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MARCO ALONSO
Lunes, 14 de noviembre 2022, 11:43
El Juzgado de Instrucción número 5 ha decretado una orden de protección para una mujer de 87 años por supuestos malos tratos de su hija, con la que reside en Valladolid. La víctima acudió el pasado viernes a poner la denuncia acompañada por la coordinadora ... de los centros de día y por una auxiliar y una técnico del centro de Huerta del Rey, al que asiste de lunes a viernes.
Las trabajadoras del centro comprobaron que desde el mes de agosto esta octogenaria, que presenta un deterioro cognitivo leve, llegaba al centro con muchos hematomas repartidos por todo el cuerpo y, ante esta situación, las gerocultoras preguntaron en repetidas ocasiones las causas de los moratones. Las respuestas que recibieron por parte de la herida siempre fueron las mismas: señalaba que se había caído en el domicilio. No obstante, al comprobar que estas contusiones eran algo extrañamente habitual, las profesionales del centro decidieron ponerse en contacto con la hija de esta mujer, con la que vive cuando sale del centro de día, y la respuesta que recibieron es que su madre se caía de manera habitual en casa, tal y como aparece reflejado en los partes de asistencia diaria que realizan en el centro de día.
Los hematomas en el cuerpo de esta mujer se han ido repitiendo hasta que el viernes desveló a una de las gerocultoras que lo que estaba diciendo desde agosto era mentira y que lo que sucedía en realidad es que su hija le pegaba. «Ya no aguantaba más y se lo confesó a las auxiliares. Obviamente, dijo que quería denunciar», afirma la coordinadora de centros de día, Lucía Paniagua, que se entrevistó con la mujer y, una vez que se cercioró de lo sucedido, lo puso en conocimiento de la Policía.
La denunciante hizo una descripción somera de todos los maltratos que había sufrido: aseguró que su hija le tira del pelo hasta arrastrarla por el suelo, que la golpea contra los muebles de la vivienda y que no permite a la mujer que le cuida que la bañe para que no vea sus hematomas. Además, también explicó que sale del centro de día a las 19.00 horas y su hija no le deja entrar hasta las 20:00 horas, motivo por el que afirmó tiene que estar andando por la calle hasta esa hora.
El forense examinó a la octogenaria quien, pese a su deterioro cognitivo, declaró haciendo una descripción concisa de los maltratos que sufre. Después llegó el turno de la declaración de la hija y, tras escuchar a las dos partes, la jueza concedió la orden de protección a la madre respecto de la hija, lo que fue un alivio para esta anciana, a la que paradójicamente se le presentó un grave problema tras lo dictado en el juzgado, ya que va a un centro de día que solo abre de lunes a viernes, por lo que debía pasar este fin de semana sola y es una persona dependiente que precisa de atención.
La denunciante pasó la noche del viernes sola y, ya el sábado, la coordinadora de centros de día fue a su casa para llevarla al juzgado, donde se presentó el dilema de qué debían hacer para garantizar que reciba el cuidado que precisa y que su hija, como señalan todos los indicios, no le presta.
Por su parte, la supuesta agresora fue detenida cuando se interpuso la denuncia, pasó una noche en el calabozo y fue puesta en libertad con cargos, a la espera del juicio rápido de este lunes o de la ampliación de diligencias y transformación en procedimiento abreviado.
Las trabajadoras del centro, la coordinadora y la abogada de guardia trataron de encontrar con celeridad un lugar en el que pudiera residir esta mujer hasta que se resuelva el caso, pero aseveran que no encontraron ayuda ni soporte en ninguna institución hasta que, después de infinidad de llamadas, dieron con una residencia que le ha brindado este fin de semana los cuidados que precisa. «Intentamos contactar con todo el mundo y, gracias a unos contactos, conseguimos que nos la ingresaran en una residencia», explica la coordinadora de centros de día, Lucía Paniagua, quien añade que ha notificado la situación al Ayuntamiento «explicándoles todo el caso para que esto se movilice por servicios sociales. Ahora tendrán que buscarle un servicio de urgencia en una residencia porque esta señora no puede vivir sola», concluye Paniagua.
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