Secciones
Servicios
Destacamos
Eduardo Jiménez Rolando tenía 64 años. Actualmente paraba en una habitación que le dejó un conocido en el barrio de La Trinidad, en Málaga, donde nació y se crió con sus siete hermanos. Al parecer, uno de ellos, 'El Yeye', falleció hace años. Con el ... resto mantenía poco o ningún contacto. Manuela asegura que ella y su hermana Ana sí lo veían de vez en cuando y que él llevaba en su cartera apuntados en un papelito los teléfonos móviles de ambas. «Cuando me muera, no quiero que me entierren. Que me incineren y que tiren mis cenizas al mar, como las de mamá y 'El yeye'», reproduce Manuela, a la que le quita el sueño no haber cumplido el último deseo de 'Cogote', como ellas lo llamaban.
Eduardo Jiménez Rolando ocupa desde el 2 de marzo un nicho del Parque Cementerio de Málaga (Parcemasa). El suyo fue un entierro de beneficencia (para personas sin recursos), que corre a cargo de las arcas municipales (unos 1.200 euros), en la más absoluta soledad porque, sostiene Manuela, la familia no fue informada de que lo habían encontrado muerto. De hecho, ella lo estaba buscando e incluso había denunciado su desaparición en la Comisaría Provincial el 8 de marzo.
Según relata esta hermana del finado, la última vez que habló con él fue el 21 o el 22 de febrero porque Eduardo debía entregar unos papeles para seguir cobrando su pensión. «Al no tener domicilio, toda su correspondencia me llegaba a mí», aclara ella. Se citaron el día 27 de febrero en el bar Tiburón, en la calle Sevilla, pero 'Cogote' no se presentó. El camarero le confirmó que solía ir a diario, pero que aquel día no acudió al establecimiento.
Manuela asegura que fue al comedor donde suele almorzar, y tampoco lo encontró. Después de haberlo buscado por todas partes, el día 29 de febrero se desplazó a una comisaría para informar de la desaparición de Eduardo. Al parecer, y siempre según su versión, no pudo poner la denuncia. «Un agente me dijo que mi hermano ya era mayor de edad. Pero, ¿y si le ha pasado algo, o está en un campo tirado?», afirma ella.
Antes de marcharse, Manuela preguntó al policía si su hermano estaba en el calabozo, ya que anteriormente había tenido problemas con la justicia -salió de prisión el 23 de febrero de 2023- y no tenía una vida demasiado ordenada. Le confirmaron que no estaba detenido y, según dice, le aconsejaron que probara en la cárcel. Tampoco estaba allí.
La hermana de Eduardo cuenta que puso algunos carteles por la ciudad por si alguien lo había visto o sabía algo de él. Hasta que, el 8 de marzo, regresó a comisaría para insistir en la denuncia. Esta vez sí la presentó y la policía comenzó a hacer gestiones para localizar al desaparecido. Fuentes policiales explicaron que no existe una base de datos que les permita comprobar las personas fallecidas por muerte natural.
Mientras los agentes de Homicidios empezaban a hacer gestiones para averiguar el paradero de 'Cogote', la hermana acudió al centro de salud al que su hermano solía ir en busca de metadona, ya que estaba en tratamiento para desintoxicarse porque había sido drogodependiente. Allí, tras mucho insistir, y después de mostrar la denuncia, comprobaron que Eduardo Jiménez ya no constaba como usuario activo de la Seguridad Social porque estaba muerto. De hecho, como descubriría después Manuela, estaba hasta enterrado.
En realidad, murió bastantes días antes. En concreto, el 29 de febrero. La persona que había acogido en su casa a Eduardo se lo encontró su cadáver esa mañana y avisó a la policía. Una patrulla acudió al lugar y también los servicios sanitarios, que certificaron que había fallecido por causas naturales. Es decir, no se activó el protocolo judicial. No acudió un médico forense, ni se informó al juzgado del óbito.
Fuentes policiales han aclarado que los agentes se entrevistaron con la persona con la que convivía y ésta les manifestó que había acogido a Eduardo porque no tenía dónde vivir y que tampoco tenía familia. Las gestiones que realizaron para comprobarlo resultaron «infructuosas» y, subrayan, no se localizó a parientes del finado. «Desde ese momento, al tratarse de una muerte natural, la situación del fallecido pasó a ser competencia de asuntos sociales», sostienen en comisaría.
El siguiente aviso, a las 11.15 horas del 29 de febrero, fue a los servicios sociales del Ayuntamiento para que Parcemasa retirara el cadáver y a partir de ahí se encauzó como un entierro de beneficencia. El cuerpo de Eduardo permaneció en las cámaras de Parcemasa dos días -en estos casos se suele retrasar un poco el servicio por si aparece algún familiar- hasta que finalmente fue enterrado el 2 de marzo.
«Entonces, ¿voy al cementerio para ver que mi hermano está metido en un boquete? ¿dónde están sus pertenencias? No hay derecho. Voy a pedir que un juez abra esa caja», advierte Manuela, que ha encontrado el respaldo de SOS Desaparecidos, organización a la que recurrió el 8 de marzo para que difundiera el cartel con su foto y le ayudara en la búsqueda.
SOS Desaparecidos considera «insólita» esta situación y, además de mostrar su preocupación por lo ocurrido, ha enviado una carta al Ministerio del Interior pidiendo que se aclaren las circunstancias del caso. «Ya hemos recibido varias llamadas de familiares de otros desaparecidos para preguntarnos si a ellos también les ha podido ocurrir lo mismo», comenta un portavoz del colectivo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Carnero a Puente: «Antes atascaba Valladolid y ahora retrasa trenes y pierde vuelos»
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.