Bojan Krkic
Un verano a la última ·
Debutó en Primera con el Barça cuando solo tenía 16 años y ahora cuenta, en un libro y un documental, el mundo competitivo y hostil que rodea la élite de este deporteBojan Krkic
Un verano a la última ·
Debutó en Primera con el Barça cuando solo tenía 16 años y ahora cuenta, en un libro y un documental, el mundo competitivo y hostil que rodea la élite de este deporteSi madurar significa enfrentarse a los propios temores e inseguridades y aprender a lidiar con las expectativas ajenas, Bojan Krkic tuvo que hacerlo de golpe, cuando el club y la afición blaugranas depositaron sus esperanzas en él, con solo 16 años. Tras haber colgado las ... botas el año pasado en Japón, 'el niño de Linyola' decidió contar sus vivencias casi a la edad de Cristo, en un libro, 'Controlar lo incontrolable' (Alienta), y un documental, 'Más allá de la sonrisa', en los que muestra la otra cara del fútbol. Un mundo competitivo y hostil en el que el espíritu de equipo se queda en el césped mientras los egos inflamados rivalizan en el vestuario.
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– Niño prodigio del fútbol catalán. Máximo goleador de la cantera del Barça. A los 16 años entra en la Liga de Fútbol Profesional y nada más cumplir los 18 lo convocan para la selección…
– Mis sueños se iban haciendo realidad. Aquello por lo que estuve luchando desde que entré en La Masía a los nueve años.
– ¿Cuánto llegó a odiar a los que decían que era usted el nuevo Messi?
– Messi es alguien muy diferencial. Que te comparen con él tiene una parte positiva y es que ven en ti un enorme potencial. Pero también hace que la exigencia sea máxima.
– ¿Tuvo miedo de no estar a la altura?
– Puede hacer que te sientas inseguro. Hasta que entiendes que cada uno tiene sus cualidades y que las expectativas que otros tienen de ti no deben condicionarte.
– ¿Poder y querer son verbos distintos?
– Yo podía y quería. Podía porque había llegado hasta allí. Y también quería. Aunque descubriera que ese mundo ideal no lo era tanto.
– ¿En qué sentido no lo era?
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– Era un niño que jugaba al fútbol y de pronto me vi rodeado de las grandes estrellas a las que había admirado desde siempre. Formando parte del mejor Barça de la historia. Pero a la vez me doy cuenta de que para sobrevivir en él, tenía que hacerme mi propia burbuja en un mundo que es extremadamente competitivo.
– ¿Le hicieron bullying sus compañeros de vestuario?
– No, no creo que se aplique a lo que yo viví. Fue más una lucha de adaptación interna. Mi propia personalidad hizo que viviera esa situación con angustia. Thierry Henry lo dice en el documental. No vayas buscando amor en un vestuario de fútbol profesional. Yo lo fui a buscar, porque lo busco en todo lo que hago. Querer y sentirme querido. Pero cuando entras en un mundo habitado por tan grandes egos, tienes que hacerte fuerte.
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– ¿Le envidiaban porque robaba las portadas gracias a su juventud?
– El año de mi debut la situación era compleja. El Barça venía de años muy buenos. Jugadores como Ronaldinho, el más mágico y espectacular de todos, se despidieron. Tocaba cambio de ciclo y a mí me cogió con 16 añitos, siendo de la casa, lo que generaba mucha ilusión. Toda la prensa estaba en el vestuario y eso levantaba ampollas.
– Las fotos de la época lo muestran sonriente. ¿Reía por no llorar?
– La risa es mi medicina y mi escudo protector.
– ¿Qué sentía cuando se agobiaba?
– Me mareaba. Era como una ola gigante que acababa engulléndome. Para salir a flote debía superar mi miedo y crear mis propias expectativas, al margen de lo que otros esperasen de mí.
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– ¿Le costó pedir ayuda?
– No tuve que hacerlo. Cuando empezaron a exteriorizarse mis crisis de ansiedad, mi madre, que estuvo formándose en el psicoanálisis, interpretó bien cuál era la situación y acudimos a un especialista.
– Piqué sugiere en el documental que lo que le pasó puede deberse a ser usted hijo único y haber sido criado entre algodones.
– He sido un hijo muy querido, pero no un niño mimado. Mis padres han sido muy exigentes conmigo. Jugar desde los nueve años en el Barça y compaginarlo con los estudios requería mucha disciplina.
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– ¿Qué pasó entre usted y Guardiola?
– No hubo química. El año anterior a su entrada en el club como entrenador del filial me pidió estar con él. Yo entonces era muy joven, pero se me ofreció entrar en el primer equipo. No lo dudé. Aposté por Rijkaard, que me transmitía cariño y confianza.
– ¿Fue Pep la razón de su marcha del Barça?
– La decisión fue mía. Cortar ese cordón umbilical era algo doloroso pero imprescindible para crecer como jugador y como persona.
– Defina el éxito y el fracaso, con lo que ya sabe de ambos.
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– El éxito tiene dos caras. Es esos días en que las cosas te salen bien, metes goles y ganas títulos. Pero también cuando te caes y te levantas. Todos somos humanos y tenemos nuestras debilidades. Incluso los deportistas de élite. Lo importante es no rendirse.
– ¿Quien aspira siempre a ganar puede permitirse ser vulnerable?
– Admitir la propia fragilidad denota una fuerza interior muy potente. Me atrae la gente que reconoce sus límites y es capaz de hacer algo para superarlos. Eso es lo que nos hace fuertes.
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