Al comenzar el año, el conglomerado Aylos, gigante del prono digital con trece sites como PornHub, retiró sus contenidos en 16 estados norteamericanos. Entraba en vigor la ley que les obliga a verificar la edad de los usuarios, ya sea con identificaciones oficiales o con ... otros métidos eficaces, para evitar que los menores accedan a contenidos que puedan trastornarles. Con la amenaza de sanciones y la firme determinación política, la empresa se retiró «voluntariamente», porque, según sus datos, en un ensayo en Lousiana, el primer territorio en poner este tipo de barreras, su tráfico cayó un 80% pero se cuadriplicó la búsqueda de aplicaciones para saltar las restricciones, conocidas como VPN.
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Como la censura no parece, por sí sola, capaz de frenar el consumo de pornografía, surgen otros medios tecnológicos, como las mediciones biométricas, entre ellas una que se desarrolla en España. «Hemos contactado con los grandes portales de contenido para presentarles una solución», asegura Jorge Bardón, CEO y cofundador de Bouncer Digital, una 'startup' que busca «proteger a los menores» y que defiende que cualquier respuesta requiere la cooperación de la industria.
De las grandes como Xhamster a las pequeñas españolas como 'parejas.net' exigen tres condiciones para involucrarse desde sus propias plataformas: eficiencia, rapidez y anonimato. «Quieren que la verificación tarde segundos, que haga la segmentación de quién es menor o mayor con muy pequeño ratio de fallo, y que sea anónima; es decir, que no se guarde ni se gestione ningún tipo de datos del usuario».
Con estas directrices, Bardón expone un desarrollo de medición biométrica que está fuera del móvil, implantada en las portadas de los sitios porno, donde en vez de verificar la edad con una declaración («sí, soy mayor de 18 años») sea con una 'mirada al espejo': el usuario encuentra un óvalo donde debe acercar la cara. No aparece nítida, no le hace falta a los algoritmos.
«La inteligencia artificial descompone las facciones de tu cara en números y estima si pertenece a alguien mayor de edad o no», explica Bardón, que garantiza una eficacia del 99,5%. «Tenemos un resultado en menos de diez segundos y también detecta si se presenta una foto o una máscara». Según sus datos, este 'espejo' se la han tomado 3.200 millones de personas, tanto en las pruebas de desarrollo como en los accesos de una veintena de clientes internacionales.
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En España la ley de medios audiovisuales obliga a tener controles para menores y puede sancionar a las web que incumplan. Siempre que su domicilio fiscal sea en el país. Las demás escapan a la legislación. Igual pasará con la ley de protección al menor en entornos digitales, ahora en anteproyecto. «No hay buena fe de las empresas, no sólo las porno, tampoco en ninguna de e-commerce, donde los menores compran alcohol o las de apuestas online», mantiene Bardón, cuyo modelo de negocio se basa en una participación de la publicidad del portal. «Después de hablar con sus expertos, el Gobierno lanzó una solución sin consultar ni al sector ni al usuario».
La 'cartera digital beta', más conocida como 'pajaporte', presentada por el Ministerio para la Transformación Digital el año pasado, «lleva más de cinco minutos y no hay anonimato, porque controlaría el número de veces que entras en un portal de contenido de adultos», advierte Bardón. Los usuarios no quieren dar ningún dato personal ni descargar aplicaciones. «Esa información no se sabe dónde se alberga. En cambio, los sistemas de biometría como el nuestro, del que hay varios en el mundo, ya están siendo utilizados y aprobados en mercados como Francia, donde se exige también la cooperación de los operadores de internet para bloquear la señal al que incumpla».
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Tras sus reuniones con la industria del porno, Bardón opina que «les preocupa muchísimo el problema de menores con acceso temprano a contenidos duros, que les producen problemas psiquiátricos, pero también se oponen a que se imponga una solución que les mate el tráfico, que es lo que les genera ingresos».
Sólo queda negociar, sostiene, porque los controles parentales instalados en los móviles de los niños son fáciles de saltar. «La solución debe estar en el propio portal de contenido».
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