David Adjaye, el arquitecto cuestionado
Perfil ·
Una de las grandes figuras de la disciplina se enfrenta a acusaciones de abuso sexual en su entorno laboralSecciones
Servicios
Destacamos
Perfil ·
Una de las grandes figuras de la disciplina se enfrenta a acusaciones de abuso sexual en su entorno laboralLos mitos nacen, crecen, eclosionan y, en algunas ocasiones, se derriban, acosados por las denuncias de acoso sexual. El movimiento 'Me Too' ha desvelado casos sorprendentes por la condición de las personalidades implicadas. El precedente de Harvey Weinstein, caracterizado por la multitud de testimonios inculpatorios ... y sentencias ejemplarizantes, ha dado paso a acusaciones que implican a individuos de impoluta trayectoria profesional y gran estima social, que, de repente, se han visto en la picota por la súbita aparición de denuncias. Al sorprendente ejemplo del filósofo suizo Tariq Ramadan, juzgado por varios episodios de presunta y enorme violencia contra mujeres, se suma ahora el del tanzano David Adjaye, una de las figuras en auge de la arquitectura contemporánea.
Los testimonios de tres mujeres amenazan con arruinar la fulgurante carrera de un genio implicado en proyectos por todo el mundo. El origen y el color de su piel establecen nuevas diferencias en esta historia de oprobios. La peripecia de David Adjaye, de 56 años, es la de un individuo sofisticado y cosmopolita, hijo de un diplomático ghanés, que creció entre África, Oriente Medio y Gran Bretaña. Su formación profesional tuvo lugar en el South Bank University y finalizó en el Royal College of Art en 1993.
El reconocimiento no tardó en llegar. Tras trabajar para David Chipperfield y asociarse con un compañero, abrió su propio estudio, hace ya dos décadas, en el barrio londinense de Hoxton, epicentro de la comunidad hipster. Sus primeros encargos individuales manifestaron una exquisita sensibilidad permeable al contexto físico y social. La Casa Elektra, una vivienda erigida en una antigua fábrica, manifiesta estas señas de identidad, resumidas en la sobriedad formal, la utilización original y respetuosa de materiales, la apuesta por la luz y, sobre todo, el diálogo con el entorno y la facultad para sacar el máximo partido de las limitaciones de partida.
La proyección internacional de Adjaye le animó a abrir oficinas en la Ghana nativa y Nueva York. Su vocación artística quedó reflejada en colaboraciones con el artista islandés Olafur Eliasson para la Bienal de Venecia en 2005 y la instalación Upper Room, del pintor Chris Ofili, hoy integrada en la Tate Gallery. A lo largo de los primeros años su cartera de clientes incluía a Brad Pitt y Alexander McQueen, entre otras 'celebrities'.
La crisis económica de 2007 constituyó su primer contratiempo de relieve y le obligó a negociar una elevada deuda. Pero, tras conseguir acuerdos para la refinanciación, mantuvo su abultada agenda con compromisos tan notables como el Centro Nobel de la Paz de Oslo, el Museo de Arte Contemporáneo de Denver o el Museo de Arte Africano y Afroamericano, inserto en el Instituto Smithsoniano. El encargo se convirtió en uno de sus diseños más ambiciosos. En una fusión de vanguardia y tradición, concibió el edificio como una corona de la tribu yoruba.
El escándalo, una primicia del diario Financial Times, ha estallado cuando el arquitecto es una figura de incuestionable prestigio. Las tres supuestas víctimas son empleadas o personas cercanas a su labor docente y relatan capítulos de abusos en el baño de un aeropuerto, su apartamento en Ghana y en la Royal Academy of Arts.
La respuesta de Adjaye introduce ambigüedades. El acusado no niega los encuentros, pero rechaza el uso de la violencia y alega que fueron consensuados. Asimismo, reconoce que se produjeron en el ámbito laboral «difuminando las diferencias entre la esfera personal y profesional», según sus propias palabras, e, incluso, que ha buscado ayuda psicológica «para aprender de estos errores».
El problema no acaba aquí, ni siquiera en el hecho de que una de las presuntas agredidas haya recurrido a la justicia. El diario ha investigado las condiciones de trabajo en las oficinas revelando un ambiente que sus empleados califican de «tóxico y frenético», con largas jornadas laborales y salarios bajos.
No se trata de una excepción. El arquitecto africano no es el primer representante de este sector que ha sido acusado de violencia sexual. Hace cinco años, Richard Meier, todo un Premio Pritzker, también fue apuntado por cinco mujeres que le acusaron de abuso sexual y hubo de dejar la dirección de su propia firma. La puesta en marcha de la Shitty Architecture Men List, toda una relación de profesionales con malas prácticas, ha revelado las consecuencias de trabajar en estudios con una jerarquía piramidal y equipos sometidos a fuertes presiones.
Nombrado Caballero por la reina Isabel II, Sir David tocó el cielo hace tan sólo dos años cuando recibió la medalla de oro del Royal Institute of British Architects. Ahora bien, la caída a tierra desde la estratosfera siempre es más dolorosa. En los últimos días, ha visto suspendida tanto su condición de asesor del alcalde londinense como la participación en el Memorial sobre el Holocausto que planea la capital británica.
También puede resultar humillante para sus raíces africanas que sea relevado de la remodelación del Museo Internacional de la Esclavitud en Liverpool, una concesión anunciada hace escasas semanas. El arquitecto tanzano se ha caracterizado por triunfar en complejas circunstancias de partida. Este es, sin duda, el reto más difícil. Hay mucho que perder si no se esmera en el diseño de su defensa.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
98 puntos Parker: ¿Cómo funcionan las puntuaciones de los vinos?
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.