La pandemia arrastra a España a su peor resultado en PISA

Los algo más de 30.000 estudiantes de 15 años de todas las autonomías que en 2022 se sometieron a la auditoría externa obtuvieron de media la peor calificación lograda en el examen de Matemáticas y cosecharon las segundas notas más bajas de la historia en las pruebas de Ciencias y Comprensión Lectora. El resultado conjunto más pobre en las ocho ediciones de la prueba que mide el nivel educativo de los 36 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y de otros 45 territorios y estados.

Eso sí, los propios expertos de la OCDE admiten que el bajón general de conocimientos, mucho menos pronunciado en España que en otros países, tiene relación directa con el cierre de colegios y la teledocencia, primero, y las cuarentenas y limitaciones del normal desarrollo de las clases, después, que han dañado para años la calidad del aprendizaje. En el caso de España se calcula que de los ocho puntos que perdieron de media los alumnos en la prueba de Matemáticas -la principal en esta edición, que duró la mitad del examen- siete son achacables a los rotos de la covid. Los responsables de PISA intentaron eludir el riesgo retrasando las pruebas de la primavera de 2021 a la de 2022, para alejarse al máximo de los efectos del coronavirus, pero no lograron.

Pese al mediocre resultado, los alumnos españoles tienen unos conocimientos en las tres materias prácticamente idénticos a los de la media de los países de la OCDE y de la UE. No es tanto por mérito propio como por el desfondamiento del resto. En los cuatro años transcurridos desde las anteriores pruebas, las de 2018, la brecha de 24 puntos entre los tres exámenes que sacaron a España se ha reducido a un solo punto en el caso del conjunto de países más avanzados y a dos si se mira solo a la UE. Mientras los alumnos españoles caían nueve puntos entre las tres pruebas los de la OCDE lo hacían 32 y los socios europeos 37. Sus desplomes en Matemáticas y Lectura son mayúsculos.

La razón es que los centros educativos españoles se adaptaron mejor que la mayoría a los males de la pandemia. Fueron el quinto país de la OCDE que menos días cerró las aulas. Unos 45 frente a los 214 de México o los 190 de Polonia. Solo el 46% de los escolares tuvo su aula cerrada más de tres meses frente al 51% de media en el resto de países desarrollados. España también ejecutó un plan de teledocencia con menos problemas y más éxito que muchos territorios, pero, pese a todo, hasta un 34% de sus escolares tuvieron dificultades de comprensión al menos una vez a la semana con la enseñanza a distancia y un 22% pasaron apuros por no tener quien les ayudase con estas tareas.

Como resultado, los examinados, estudiantes de cuarto de la ESO en su mayoría, consiguieron una media de 473 puntos en Matemáticas, ocho menos que en 2018 y uno por encima de la OCDE. En Ciencias la calificación tipo fue 474, dos puntos más que hace cuatro años y en la media internacional, y en Comprensión Lectora se bajó a 474, tres menos que en 2018 y dos por debajo de la OCDE. Las chicas destacan en Lectura, con 25 puntos más que ellos, y los chicos las aventajan levemente en Ciencias (cinco puntos más) y con más claridad en Matemáticas (más diez puntos).

Pese a caer en puntuaciones, la mayor resiliencia del sistema educativo frente a la covid hizo que España mejore posiciones en los tres ránquines. Sube entre dos y siete puestos en los listados, colocándose sobre el 24 de los 36 países de la OCDE y sobre el 28 de los 81 estados o territorios participantes. En línea con vecinos como Alemania, Francia, Italia o Portugal.

No obstante, la mediocridad se evidencia cuando se compara con los sistemas educativos más exitosos. Los estudiantes de Singapur, líderes mundiales en las tres materias, sacan a los españoles una ventaja equivalente a entre un curso y medio y dos y medio, según la disciplina, y los de Japón, los mejores de la OCDE, les adelantan en entre un curso y curso y medio.

La discreta posición de España en el ranking tienen mucho que ver con dos de sus debilidades. La primera, nuestros colegios tienen un porcentaje de alumnos rezagados, los que no logran acreditar los conocimientos mínimos de una materia al final de la educación obligatoria, algo menor que la OCDE -entre 2 y 4 puntos menos-, pero sufren un gran déficit de estudiantes excelentes, que no pasan del 5% o 6%. Están tres puntos por debajo de la OCDE y a años luz de Singapur, con el 41% de excelentes en Matemáticas. La segunda debilidad es que tenemos más del doble de repetidores (22%) que el resto de países avanzados.

En el lado positivo está la gran equidad del sistema español, capaz de remover los obstáculos socioculturales y económicos de los alumnos para que influyan lo menos posible en su aprendizaje. Así lo demuestra que la diferencia de nota entre el 25% más favorecido y el 25% más pobre sea de 86 puntos frente a los 93 de OCDE y los 102 de la UE o que el 12% de los más desfavorecidos sean alumnos resilientes, que logran notas excelentes pese a su gran distancia de partida. De hecho, el estatus socioeconómico solo provoca en España una variación de un 14% de la nota, un punto menos que la media de la OCDE.

En el haber español también destaca una menor tasa de acoso escolar que en otros lugares. Un 6,5% de nuestros alumnos sufren 'bullying' con una muy alta frecuencia y un 16% son acosados varias veces al mes. Estos porcentajes, además de tener tendencia a la baja respecto a 2018, son bastante menores que el 8,3% y 20%, respectivamente, de los países más desarrollados.