Daniel Innerarity | Filósofo
«Soy un filósofo no binario»Daniel Innerarity | Filósofo
«Soy un filósofo no binario»Conversar con un filósofo de tan reconocido prestigio y apabullante currículo como Daniel Innerarity (Bilbao, 1959), en el salón de su luminosa casa, situada en las cercanías de Pamplona, ante una vista inmejorable de los Pirineos en un día despejado, es todo un privilegio. Director del Instituto Globernance de San Sebastián y titular de la cátedra de Inteligencia Artificial y Democracia en el Instituto Europeo de Florencia, en 2005 fue incluido en la lista de los 25 grandes pensadores del mundo por 'Le Nouvel Observateur' y ha sido profesor e investigador invitado en universidades americanas y europeas, como la Sorbona de París, la London School of Economics, la Universidad de Georgetown o el Max Planck Institute de Heidelberg.
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- ¿Qué apellido es Innerarity?
- Viene de Inverarity. Una palabra gaélica. Mi tatarabuelo era escocés y al emigrar a Estados Unidos, huyendo del hambre, se lo cambiaron. En broma suelo decir que vengo equivocado de serie. Aunque creo más en la forja de uno mismo que en la estirpe.
- ¿Qué motiva sus luchas y qué le pone en guardia?
- Me ponen en guardia el fanatismo y la excesiva seguridad en las propias ideas. Y me motiva comprender la realidad y hacer partícipe a los demás de mi hallazgo.
- ¿Ha comprendido ya algo de este mundo o las grandes preguntas se le resisten?
- Los filósofos tenemos una adicción a los problemas. Ante la envergadura de las preguntas que nos hacemos: ¿la realidad será real? ¿existe dios?… no podemos sino fracasar o dar respuestas parciales. Vivimos en una permanente crisis de paradigma.
- ¿En qué centra sus reflexiones ahora?
- En cómo gobernar bien sociedades democráticas cada vez más complejas.
- ¿El pensamiento es un arma eficaz?
- A corto plazo exige mucho esfuerzo y es visto con recelo. Pero quien piensa bien se equivoca menos.
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- ¿Cómo debemos gestionar nuestra ignorancia?
- El mundo se ha convertido en algo tan complejo que vamos a tener que aprender a vivir sin la suficiente información para hacerlo.
- No tengo claro si saber más conduce a la felicidad o a la desolación.
- Decía Adorno que la filosofía es una ciencia triste y hay cierta impostura. Si uno traslada mensajes apocalípticos o hipercríticos parece ser un pensador más profundo que si es optimista o moderado en sus juicios.
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- ¿El ego nos traiciona?
- Mal gestionado sí. Pero no podemos dar un salto fuera de nosotros mismos y pensar desde el yo trascendental, que diría Kant. Tenemos un yo empírico que es nuestro punto de partida.
- ¿La alienación de la ideología cómo se combate?
- Vivimos en un tiempo postideológico. Ya no hay kits de vida correcta. Hay muchas ideas en circulación que pueden ser muy promiscuas. El nuestro es un mundo de ideologías patchwork en el que cada uno se confecciona la suya a medida. De ahí que haya gente comprando cualquier cosa. Estamos muy desorientados.
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- Usted ha asesorado a unos cuantos políticos. ¿Qué les recomienda?
- Que escuchen otras voces.
- ¿Están muy perdidos?
- Todos lo estamos. La España de 2024 es más difícil de gobernar que la de la Transición. Vivimos en sociedades cada vez más exigentes, en las que hay más actores y menos disposición al ordeno y mando.
- Mejor eso que una sociedad sumisa y esclavizada dogmáticamente.
- Claro. Pero eso plantea un problema de gobernanza. Hablar mal de los políticos es muy barato, pero hay que participar de la solución, no solo en la crítica. Se está extendiendo una idea de libertad como desvinculación o despreocupación de lo público que está siendo muy disolvente. Frente a ese individualismo feroz, yo reivindico la concepción republicana de libertad.
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- ¿En qué consiste?
- En que solo hay libertad si no hay dominación de unos sobre otros y para eso hay que introducir factores de corrección en el sistema para que haya redistribución de la riqueza, igualdad de género, respeto a la diversidad y para que la perspectiva con la que vemos la migración sea de derechos y no de amenazas a civilizaciones que se pierden.
- Zygmunt Bauman nos advirtió de que cuanta más libertad tengamos, menos seguridad.
- Desde hace mucho tiempo me declaro política y filosóficamente no binario. Lo fácil es elegir a papá o a mamá. Pero ¿qué valor tiene una libertad que deja a la intemperie a un montón de gente frágil? ¿Qué seguridad tiene uno cuando solo tiene seguridad militar y no laboral? Hay que pensar de forma más integradora y sofisticada.
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- ¿Está en riesgo la democracia por el auge de los populismos?
- La democracia es menos frágil de lo que pensamos. Hay mucha resistencia en la sociedad a abandonar ciertas conquistas sociales.
- Bauman también nos advirtió de que la modernización compulsiva afianza el dominio de una minoría que decide la modernidad.
- Siempre los poderosos han tenido más poder que los no poderosos. Pero veo a mucha gente cómodamente instalada en la denuncia de que no tiene la libertad que debiera. Y haciendo poco uso o un uso poco inteligente de los espacios de libertad de los que dispone.
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- «La posesión del poder daña el libre juicio de la razón», dijo Kant.
- Hasta hace 300 años, quien tenía el poder lo tenía a perpetuidad y para todo. Hoy hemos diseñado una estrategia que consiste en limitarlo en el tiempo y en sus competencias. Se llama democracia.
- ¿Hemos renunciado a la utopía?
- Si por tal entendemos un horizonte de máximos irrealizables, cuando antes renunciemos a ella mejor. Si entendemos la aspiración, la insatisfacción, el compromiso y el combate, detecto que hay una gran energía en la sociedad. El desafío para el gobernante es no neutralizar esas energías ni prescindir de ellas. Saber alinearlas en una misma dirección, positiva, integradora y plural. Hace falta gobiernos que sean capaces de leer bien a las sociedades.
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- A menudo lo que sí pierde el poderoso es la humildad.
- Porque el poder atrae a los aduladores y embriaga a los gobernantes. Los más inteligentes preguntan a quienes saben que les van a llevar la contraria o los que tienen en su gabinete a alguien incómodo.
- Maquiavelo parece ser el modelo a seguir.
- Soy un defensor de su pensamiento. Frente al mundo medieval, descubrió que la política tiene una lógica propia secular. Lo que no significa que sea amoral. Maquiavelo no era maquiavélico.
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- ¿Cuál es su filósofo de cabecera?
- Habermas, sobre el que hice mi tesis doctoral. Pero tengo una gran dispersión de fuentes. Trabajé con Ulrich Beck y he estudiado a Hegel y a Nietzche. Me formé en la escuela de Frankfurt y hoy formo parte del Consejo Asesor de su Instituto de Investigación Social. Nos reunimos en el despacho de Adorno.
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