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Daniel Roldán
Sábado, 18 de abril 2015, 07:35
Cotman Tamara, Sharon Davis-Williams y Michael Pitts fueron condenados a veinte años de cárcel por violar las leyes del estado de Georgia (Estados Unidos) y dejar un reguero de cientos de víctimas a través de su organización criminal. Un grupo que tenía una particularidad. ... No se encargaba de vende armas entre los pandilleros de la conflictiva Atlanta, ni de distribuir drogas en los barrios más marginales de la capital de Georgia. Su delito fue crear un entramado de profesores y responsables de varias decenas de institutos para subir las notas de los alumnos en una prueba que se realiza en todo Estados Unidos para determinar el nivel académico del alumnado.
La trama fue descubierta hace seis años por el Atlanta Journal-Constitution, que en un reportaje se preguntaba cómo era posible que unos institutos lograsen unas notas espectaculares y en años posteriores los registros se desplomaran. La información provocó que el las autoridades estatales comenzarán una investigación que provocó la caída de la peculiar red. En el banquillo se sentaron nueve exprofesores y directores de estudios, que fueron declarados culpables la semana pasada. Empero, lo que jamás podían imaginarse es la dureza de las condenas dictadas por el juez Jerry Baxter, a quien el caso le ha sentado tan mal como comerse un yogur en mal estado. El magistrado usó las leyes antichantaje estatales, ya que los promotores de la red usaban el incentivo salarial de resultados para obligar a los maestros a subir las notas.
De este modo, a los tres ex administradores escolares Tamara, Davis-Williams y Pitts les cayeron 20 años -siete de prisión y trece en libertad condicional-, una multa de 25.000 dólares a cada uno y 2.000 horas de servicio a la comunidad; otros cuatro fueron condenados a cinco años (con uno o dos de prisión, según los casos), dos tendrán arresto domiciliario y una, de momento, se ha librado por haber dado a luz. Pero además de la dureza de las condenas, lo que también ha sorprendido es la crudeza de las palabras del juez. «Todo el mundo se pone a llorar por estos educadores, pero hay miles de niños que han sufrido los daños de su actuación. Esto no es un crimen sin víctimas», explicó durante la vista. «Las víctimas son los niños. Pasaban de curso sin saber leer», les recriminó a los exprofesores de la red. «Habré condenado a algunos de estos jóvenes. Hay personas que ya están en la cárcel», indicó el juez Baxter sobre las consecuencias de los actos de los condenados.
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