Aquella jovencita que empezó como responsable de calidad en 'Taboada' (Navarra) es hoy una de las expertas más reputadas de España en sistemas de gestión de calidad y seguridad alimentaria. La cartera de clientes de Esmeralda Zangróniz es tan densa como deslumbrante: diez ... consejos reguladores (entre ellos el de la DOC Rioja), dieciocho bodegas y empresas de licores, seis compañías conserveras, cinco cárnicas, cuatro industrias auxiliares de la alimentación...
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Zangróniz explica que el éxito no es fortuito: «Nunca he trabajado en modo 'confort'. Cuando me dicen que qué suerte he tenido en la vida, siempre respondo que cuando la suerte llamó a mi puerta, a mí me pilló trabajando». Y es que «siempre me he ido superando de forma continuada». Trabaja «todos los días la semana» y «nunca» ha tenido problema alguno en el sector y «eso que entré en un sector de hombres». Pero «el esfuerzo, la competencia y el afán de crecer han hecho que me haya ganado el respeto en el mundo de la alimentación porque le he dado mucho; mi vida, a tiempo completo, ha sido para la empresa y, de forma particular, para la alimentaria».
Al principio, «sí que es cierto que las mujeres con puestos de relevancia en las organizaciones cobrábamos menos. Pero hoy a mí -subraya-, nadie me cuestiona cuánto le voy a cobrar por mi trabajo en el que creo firmemente, me apasiona y sé que aporta muchísimo valor añadido a las organizaciones».
Zangróniz atribuye buena parte del éxito alcanzado «al trabajo bien hecho». A lo que suma dos factores más imprescindibles: «Esfuerzo y responsabilidad». Y uno cuarto, «fundamental: tener un buen jefe. La motivación de las personas pasa muchas veces por trabajar en compañías que lideren los recursos humanos. Eso es clave».
Ahora bien, esta experta riojana admite «haber llegado tan lejos porque he sacrificado mi vida personal. No ha sido gratis». «Es cierto que me compensaba más el desarrollo profesional que el personal. ¡Yo quería ser muy buena en lo que hacía!», relata. Y es que, «a las mujeres nos ha costado mucho llegar donde estamos, mucho». «Y, por eso -continúa-, nos agarramos a nuestros puestos de trabajo con celo y con muchísima competitividad». «Muchas veces ha habido mujeres de mi entorno que han sacrificado parte de su vida familiar, pero querían estar ahí y no perder ese rol». Por suerte, sin embargo, «las empresas con las que trabajo han entendido que la mujer tiene que compatibilizar ambas vidas» y que es «fuerza motora esencial en el sector de la alimentación».
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Esta es la historia de una riojana que consagró su vida al sector de la alimentación y a sus clientes, que «me lo han dado todo: prestigio, amistades y nivel de vida». Siempre se ha sentido «muy bien recibida y nunca discriminada». Y está «tan agradecida» que trabaja en la creación de una fundación que llevará su nombre y que estará enfocada al «desarrollo de proyectos de competitividad para la industria de la alimentación y mejora de la seguridad alimentaria y de los alimentos».
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