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Mercedes Gallego
Corresponsal. Nueva York
Lunes, 19 de junio 2023
El operativo de búsqueda del 'Titán', el sumergible que desapareció el domingo en aguas de Terranova cuando se dirigía al encuentro de los restos del Titanic, considera que ha entrado ya en una fase crítica del rastreo. Los expertos calculan que al aparato le queda ... apenas oxígeno para un día en el mejor de los casos, ya que su autonomía máxima es de 96 horas. Sin embargo, no se conoce el estado de las baterías que alimentan el sistema de depuración del aire, del que dependen sus cinco ocupantes, y ni siquiera si funciona la calefacción. En caso de que se hubiera desactivado, los pasajeros se enfrentan a la hipotermia, pues el agua a esas profundidades puede oscilar entre uno y tres grados centígrados.
La búsqueda es sumamente compleja. A la profundidad de descenso, 3.800 metros, la oscuridad es absoluta. La luz no desciende tanto. Las corrientes submarinas son desconocidas y la presión resulta aplastante, como si la densidad del aire se multiplicara por mil. Las fuerzas canadienses que trabajan en la zona tampoco saben el rumbo que ha podido seguir el sumergible ni su posición exacta cuando el domingo dejó de tener contacto con el barco nodriza. El contralmirante de la Guardia Costera, John Mauger, ha explicado este martes que los rescatistas «han estado trabajando día y noche«, pero »éste es un caso complejo». De hecho, barcos y aviones militares han rastreado una superficie de 25.900 kilómetros cuadrados y sondeado las profundidades con radares, equipos de visión submarina y aparatos sonar, por si los pasajeros del 'Titán' hicieran cualquier ruido o señal de aviso, sin descubrir indicio alguno.
Los escenarios que manejan los rescatadores son, al menos, tres. Uno de ellos es que el submarino no hubiera llegado ni a acercarse a los restos del gran trasatlántico tras sufrir algún tipo de avería. La segunda es que se encuentre enredado en el fondo entre los escombros del Titanic, un enjambre de planchas y estructuras aplastadas. Y otra tercera apunta a que el sumergible hubiera salido a la superficie en algún punto indeterminado y se encontrata a merced de las corrientes marinas. En todos ellos, un fallo de las comunicaciones les mantendría desconectados del resto de la expedición del OceanGate.
Más de cuatro millones de personas participan cada año en deportes de riesgo persiguiendo un chute de adrenalina que entre los ricos alcanza niveles mucho más sofisticados. El empresario y aviador británico Hamish Harding, de 58 años, tenía tras de sí una impresionante lista de expediciones, propias de ciencia ficción para el resto de los mortales, que incluía compartir con el dueño de Amazon Jeff Bezos su viaje al espacio a bordo de la lanzadera Blue Origin. La que puede poner punto final a una vida plena de entusiasmo puede ser la quinta misión de OceanGate al fondo del mar en busca de los restos del Titanic. Además de Harding, la BBC ha confirmado la identidad de otras dos personas: un hombre de negocios pakistaní, Shahzada Dawood (48 años), y su hijo, Suleman Dawood (19 años).
Shahzada Dawood es uno de los hombres más ricos de Pakistán y es miembro de la junta directiva de la organización benéfica Prince's Trust con sede en el Reino Unido. «Estamos muy agradecidos por la preocupación mostrada por nuestros colegas y amigos y nos gustaría pedirles a todos que oren por su seguridad», dijo la familia en un comunicado.
Los otros dos nombres que dan los medios internacionales es el del explorador francés Paul-Henry Nargeolet y el de Stockton Rush, director ejecutivo de OceanGate, responsable de la organización de esta serie de carísimos viajes oceánicos. Esta compañía cobra 250.000 euros por cada viaje en este submarino y organiza trayectos de exploración a los restos del Titanic. Tiene además formación de piloto con calificación de transporte a reacción.
El pequeño sumergible de la empresa estadounidense que transportaba a cinco personas protagonizaba la que se esperaba fuera «la primera y única misión pilotada al Titanic en 2023», anunció orgulloso en Instagram el empresario británico propietario de la compañía Action Aviation, al informar que se había sumado a la expedición. Su última foto en esa red social es la de él mismo firmando junto a los miembros de la expedición la bandera de la misión para la posteridad.
Su muerte está aún en el aire, o más bien en las profundidades del océano. «Las labores de búsqueda y rescate no han terminado», advirtió el contraalmirante de la guardia costera estadounidense John Mauger. Según informó en conferencia de prensa, el pequeño vehículo sumergible del tamaño de un monovolumen -6.7 metros de longitud por 2.8 de ancho y 2.5 de alto, fabricado con una fibra de carbono y titanio «más ligera y eficiente que otros sumergibles», clama la empresa fabricante- disponía de aire para mantener con vida a sus ocupantes durante 96 horas -cuatro días-, pero perdió la señal a la hora y 45 minutos de iniciar el descenso.
Si todo iba bien debería haber tardado dos horas y media en llegar a los 3.800 metros de profundidad y otras tantas en subir, para un trayecto total de ocho horas en el que hubieran pasado tres visitando el Titanic. No se sabe si llegó a su destino o volvió a la superficie, a donde podría flotar de vuelta una vez que consuma el oxígeno. «Necesitamos asegurarnos de que estamos mirando tanto a la superficie en caso de que la nave reflote como a las profundidades», dijo el contraalmirante Mauger.
A través de los sensores que miden la presión dentro de la nave se evalúa remotamente «la integridad y la estructura» para dar la voz de alarma al capitán en caso de que algo vaya mal e iniciar el regreso de forma segura, ha explicado OceanGate. La empresa ha matizado que ya se han dado otros episodios de comunicaciones interrumpidas en el pasado, pero a partir de siete horas sin señales de la nave sumergida los expertos hablaban ya de un posible «fallo catastrófico» del que no esperaban supervivientes. La maldición del Titanic podía haber enganchado el pequeño sumergible entre sus restos o tal vez haberse producido un fallo mecánico, especulaba el almirante retirado Chris Parry en Sky News.
Lo único seguro es que la nave había desaparecido de los radares sin dejar rastro en algún punto de las costas canadienses, de las que había partido el barco Polar Prince que lo lanzó al océano a unos 600 kilómetros de Terranova. La ubicación del Titanic se encuentra «técnicamente» en aguas estadounidenses, dijo el portavoz de la guardia costera canadiense, Trevor Munroe, aunque en realidad los equipos de búsqueda canadiense que han partido de Cape Cod (Massachusetts) están a 1.450 kilómetros de distancia. Una zona tan remota que la guardia costera estadounidense, al mando de las operaciones en las que también participa Canadá, había pedido ayuda a los barcos de pesca de la zona, que llegarían antes.
«Al no haber ninguna torre de celular en medio del océano estamos confiando únicamente en «Starlink» para las comunicaciones que requiere la expedición del Titanic en este 2023», había tuiteado la empresa OceanGate Expeditions antes de lanzar su carga al mar. Se refería a la red de internet por satélite de otro millonario, el fundador de Tesla y reciente comprador de Twitter Elon Musk, que también se ha lanzado a la conquista del espacio con su lanzadera Starship y la empresa SpaceX.
Aviones C-130 oteaban la superficie, ayudados por un avión militar canadiense P8 Poseidon, que dispone de visión submarina, con dos países dispuestos a hacer todo lo que esté en sus manos para aprovechar los dos días de oxígeno que quedan dentro de la nave desaparecida. «Estamos movilizando todas las opciones para rescatar al grupo», aseguró la empresa en un comunicado, en el que agradecía «el gran apoyo» que está recibiendo de las diversas agencias gubernamentales «y empresas especializadas en aguas profundas».
Aunque el Titán había hecho «docenas de inmersiones» en la zona de Titanic, la misión era la quinta expedición comercial de la empresa a los restos del mítico barco crucero hundido en 1912. «Debido al peor invierno que haya habido en Terranova en 40 años», había escrito Harding, no se habían producido nuevos intentos este año. «Se acaba de abrir una ventana meteorológica favorable y vamos a intentar una inmersión mañana», escribió el sábado. «Planeamos comenzar las operaciones de inmersión alrededor de las 4:00 h de la mañana. Tenemos muchos preparativos y sesiones informativas por delante», dijo entusiasmado.
El explorador se convirtió también en narrador de una expedición que, según él mismo, incluía a otros exploradores legendarios como PH Nargeolet, quien tenía a sus espaldas más de 30 inmersiones al Titanic desde los años 80. Su misión era guiar a los turistas que pagaban un cuarto de millón de dólares para recorrer durante una semana el escenario submarino que más ha capturado la imaginación del mundo a bordo de un sumergible tan pequeño como el interior de un minivolumen. El Titan podría haber seguido en su arrojo al Titanic, cementerio sagrado donde murieron 1500 personas. Los restos de ese mítico barco crucero que clamaba ser el más seguro del mundo, imposible de hundir hasta que lo resquebrajó un iceberg en medio del Atlántico Norte, no se localizaron hasta 1985.
Desde entonces cientos de turistas han curioseado entre sus camarotes hundidos, ya sea mediante cámaras de robots o sumergibles como el que acaba de desaparecer. «Esta es su oportunidad de salir de la vida diaria y descubrir algo realmente extraordinario», dice OceanGate en su página web. «Conviértase en 1 de los pocos en ver el Titanic con sus propios ojos».
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