Federico Lombardi fue la voz del recién fallecido Papa Benedicto XVI durante la mayor parte de su pontificado en el ejercicio de su cargo como director de la Sala de Prensa de la Santa Sede. Presidente estos últimos años de la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger- ... Benedicto XVI, que custodia y promueve su legado teológico, este jesuita italiano considera que «la secularización» del mundo contemporáneo y la crisis de los abusos sexuales fueron los dos grandes retos a los que trató de responder el Papa emérito. Ésta última «fue su cruz», reconoce Lombardi. «Es una herida muy profunda para la credibilidad de la Iglesia».
-¿Cuál ha sido la mayor aportación que deja Benedicto XVI a los católicos?
-Benedicto ha sido un Papa teólogo, una persona de gran cultura y espiritualidad al mismo tiempo. En una entrevista le preguntaron a él precisamente que cuál había sido su mayor aportación, y dijo que su fuerza era la capacidad de presentar la fe en diálogo con la cultura de hoy y que eso es lo que había intentado hacer como Papa. Yo creo que esa es su mayor contribución, con su gran lucidez y profundidad de pensamiento, que le ha permitido expresarse y dialogar con claridad, con la conciencia de los problemas y las preguntas que la cultura de hoy plantea a la fe cristiana.
-¿Y qué ha supuesto el Papa emérito para la sociedad en general?
-Su mayor contribución en mi opinión es el tema de la razón abierta, es decir, que ni la filosofía, ni la teología ni las ciencias humanas, ni la física ni la matemática deben encerrarse en sí mismas. Tienen que dialogar porque el sentido profundo de realidad humana y de la realidad del mundo piden la contribución de la reflexión y del pensamiento en diversas direcciones y dimensiones. La razón tiene que mantenerse siempre abierta a las diferentes perspectivas y contribuciones, incluidas las de la filosofía y la teología.
-El pontificado de Benedicto XVI estuvo salpicado por diversos escándalos, como el de la filtración de documentos confidenciales o el de la pederastia eclesial. ¿Cómo los vivió Ratzinger?
-A un nivel más profundo, la mayor preocupación del Papa Benedicto fue la secularización, en el sentido de que cada vez se hace menos visible la presencia de Dios en la sociedad de hoy y en el horizonte del mundo actual. Esa fue su preocupación profunda. Entre los otros problemas que afrontó destaca la gran crisis de los abusos sexuales, que fue como una cruz para Benedicto, porque se trata de una herida muy profunda para la credibilidad de la Iglesia. Es un problema que está en la sociedad en general, no se da solamente en la Iglesia, pero que en la Iglesia tiene una gravedad particular. Benedicto sintió muy profundamente este problema y entendió que había que escuchar a las víctimas y tomar los necesarios pasos jurídicos y pastorales para afrontar el problema. Fue una preocupación constante durante todo su pontificado. Dentro de la vida concreta de la Curia estuvo el problema de los documentos robados y del sentido de una traición por parte de su colaborador en su casa, lo que supuso un gran dolor, pero gracias a su fe, esperanza y fuerza no resultó determinante para él.
Mayor contribución
«Ha sido una persona de gran cultura y espiritualidad. Se expresó con claridad sobre los problemas que se le plantean a la fe cristiana»
Mayor preocupación
«Fue la secularización, en el sentido de que cada vez se hace menos visible la presencia de Dios en la sociedad de hoy»
Decisión «muy racional»
-¿Qué supone a su juicio el ejemplo de la renuncia?
-Es una expresión muy clara de su actitud de razón y fe. Es muy razonable evaluar bien las fuerzas para cumplir una misión. Esta evaluación clara, lúcida y objetiva es muy racional y resulta característica de la mentalidad de Benedicto. Es lo que hizo delante de Dios, de una manera muy espiritual y de oración, porque el cargo de Papa es una misión recibida de Dios para su Iglesia. Por ello tomó esa decisión de una manera espiritual en relación a la misión recibida. Para mí se trata de una síntesis muy positiva de su racionalidad y espíritu de fe. Naturalmente se trató de una novedad en los últimos siglos y también de un camino abierto para sus sucesores, que ahora lo tendrán más fácil para tomar el mismo camino. La vida en el mundo de hoy, con sus comunicaciones y sus problemas, es una vida intensa, que pide una gran atención y energía. En el acto de su renuncia, el propio Benedicto explicó que esta nueva situación histórica constituía uno de los elementos de su decisión.
-El Papa emérito viajó tres veces a España. ¿Cómo era su relación con el país?
-Era muy positiva y de gran amor a la tradición de la Iglesia en España. Yo recuerdo en particular, como un momento absolutamente único, la noche en la explanada de Cuatro Vientos en Madrid durante la celebración de la vigilia de la gran misa de la Jornada Mundial de la Juventud, cuando se desató un gran temporal de viento y de lluvia. Tuvimos todos un poco de miedo por lo que pudiera pasar debido al temporal con los dos millones de jóvenes que había. Benedicto afrontó esta situación difícil con gran paciencia y esperanza. Y después hubo un momento maravilloso de paz, silencio y oración delante del Santísimo. Para mí fue como una parábola del pontificado: tuvo problemas, momentos difíciles y crisis, pero también momentos de paz y de luz delante de Dios. Fue de veras una expresión del espíritu del pontificado y de la buena relación del Papa con los jóvenes, que entendieron muy bien lo que Benedicto XVI decía. No era una relación muy dinámica, de preguntas y respuestas ni tampoco de gritos, pero había una escucha profunda de su palabra. Pienso que Benedicto XVI tenía una relación verdadera con los jóvenes, con un estilo diferente al de Juan Pablo II y al de Francisco, pero no por ella menos profunda.
-¿Qué destacaría de estos cerca de diez años que ha pasado «escondido del mundo», como él mismo dijo, tras renunciar al pontificado?
-Ha constituido una presencia muy apreciada en la Iglesia. He recibido muchos mensajes de personas que me pedían que le dijera que rezaban por él y que deseaban que él rezase por ellos y por toda la Iglesia. La suya estos últimos años ha sido una presencia discreta de oración, en solidaridad espiritual con su sucesor y con toda la Iglesia. Creo que ha sido muy positiva la relación con Francisco, que siempre ha mostrado estar muy contento de tener en el Vaticano a un abuelo que rezaba por él y por todos nosotros. Nadie puede haber entendido tan profundamente como él lo que significa ser Papa y que la ayuda de Dios es necesaria para hacer bien ese servicio.
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