El 63,9% del profesorado reclama formación para dar clases de forma semipresencial. «Es un hecho significativo, pero no sorprendente, porque el profesorado de la enseñanza reglada no universitaria española nunca había trabajado en semipresencialidad», explica Fernando Trujillo, profesor e investigador de ... la Universidad de Granada.
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El porcentaje es uno de los datos más relevantes extraídos del estudio 'Panorama de la educación en España tras la pandemia de Covid-19: la opinión de la comunidad educativa', un informe realizado por un grupo de investigadores de las universidades de Granada y Málaga, liderado por el propio Trujillo, que trata de dar respuesta a cómo será la educación en el curso 2020-2021. Para ello se han analizado las preocupaciones y las necesidades de la comunidad educativa -profesorado, estudiantes y alumnos- con el fin de obtener datos en torno a los cuales se puedan tomar decisiones.
Y lo cierto es que esa inexperiencia en la educación a distancia es uno de los problemas más acuciantes. «Esto es un fenómeno novedoso generado por la pandemia y creo que lo que hay es una preocupación muy profesional por estar a la altura del reto del próximo año», continúa Trujillo. «A mí me consta que muchas comunidades autónomas, que son quienes tienen transferidas la educación, están ya planificando formación para este final de curso y para el inicio del siguiente en esta faceta novedosa». Según comenta Trujillo, «la educación a distancia tienen sus propias lógicas. En la escuela presencial la clave es el cuerpo. El docente con la mirada sabe si hay compresión, si necesita más refuerzo, si necesita acercarse a algún sitio. Todo esto se pierde».
Elaborado en torno a una encuesta y grupos de discusión, en el estudio han participado 5.179 docentes de Infantil (el 10,9% de los participantes), Primaria (32,9%), Secundaria (32,8%), Bachillerato (9,4%), Formación Profesional (8,8%) y Educación de Personas Adultas (5,1%), así como padres, madres y estudiantes.
No es el único dato relevante de un informe en el que, por ejemplo, se apunta a que el 76,1% de los profesores, casi ocho de cada diez, están preocupados porque los alumnos puedan volver desmotivados a las clases. ¿Soluciones? «No hay una solución mágica -reflexiona Trujillo-, pero la propia comunidad educativa da una respuesta: un cambio en el currículo». Matiza el experto que la palabra currículo no se refiere solo a los contenidos, sino a las metodologías. «Muchos de los estudiantes decían que habían perdido la rutina marcada por los horarios y por las actividades, creo que la reactivación de la motivación tiene que venir por una revisión de las metodologías de la enseñanza para utilizar aquellas que hagan que el aprendizaje sea plenamente significativo. Será una de las claves del próximo año», avanza Trujillo.
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Este investigador de la Universidad de Granada aconseja que se mire a los ojos a los alumnos «para ver cómo se sienten» y destaca la importancia del «trabajo emocional y social», antes de empezar a impartir contenidos. «De hecho, la gestión de las emociones de los estudiantes preocupa al 61,8% de los profesores», admite.
Con respecto al regreso a las aulas, los profesores de Infantil y Primaria consideran innegociable ver a los pequeños todos los días y se inclinan por una vuelta a clase con horarios alternos el mismo días, mientras que los profesores del resto de etapas apuesta por una alternancia de días, todo ello para mantener las distancias de seguridad. Otras de las preocupaciones importantes para el profesorado poner en marcha actividades de evaluación justas y adecuadas para la situación actual (63,7%).
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Por su lado, las familias han declarado sus dudas sobre si los alumnos han aprendido más o menos, aunque han comprobado cómo sus hijos se volvían más autónomos en sus estudios y gestionaban de forma diferente sus tiempos. En cuanto a los estudiantes, el estudio señala que son bastante críticos con las infraestructuras de sus centros educativos -«Las redes de conexión, sobre todo en el mundo rural, son pobres», ahonda Trujillo-, aunque la mayoría quiere volver a clase.
Así las cosas, el estudio obtiene cuatro conclusiones: una mayor inversión, instrucciones claras, y no vagas o superficiales como han sido muchas veces, que la educación presencial sea innegociable pero se combine con la digital y, por último, que todos estos retos educativos no sean solo para los profesores sino que participe toda la sociedad.
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La investigación supone el paso previo a la inminente puesta en marcha de 'Educación Conectada. Oportunidades en tiempos de cambio', un proyecto de BBVA y Fad que comprende un conjunto de acciones de emergencia dirigidas al ámbito educativo tras la crisis causada por el COVID-19. El objetivo es paliar las graves consecuencias que la actual crisis está teniendo en toda la comunidad educativa, y que está dirigido especialmente a la población más vulnerable.
La directora general de FAD, Beatriz Martín, ha instado al «consenso» entre las autoridades políticas y ha recordado que estamos en «un momento clave» en educación como se aprecia en el debate sobre la nueva ley Lomloe o tras detectarse la brecha digital. Además, ha instado a poner el foco en las familia más vulnerables y que se «arranque ya» y se trabaje por buscar soluciones.
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Por su parte, la directora de programas sociales en BBVA, Lidia del Pozo, ha recalcado asimismo que la educación y los retos que se plantean tras el coronavirus es «tarea de todos».
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