España alcanza el máximo de hogares con niños en carencia material severa

No se veían datos tan malos desde hace más de una década, desde cuando el país estaba inmerso en el corazón de la última gran crisis económica y social. Más de uno de cada diez menores españoles, en concreto el 10,8%, vive en hogares en situación de carencia material severa, en los que faltan cosas tan básicas como la comida, la posibilidad de calentarse, de pagar la hipoteca o la renta o de sobrevivir a los gastos imprevistos.

Es un máximo histórico empujado por dos carencias que nunca habían afectado en España a tal cantidad de familias con hijos, la pobreza energética y la alimentaria. Uno de cada cinco hogares españoles no tiene medios para calentar a su hijos en invierno ni aliviarlos del calor en verano. Si solo se atendiese a los hogares monoparentales -en la mayoría de casos con la madre como cabeza de familia-, la pobreza energética se dispara. Alcanzaría a uno de cada tres niños, con un aumento del 26,5% de chicos en esta grave situación en el último año.

La pobreza alimentaria infantil también está en máximos. El 7% de los niños y adolescentes españoles, más de 550.000, no disponen de las raciones de carne, pollo o pescado mínimas para nutrirse adecuadamente. En el caso de las familias monoparentales esta grave carencia afecta a una de cada tres menores y el problema ha aumentado un 55% en solo doce meses.

Como desvela la Plataforma de la Infancia, los hogares españoles con menores son los que concentran el mayor deterioro económico y social. No solo son el principal colectivo en riesgo de pobreza sino también entre quienes la amenaza de la indigencia crece a mayor ritmo, en concreto, al doble. Uno de cada tres niños y adolescentes, 2,7 millones de menores, vivían en 2023 al límite de la pobreza y la exclusión social o ya habían caído en ellas. Son siete puntos más que la media de españoles de todas las edades y 116.000 menores en riesgo más que solo un año antes.

Los niños y adolescentes, de hecho, son el único grupo de edad en el que durante 2023 aumentó el riesgo de pobreza, por tener unos ingresos del hogar inferiores al 60% de la renta media. El 29% de ellos se encontraban en riesgo de pobreza, 1,1 puntos más que un año antes. Entre la población general la tasa es del 20,2% (casi nueve puntos más baja que entre los menores y además se redujo dos décimas en 2023. Hasta siete de cada diez chicos, el 13,7%, viven amenazados por la pobreza severa, debido a unos ingresos por debajo del 40% de la media.

La situación es tan mala que España tiene la segunda mayor tasa de pobreza infantil de la UE, solo superada por la de Rumanía. La Encuesta de Condiciones de Vida del INE, con cuyos datos la plataforma ha elaborado el estudio, indica que más de la mitad de los menores españoles, el 55%, vive en una familia con problemas para llegar a final de mes. La mayor proporción en esta dramática situación desde 2018.

La pobreza se ceba en la infancia española, pero no en toda por igual. Hay tres factores, origen de los padres, monoparentalidad y familia numerosa, que multiplican los casos de indigencia y la vulnerabilidad. Si el dato medio indicaba que el 34% de los hogares españoles con niños estaban en riesgo de pobreza y de exclusión, si al frente de la familia solo está una madre o un padre el porcentaje de riesgo se dispara por encima de la mitad (53%), casi veinte puntos más. Algo parecido ocurre con las familias numerosas. En las que hay tres menores el riesgo de pobreza sube al 52% y en las que hay más de tres niños la amenaza escala al 71%, a dos de cada tres. Pese a todo, el factor más decisivo es el origen familiar. Los niños de familias inmigrantes soportan un riesgo de pobreza o exclusión en siete de cada diez casos.

El presidente de la Plataforma de Infancia, Ricardo Ibarra, asegura que estas alarmantes cifras se deben a que España «invierte poco y es poco eficiente en la lucha contra la pobreza infantil». España gasta sobre el 1,6% del PIB en protección a la infancia y sus familias, poco más de la mitad que la media de la UE (2,5%). Pero es que, además, es el país europeo que menos logró reducir en 2023 la tasa de pobreza infantil con sus transferencias sociales, solo 5,9 puntos. Es menos de la mitad de la reducción media que logra la UE (14 puntos) e, incluso, es una mejora inferior a la que la propia España logró en 2022 (de 7,6 puntos).

La plataforma de ONGs defiende que hay una relación directa entre las ayudas públicas a la crianza y el descenso de la pobreza infantil, por lo que reclama la creación de una ayuda a la crianza universal, a través de la declaración de la renta para las familias que la presenten y en cheque para quienes no lleguen al mínimo del IRPF. También creen que los hogares monoparentales deben disponer de las ayudas equiparables a las de familia numerosa desde el primer hijo y un permiso parental por nacimiento de 32 semanas.

Consideran de igual manera indispensables políticas y medias específicas contra la pobreza energética, la brecha digital y que garanticen una alimentación saludable en la infancia. Entre ellas están el aumento de las plazas gratuitas de 0 a 3 años, la necesidad de duplicar la inversión en becas y ayudas al estudio para los más vulnerables, para que les cubran el comedor, el transporte y las actividades extraescolares y para multiplicar las acciones contra el fracaso escolar y el abandono temprano de los estudios.