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Escuelas Católicas, la patronal que agrupa a los centros concertados religiosos de España, publicará en marzo una guía con instrucciones y recomendaciones para gestionar y prevenir los abusos sexuales en sus centros escolares. Hasta ahora la organización había dado pautas sobre cómo tratar y orientar ... a la víctima de la pederastia, pero el documento, que aún está en fase de borrador, aborda el problema desde diferentes enfoques. «Cuando se habla de este asunto en los colegios, se menciona que los abusos son cometidos también por religiosos y sacerdotes», asegura el secretario general adjunto de Escuelas Católicas, Luis Centeno.
Si se produce un caso en el que esté implicado un religioso, los responsables del centro informan a las familias y los escolares si el suceso es reciente, pero no si aconteció hace 20 años o más. «Estoy pensando en el exprofesor religioso del colegio La Salle Nuestra Señora de las Maravillas de Madrid. Entonces se reunió a los padres para informarles de todo, de la colaboración que se había tenido con la Policía y la Fiscalía y de las medidas que había adoptado el colegio», apunta Centeno. En aquella ocasión, Pedro Antonio R. L. aceptó una condena de 130 años de prisión después alcanzar un acuerdo en el que reconoció los abusos sexuales y la elaboración de pornografía infantil.
La cuestión se aborda con los estudiantes de secundaria y bachillerato, no con los más pequeños. Se plantea el problema dentro de las tutorías, sobre todo si el hecho se publica en la prensa o se registra en el mismo centro. «Se da la posibilidad a los alumnos de que se expresen. No quiero utilizar la palabra 'terapia', pero se pretende que los alumnos que han leído la noticia en un periódico puedan canalizar ese sentimiento o pensamiento que se les ha suscitado».
Fuentes de los sindicatos ANPE y USO, que tienen profesores de religión afiliados entre su militancia, aseguran que la pederastia clerical se aborda en la clase de moralidad católica cuando se debaten asuntos de actualidad.
El portavoz de Escuelas Católicas aduce, sin embargo que en la clase de moral católica no se reflexiona en sí sobre el escándalo de los abusos sexuales dentro de la Iglesia. «Se habla de tema del cuidado y el respeto. Se les dice que el abuso puede venir de cualquier sitio, puede realizarlo un profesor laico, uno de actividades extraescolares o un religioso. Lo que ocurre es que los religiosos dedicados a la enseñanza son en la actualidad una 'rara avis' por la falta de vocaciones».
Una cosa es que se intente atajar la pederastia en los colegios, católicos o aconfesionales, y otra que las víctimas puedan exponer su drama ante el alumnado. El escritor Alejandro Palomas, que sufrió entre los ocho y los nueve años abusos sexuales por parte de Jesús Linares, un religioso del colegio La Salle de Premià (Barcelona) ya fallecido, asegura que nunca le han invitado a dar una charla en un instituto, ni siquiera en la escuela pública.
Ana Cuevas, una de las fundadoras de la Asociación Nacional Infancia Robada y madre de Asier, víctima de abusos por un profesor del Opus Dei en el colegio Gaztelueta, en Bilbao, se muestra escéptica sobre el hecho de que los abusos se traten en clase. «Entiendo que en determinados centros algunas órdenes religiosas puede que sí lo hagan, en otras seguro que no. Lo que tengo clarísimo es que se debe intentar educar a los abusadores. Si lo que se hace es mirar para otro lado o perseguir a las víctimas, como ocurre en algunos centros, mandamos un mensaje totalmente equivocado».
Cuevas mantiene que las víctimas de abusos sexuales que han sido invitadas a dar charlas en institutos proceden sobre todo del ámbito deportivo. «Sé que en el mundo eclesial algunas órdenes se están abriendo. Los dominicos, los claretianos, los jesuitas, entre otros, van en ese aspecto un poco por delante».
La guía en ciernes define primero el abuso sexual y pone nombre a las distintas realidades. Según el secretario general adjunto de Escuelas Católicas, el texto expone cómo atender a los niños víctimas de estas agresiones y al autor de ellas: «Existe la presunción de inocencia y hay personas que a veces son injustamente denunciadas». También en otras ocasiones, dice Centeno, hay que mantener cierta prudencia. «Recuerdo un caso en que las acusaciones eran ciertas y el abusador decidió suicidarse, no aguantó la presión. Esa persona cometió un acto gravísimo, pero no hay que hacerle lo mismo a él».
El documento establece pautas sobre cómo se debe comunicar al estamento escolar un hecho de estas características e incide en los pasos que se deben dar. Cuando sucede un posible abuso, no se sabe muy bien qué hacer primero. ¿Acometer una investigación interna para confirmar los rumores? ¿Comunicar los hechos a la Policía aunque la versión no esté contrastada? ¿Avisar a la inspección educativa? ¿Contamina el caso la intervención de esta última si accede antes al conocimiento de los hechos que la Policía? Sobre todas estas cuestiones trata de arrojar luz la guía.
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