cuatro años (diciembre de 2005 a diciembre de 2009) e incluye el año hidrológico más seco desde 1961, que fue el 2004-2005. En ese año se recogieron en España 415 mm (equivalente a litros por metro cuadrado), en torno a un 35% menos que el valor normal del periodo 1981-2010. También 2007-2008 fue uno de los años hidrológicos más secos. Se trató de una sequía que, al contrario que las otras, afectó a todas las regiones sin excepción, pero alcanzó una especial intensidad, con valores mínimos históricos, en el Tajo, el Ebro, el Guadiana y el Pirineo Oriental.
Es la última que registra el informe de Aemet. Se extendió desde abril de 2017 a finales de 2018 y afectó a todo el territorio, aunque fue especialmente intensa en el Tajo, el Guadiana, el Guadalquivir y el Pirineo Oriental. Las lluvias fueron escasas entre 2016 e inicios de 2018, cuando comenzó a llover otra vez.
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