Muestras de las perforaciones realizadas para planificar la excavación de túneles y cámaras. Raúl Doblado

Los ecologistas advierten que el Guadalquivir corre peligro de contaminación

Greenpeace denuncia la falta de transparencia y exige que se detenga el vertido de agua en#el ecosistema

D. Chiappe

Sábado, 2 de marzo 2024, 13:02

Antes de iniciar la excavación para sacar metales debajo de la corta de Los Frailes, en la mina de Aznalcóllar, se tiene que vaciar el agua de lo que ahora es una laguna artificial. No así de la rojiza con nombre de pueblo y desastre ... ecológico, Aznalcóllar, que es «hiperácida e hiperoxidante, un vertedero de residuos tóxicos», describe Miguel Ángel González, director de Operaciones de la minera a cargo.

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Las condiciones de la concesión obligan a no vaciar las cortas en los ríos más cercanos, el Guadiamar y el Agrio, muy comprometidos hace 25 años cuando reventó la balsa de toxinas. El líquido caerá en el Guadalquivir, a la altura del sevillano estadio La Cartuja, después de recorrer 30 kilómetros por tubería.

«Es supuestamente agua depurada, pero los metales pesados no se diluyen, pasan al sedimento y envenenan el agua, la tierra y el aire», asegura Livia Cruz, voluntaria de Greenpeace Sevilla, que calcula que entrarán 85.000 millones de litros de agua, vertidos dos veces al día, con las mareas altas. «En año y medio se van a vaciar las dos cortas, antes de comenzar a extraer, donde está el lodo de 1998, con arsénico, zinc, plomo, cadmio, selenio y otros metales». La compañía, por su parte, calcula que saldrán dos millones de metros cúbicos de agua al año.

«A dos kilómetros de aquí está la Dehesa de Tablada, con más de 100 especies de aves, y cultivos, como los de los tomates de Los Palacios, y zonas de pesca, como la del langostino de Sanlúcar», ratifica Luis Reina, también voluntario de la ONG ambientalista, al pie de la zona donde terminará el largo acueducto, una franja campestre donde se juntan cormoranes y garzas. «Esto se tiene muy callado y en silencio, pero es muy grave», advierte Cruz.

Entre las alegaciones que interpuso Greenpeace al proyecto figura que el informe de impacto ambiental no estuvo «sometido a información pública», que existe una «afectación de varios términos municipales» por la construcción de la tubería o la falta de estudios sobre cómo influirá ese líquido con residuos al ecosistema. «No estamos en contrade la reapertura de la mina, pero sí del vertido del agua contaminada», sentencia Reina, al frente del 'Proyecto territorial de vertidos en Sevilla'. «La solución es complicada, pero si no hay vertido, no hay contaminación», zanja.

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