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Unas 4.000 personas pierden la vida en Italia cada año por culpa de la anorexia, la bulimia y otros trastornos alimenticios, un problema que genera un 40% más de peticiones de ayuda psicológica respecto a los años precedentes a la pandemia de coronavirus. Para ... tratar de frenarlo, el Gobierno italiano pretende reformar el código penal de manera que incluya el delito de instigación a los trastornos alimenticios, con multas de entre 20.000 y 60.000 euros y penas de hasta dos años de cárcel.
Con buenas perspectivas de ser aprobada dada la mayoría parlamentaria con que cuenta la coalición conservadora que sostiene al Gobierno, la iniciativa fue presentada este lunes en forma de proyecto de ley por Alberto Balboni, senador de Hermanos de Italia, el partido de la primera ministra Giorgia Meloni. Según explicó el propio legislador, esta nueva normativa pretende principalmente perseguir a «quienes instigan a través de las redes sociales fenómenos como la anorexia y la bulimia».
A esta mano dura contra los 'influencer' que ofrecen consejos equivocados sobre alimentación, la ley también contempla el reconocimiento de esos trastornos como una «enfermedad social», según detalló Balboni. Se desea al mismo tiempo potenciar la atención psicológica en los centros educativos para evitar que los niños, adolescentes y jóvenes acaben cayendo en la anorexia y la bulimia.
Los expertos denuncian la existencia cada vez más frecuente de páginas web, chats, blogs y comentarios en las redes sociales en los que se explica cómo hacer para aguantar el hambre durante días o ingerir el menor número posible de calorías. Existen además dietas «peligrosas» y que «pueden llevar a la anorexia, sobre todo si se siguen sin un control médico», advierte Nicola Sorrentino, dietólogo y especialista en alimentación, citado por la agencia Lapresse. Resultan particularmente en peligro los adolescentes por la fragilidad propia de su edad, que les hace muy sensibles «a los comentarios o insultos sobre su cuerpo, lo que les lleva a seguir la moda del momento o al gurú de turno».
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