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Darío Menor
Domingo, 12 de marzo 2023, 11:37
El 13 de marzo de 2013 Jorge Mario Bergoglio, entonces cardenal arzobispo de Buenos Aires, era elegido como el Papa número 266 en la historia de la Iglesia católica en el cónclave convocado tras la renuncia de Benedicto XVI. Repasamos los 10 momentos más destacados ... de los 10 años alcanzados ya por el pontificado de Francisco.
Primer Papa latinoamericano, primero que pertenece a la Compañía de Jesús y primero que elige el nombre de Francisco. Jorge Mario Bergoglio, de 76 años y hasta entonces cardenal arzobispo de Buenos Aires, sorprende al mundo al presentarse por primera vez vestido de blanco en el balcón central de la basílica de San Pedro haciendo gala de su sencillez: afirma que los purpurados han ido a buscar al nuevo obispo de Roma «casi al final del mundo» y agacha la cabeza pidiendo a los fieles que le bendigan y recen por él. Los 115 cardenales electores que participan en el cónclave, convocado tras la histórica renuncia de Benedicto XVI, optan mayoritariamente por Bergoglio en la sexta votación, tras la que aparece la fumata blanca desde la chimenea instalada en la Capilla Sixtina.
El helipuerto de Castel Gandolfo, la localidad a las afueras de Roma donde se encuentra la habitual residencia de verano de los Pontífices, es el escenario donde se produce una imagen para la historia: el abrazo entre dos Papas. Francisco se desplaza en helicóptero desde el Vaticano para reunirse con su antecesor, Benedicto XVI, retirado a Castel Gandolfo tras hacerse efectiva su renuncia al pontificado el 28 de febrero de aquel año. El nuevo obispo de Roma y su antecesor, ambos vestidos de blanco, comparten oración y almuerzo y también se reúnen de manera privada durante 45 minutos. Entre otros temas, tratan el escándalo 'Vatileaks' la fuga de informaciones reservadas que salpica los últimos años de pontificado de Benedicto XVI.
No lo tenía planeado ni formaba parte de su agenda pero, según confesó a las personas de su entorno, sintió que su primer viaje tenía que ser a Lampedusa, la pequeña isla italiana situada en el centro del Mediterráneo y convertida en uno de los símbolos del drama de la inmigración hacia Europa. Allí mostró su preocupación por los últimos de la sociedad de la que llevaba hablando desde su elección: denunció los efectos de la «globalización de la indiferencia», que nos lleva a acostumbrarnos al «sufrimiento del otro» y a creer que «no nos concierne» que miles de personas pierdan la vida huyendo de la miseria o la persecución. En memoria de todos los migrantes y refugiados muertos arrojó una corona de flores al mar.
El 18 de enero de 2015 Francisco se da el mayor baño de multitudes de sus 10 años de pontificado: a pesar de la lluvia, 6 millones de personas participan en la misa que preside en el parque Rizal de Manila, la capital de Filipinas, el gran 'pulmón' de la Iglesia católica en Asia y adonde viaja tras visitar Sri Lanka. Antes de la Eucaristía, el Pontífice mantiene en Manila un encuentro con jóvenes en el que queda conmocionado por el testimonio de una muchacha que relata los abusos de todo tipo sufridos por los niños abandonados por las calles del país. Bergoglio la abraza y reconoce la dificultad de encontrar una explicación moral y teológica a su pregunta de «por qué Dios permite que sufran los niños».
La cita es en La Habana, territorio neutral para los dos, y lugar de paso de Bergoglio en su camino para visitar México. En el aeropuerto José Martí de la capital cubana tiene lugar un encuentro inédito en la historia de la Iglesia: el de un Papa y un Patriarca ruso. Francisco, líder espiritual de los más de 1.300 millones de católicos, y Cirilo, que tiene a sus espaldas la comunidad ortodoxa más numerosa, formada por unos 200 millones de fieles, protagonizan una conversación que llevaba décadas intentándose y que consigue hacer realidad el entonces presidente cubano, Raúl Castro. La sintonía de entonces salta por los aires en febrero de 2022 con la guerra de Ucrania, hasta el punto de que Francisco le afea a Cirilo que se haya convertido en el «monaguillo» del presidente ruso, Vladímir Putin, por apoyar la invasión.
Recintos medio vacíos, gran frialdad en el ambiente y protestas protagonizadas no por grupos antieclesiales, sino por fieles católicos que denuncian la podredumbre de la Iglesia local debido a los abusos sexuales a menores cometidos por sacerdotes. El viaje de Francisco a Chile marca un punto de inflexión en su pontificado: reconoce que se ha equivocado al creerse la versión de los obispos chilenos, ordena una investigación interna y toma conciencia de que la pederastia es el gran problema al que se enfrenta hoy la Iglesia. La reacción vendrá con la convocatoria en febrero de 2019 de una histórica conferencia sobre abusos en el Vaticano con episcopados de todo el mundo. Pese al sucesivo endurecimiento de las leyes contra los abusos, el camino a recorrer es todavía largo.
Es la nación más joven del mundo, pero también una de las más pobres y olvidadas: se trata de Sudán del Sur, que cambió la lucha por la independencia por la guerra civil. Para intentar acabar con el conflicto y convencerles de que dejen las armas, Francisco recibe en el Vaticano a los dos históricos 'hombres fuertes' del país, Salva Kiir y Riek Machar. Pese a su edad, sobrepeso y problemas de movilidad, no tiene empacho en tirarse al suelo para besarle los zapatos a ambos y al resto de miembros de la delegación sursudanesa. Les implora de esta manera que pongan fin a la guerra civil, el mismo mensaje de paz que repite en su visita a Sudán del Sur a comienzos de febrero de 2023.
Francisco ya había dado muestras de su preocupación por la protección de la naturaleza con la publicación, en junio de 2015, de la encíclica 'Laudato si', un texto magisterial en el que aboga por una nueva manera de concebir la relación entre el hombre y el medio ambiente. Concreta su propuesta al convocar en 2019 un Sínodo sobre la Amazonía, en el que obispos de todo el mundo debaten sobre el amenazado 'pulmón' del mundo. Antes, durante y después de la asamblea no cesan las críticas de algunos sectores eclesiales y económicos incómodos con la preocupación ecológica de Francisco y con la idea, finalmente rechazada, de que hombres casados puedan celebrar misa de forma extraordinaria en las zonas remotas del Amazonas donde no hay sacerdotes.
Italia es el primer país occidental en verse arrollado por el coronavirus en los primeros meses de 2020 y el confinamiento no tarda en llegar al Vaticano. Cuando una tercera parte de la humanidad estaba encerrada en sus casas para tratar de frenar los contagios, Francisco preside una ceremonia extraordinaria de oración para pedir el fin del Covid-19. Es en una plaza de San Pedro del Vaticano completamente vacía y azotada por la lluvia, donde agradece el esfuerzo de los sanitarios y hace un llamamiento a favor de la unidad. «Estamos todos en la misma barca», dice, reconociendo que nos enfrentamos a un momento en el que «densas tinieblas se han adueñado de nuestras vidas».
El 31 de diciembre de 2022 fallece Benedicto XVI a los 95 años de edad y concluyen así los casi diez años de convivencia con su sucesor, Francisco, que preside el funeral el 5 de enero en la plaza de San Pedro del Vaticano. El momento más emotivo de esta ceremonia inédita en siglos de historia eclesial viene al final de la misma, cuando Bergoglio se acerca caminando con su bastón al féretro, lo toca, y reza frente a él durante unos instantes mientras algunos fieles gritan: «¡santo subito!» (santo ya). El fallecimiento del Papa emérito, con el que no faltaron algunos roces, abre una nueva etapa en el pontificado de Bergoglio, que por el momento no tiene intención de seguir sus pasos y renunciar, como desearía el sector eclesial más incómodo con el argentino.
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