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El 26 de abril de este año, la indignación social se desbordó en España. José Ángel Prenda, Alfonso Jesús Cabezuelo, Ángel Boza, Jesús Escudero y Antonio Manuel Guerrero eran condenados a nueve años de cárcel por abusar sexualmente de una joven madrileña en ... los Sanfermines de 2016. Los jueces de la Audiencia de Navarra entendieron que La Manada no había violado. Miles de personas salieron a la calle ese día y en jornadas posteriores para solicitar una sentencia más justa. Esa indignación también se transportó a las redes.
Cristina Fallarás llevó el enfado un poquito más adelante. Aprovechó que la codirectora de 'Público', Virginia P. Alonso, había escrito un artículo sobre la agresión que había sufrido en Londres siendo una niña. Fallarás, también periodista, lo retuiteó y le puso una simple etiqueta: #Cuéntalo. Era la chispa que encendió la llama. Enseguida, miles de mujeres comenzaron a contar sus terribles experiencias con ese 'hashtag', que se convirtió en 'trending topic' mundial. En apenas dos semanas, unos tres millones de mujeres habían contado historias de violaciones, acoso, asesinatos y puras «escenas de terror». Los relatos contra las mujeres llegaron desde 60 países. Ahora se va a convertir en la «memoria colectiva del dolor de las mujeres», ha indicado Fallarás.
Lean a @Virginiapalonso
— Cristina Fallarás (@LaFallaras) 26 de abril de 2018
Tenemos que contar las agresiones, violaciones, compañeras. Este relato nos lo han hurtado. Debemos construirlo para que otras reconozcan...
Gracias, jefa@publico_es #Cuéntalo https://t.co/iKpI2Kecjq
Esa cantidad ingente de información fue monitorizada desde el inicio por Aniol Maria y Vicenç Ruiz, miembros de la Asociación de Archiveros y Gestores de Documentos de Cataluña. Trece gigas de datos que con la colaboración de la periodista Karma Peiró y Fernando Cucchietti, investigador del Centro Nacional de Supercomputación, se han podido analizar durante estos meses. En dos semanas, hubo 2,75 millones de tuits, con 790.000 usuarias únicas que se repartieron casi de manera idéntica entre España (34% de los testimonios) y Argentina (32%). A mucha distancia le siguen Colombia (8%) y Chile y México, ambas con el 5%. Y se da otro datos curiosos. #Cuéntalo ha roto un muro de silencio, ya que tres de cada cuatro usuarias no llegaban a los tres mil seguidores en Twitter, lo que demuestra que en cierta medida eran mujeres anónimas en las redes sociales.
Muchos de estos testimonios confesaron una o varias atrocidades. El 9,8% de los casos fueron referidos a un asesinato; el 14%, a una violación; el 15,7% de los casos fueron maltratos; el 28%, a una agresión sexual; un 29% de las mujeres indica el miedo a salir sola y en más de un tercio de los casos (35,5%) se habla de caso. También se relataron más de 3.500 violaciones o agresiones sexuales a menores de 18 años. Unos mil casos fueron a menores de doce años.
«No escuchar a las mujeres, negar su dolor, acusarlas de mentir las agresiones que sufren, es uno de los actos más infames y acostumbrados en nuestra sociedad», señala Fallarás en el informe, convertido en un archivo en www.proyectocuentalo.org. Un foro que necesita de la iniciativa pública. «Mujeres valientes se dejaron la piel. No puede caer en saco roto», añade.
Con 8 años, un familiar de 16 años me llevo a su habitación me dijo que agarrara su pene mientras el ponia su mano entre mis piernas. No entendia nada solo sabia que no me gustaba. Me dejo ir. Lo olvide y con 30 años me vino un flash de ese recuerdo y entendi su abuso. #Cuéntalo
— Nurigd (@nurigiol) 27 de abril de 2018
Cuando tenía 19 años un chico me agarró en la disco, me empotró y me metió la mano en el culo, sonriéndome mientras sus amigos le jaleaban y reían la gracia. Mi reacción fue pegarle un bofetón y salir corriendo. Me persiguió y solo paró cuando fui hacia el segurata #cuéntalo
— Eva M. Fernández (@evasis87) 27 de abril de 2018
#Cuentalo Entre los 25 y los 28 años, un jefe de la edad de mi padre obsesionado conmigo, muy paternalista hasta que pasó a sobarme, a palmearme el culo al pasar a su lado. Ahora siento rabia por no haberle partido la cara.
— mer barver (@merbarver) 27 de abril de 2018
Era adolescente, en un concierto de Sergio Dalma un señor mayor se acercó a mí y se frotaba una y otra vez. Lo apartaba con el codo y seguía. Un día, en una procesión, mi hermana pequeña me dijo que “ese señor” no paraba de tocarle. Le reconocí. #cuentalo (sigue)
— Dolores Lobillo (@doloreslobillo) 27 de abril de 2018
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