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J.M.L.
Toledo
Viernes, 1 de marzo 2024, 11:10
La Cruz de Asturias o de la Victoria, emblema de la monarquía astur y del actual Principado, procede realmente de Toledo. Así lo demuestra una investigación dirigida por los arqueólogos Jesús Carrobles, Jorge Morín y Rubén Pérez sobre la escultura decorativa monumental visigoda al norte ... de la provincia de Toledo. Su estudio ha permitido descubrir y documentar en un inmueble de la localidad toledana de Casarrubios del Monte, de 5.400 habitantes, un relieve de época visigoda, de piedra caliza, del siglo VII o principios del VIII, que es un precedente directo de la también denominada Cruz de Oviedo. Esta cruz latina se encuentra en la Cámara Santa de la catedral de Oviedo y Alfonso III el Magno, rey de Asturias, la donó a este templo en el año 908.
El relieve hallado presenta una cruz griega anicónica (no porta a Cristo crucificado), de brazos trapezoidales, ensanchados hacia fuera y rematados en media luna. De los brazos horizontales cuelgan las letras griegas alfa y omega mientras que el brazo inferior se prolonga en una empuñadura representando una cruz litúrgica portátil que podía ser empuñada o puesta sobre un soporte en un altar o sobre un astil más largo para procesionar. Según estos investigadores, «muestra ya las características iconográficas propias de la Cruz de Oviedo, como son la empuñadura y las letras griegas, representada en bajorrelieve como escultura decorativa en los edificios de prestigio del reino Astur».
La explicación de esta herencia «toledana» es que el rey Recaredo, que desde Toledo convirtió a los visigodos arrianos al catolicismo y promovió la unidad religiosa del reino, recibió en el año 599 del papa Gregorio Magno, entre otras reliquias, una cruz con un fragmento del «lignum crucis» o de la cruz de Cristo que pasó a tener un importante valor para el reino visigodo como símbolo de la gloria y poder divino de Cristo, de su victoria sobre la muerte y el mal, y como protección y victoria en la batalla. Desde ese momento se desarrolló en el reino visigodo de Toledo un importante culto a la cruz, que se manifestó también en la decoración arquitectónica de edificios religiosos o en las cruces de orfebrería visigoda como las del tesoro de Guarrazar, hallado en el siglo XIX en Guadamur (Toledo), que eran entregadas a las iglesias a modo de ofrendas.
Tras la conquista islámica de la península ibérica y el nacimiento del reino de Asturias, los monarcas astures se consideraron herederos del reino visigodo de Toledo adoptando los atributos iconográficos visigodos y convirtiendo la cruz en el emblema del reino, en una fuente de legitimidad y también en nexo de unión con el desaparecido reino visigodo. De ahí que esta cruz apareciera representada en edificios de prestigio, tanto civiles como religiosos, del prerrománico asturiano.
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