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«Hay miedo». Con estas dos palabras responde una investigadora del Centro Nacional de InvestigacioneOncológicas (CNIO) días antes de la celebración de la reunión extraordinaria del patronato del mayor centro español de investigación contra el cáncer. El día D es el 29 de enero; hasta ... entonces, reina el silencio. Ese día, el órgano que controla la dirección del centro debatirá sobre el futuro de María Blasco al frente de la organización.
A puerta cerrada, los 15 miembros, comandados por la secretaria general de Investigación del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, Eva Paíno, evaluarán los dos informes encargados a los directores del CNIO: María Blasco, directora científica, y Juan Arroyo, director gerente. El mutismo también se ha instalado en este organismo. Quienes responden emplazan al miércoles, otros guardan silencio y, como ha informado este periódico, los patronos de Baleares y Castilla y León exigen la dimisión de la bióloga alicantina. «El avance de los acontecimientos solo reafirma esa posición», detallaron fuentes de la Consejería de Educación de la Junta de Castilla y León, que estará presente en la reunión del patronato, a este periódico.
En las últimas semanas, el CNIO ha acaparado titulares en la prensa escrita, vídeos en la televisión y minutos en tertulias radiofónicas, pero no por los hallazgos y avances realizados en sus laboratorios. Desde mediados de diciembre, las informaciones sobre irregularidades en el seno del organismo han salido continuamente a la luz.
En la reunión de este miércoles, Blasco y Arroyo —el gerente— tendrán que responder tanto al déficit de 4,5 millones de euros que acumulan las cuentas del centro como a la falta de materiales para la investigación. «Sé que soy la cara visible del CNIO, pero la dirección es una bicefalia», defendió la directora científica en su intervención ante los medios.
Horas después de finalizar el encuentro, el equipo de comunicación de Blasco envió los estatutos de la institución para reforzar los mensajes transmitidos. «La gestión económica no depende de mí», repitió la científica. En su intervención, apoyada en varios folios, descargó toda la responsabilidad de la firma de contratos a Juan Arroyo, apuntando a este en relación con una presunta denuncia por malversación.
La parte económica no será la única examinada el miércoles. «¿Qué pasa con las acusaciones de acoso laboral?», recordó una científica en conversación telefónica minutos después de la aparición de Blasco en el auditorio de la institución. Días antes se conocieron dos extensos informes que enumeraban más de una decena de denuncias por acoso laboral desde 2013, aunque la mayoría se concentra en los últimos años. «No he recibido ninguna denuncia», aclaró.
Lo cierto, según ha podido saber este periódico, es que muchas quejas quedaron olvidadas por la falta de protocolos claros en la institución. «No he acosado a nadie en mi vida», reveló Blasco. «Los informes psicosociales que se realizan periódicamente entre investigadores y jefes de unidad revelan todo lo contrario», detallan fuentes del comité de empresa. «Lo que ocurre es que hay mucho miedo a hablar y entonces se retiran las quejas. Desde que explotó todo, hay una caza de brujas», advierte una jefa de unidad.
«Todo esto está generando un daño reputacional a la institución que merece el cese inmediato de su directora», aclaran miembros del patronato. Este impacto se refleja también en la proyección internacional del CNIO.
En los últimos años, la productividad en el centro ha caído un 20%, y el prestigioso índice Nature Index, citado por la propia Blasco en sus intervenciones, revela el deterioro del centro. «Nature Index realiza una comparativa de la producción científica de más de 9.000 centros de investigación en todo el mundo que publican en las revistas científicas de más alto nivel», explica el CNIO en una nota de 2019. En aquel año, el departamento de Blasco presumía de ser «el primer centro de investigación del cáncer en Europa, en el área de salud y ciencias de la vida» y «el único centro de investigación español entre los 30 primeros».
Desde entoces, este índice refleja una caída hasta situarse en su peor posición de los últimos cinco años. A ello se suma el goteo constante de salidas de investigadores. «Unos lo han hecho porque no aguantaban más y otros porque han encontrado un puesto mejor», destacan miembros de la actual plantilla.
Una de las más sonadas fue el despido inesperado de Manuel Hidalgo, uno de sus científicos más prestigiosos. A esta se han sumado otras salidas, hasta el punto de que la Intervención General del Estado (IGE), en la auditoría de cuentas del CNIO en 2021, alertó de la pérdida de personal investigador, al tiempo que aumentaba su preocupación por el crecimiento de plantilla dedicada a labores no relacionadas con la actividad principal del centro. «¿Las contrataciones no dependen de ella?», se preguntan varios investigadores contactados por este periódico.
Esto, sumado a la falta de equipamiento crítico y a otros problemas, ha provocado la pérdida de prestigio nacional e internacional del centro de referencia en investigaciones contra el cáncer. «Yo solo quiero ganar la batalla de la investigación», defendía Blasco. Este miércoles, primero, tendrá que superar el examen en el patronato, cada vez más dividido. El Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, de momento, guarda silencio. «Nos remitimos al día 29», señalan.
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