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Pedro Ontoso
Lunes, 22 de enero 2024, 10:12
Las fuerzas opositoras al papado de Francisco, con epicentro en Estados Unidos, no cejan en su estrategia para desbaratar las líneas maestras de su pontificado, centradas en la cultura del diálogo y en la misericordia. Ahora dirigen su política de acoso y derribo contra los asesores más cercanos al Papa, como los cardenales Víctor Manuel Fernández ('Tucho') y Gianfranco Ghirlanda, y el arzobispo Charles Scicluna. Les acusan de «marcar el paso» al pontífice en «dirección equivocada» y «herética», socavando el «depósito de la fe». Llevan diez años intentando cambiar al inquilino de la cátedra de San Pedro.
La Iglesia católica vive momentos de tensión y algunos sectores creen que es momento de imprimir más vigor a la campaña para desprestigiar a un pontífice que, con 87 años, sufre los achaques de la edad. Los medios ultracatólicos y las plataformas más carcas, junto a lobbies financieros, disparan contra Bergoglio y concentran su potencia de fuego en el purpurado argentino Víctor Manuel Fernández, gran amigo de Francisco desde hace más de 30 años. «Hay que echar a 'Tucho'», repiten. Atacan a los asesores más cercanos para que renuncien para desgastar a Francisco ante el próximo cónclave.
'Tucho' es el actual prefecto del dicasterio para la Doctrina de la Fe, 'ministerio' clave en la curia vaticana. Debe su apodo al futbolista Norberto Méndez, figura del fútbol argentino que amargó muchas tardes al San Lorenzo de su padre (y del Papa). De crío se le conocía como 'Tuchito'. De la periferia social pasó al Vaticano, tras ser rector de la Universidad Católica Argentina y arzobispo de La Plata. Capacitado intelectual, progresista y comprometido con los oprimidos, asesoró a Francisco en documentos clave, como la exhortación 'Evangelii gaudium' y la encíclica 'Laudato si'.
Su nombramiento generó feroces críticas, acentuadas con la publicación de la declaración 'Fiducia supplicans', en la que el Vaticano autoriza las bendiciones a las parejas homosexuales y a los divorciados vueltos a casar. La recepción del documento con la firma de 'Tucho' fue hostil en los ambientes más conservadores del catolicismo.
Generó una campaña orquestada contra el principal consejero en materia doctrinal del Papa, incluida una 'vendetta' en toda regla. Sus detractores escarbaron en su pasado buscando 'pecados de juventud'. Fernández es autor de más de un centenar de publicaciones y se ha aireado una de hace 30 años, 'La pasión mística, espiritualidad y sensualidad', para condenar sus reflexiones sobre el orgasmo y las relaciones sexuales. 'Tucho', que cita sonetos de amor de Neruda en sus homilías, también publicó 'Sáname con tu boca, el arte de besar', por lo que le tildan de 'pornógrafo' o 'pornocardenal'. Pero el blanco de los ataques es Bergoglio. La pieza a cobrar desde que los rigoristas le pusieron en el punto de mira para denigrarle y promover un cambio de rumbo.
Otro asesor cercano y de mayor confianza de Francisco es el cardenal y jesuita italiano Gianfranco Ghirlanda, doctorado en jurisprudencia en la Universidad de La Sapienza, exrector de la Pontificia Universidad Gregoriana y reputado canonista. Su mano está tras la constitución apostólica 'Praedicate Evangelium' que reorganiza la Curia vaticana. Francisco ha reconocido que existen «resistencias malvadas y ocultas» a su programa de reformas, que se alimentan del gatopardismo ('que todo cambie para que todo siga como está' se dice en 'El gatopardo', de Lampedusa).
Ghirlanda también habría inspirado los cambios decretados en la prelatura del Opus Dei, un recorte de su soberanía y privilegios, en un giro histórico. El Opus afrontó la ofensiva con contención y buenas formas y se mantuvo en silencio cuando el Papa les equiparó a una asociación sacerdotal y rebajó el estatus del prelado con el 'motu proprio' 'Ad charisma tuendum', pero francotiradores de la Obra arremetieron contra el cardenal, acusado de actuar de manera ideológica como instrumento de quienes «querían ajustar cuentas» con la prelatura. «El papa dinamita el Opus Dei», dijo algún titular.
El jesuita, fundamental en la orientación canónica del pontificado, ha sido objeto de bulos. Algunos portales conservadores de Estados Unidos, replicados en blogs italianos, citaron a Ghirlanda como promotor de una supuesta iniciativa para reformar las reglas de los cónclaves, el proceso de elección papal, haciéndolo más sinodal con participación de laicos y una cuota de mujeres. El Vaticano lo desmintió y Ghirlanda lo calificó de «absoluta mentira». Pero el daño ya estaba hecho.
Otro hombre fuerte del Vaticano en la mira de los desestabilizadores es Charles Scicluna, arzobispo de Malta. De formas suaves y mano de hierro, es un implacable cazador de pederastas desde hace 29 años como promotor de la Justicia, equivalente al fiscal. Se ganó muchos enemigos al levantar alfombras en lujosos apartamentos cardenalicios y en despachos de poderosas organizaciones, como los Legionarios de Cristo. Fue fiscal antiabusos con Ratzinger y Francisco lo fichó como secretario adjunto del dicasterio. Reputado investigador con plena confianza del pontífice, actúa con plenos poderes, por encima de obispos y cardenales.
El arzobispo de Malta está ahora en el ojo del huracán por mostrarse favorable a revisar el celibato obligatorio para los sacerdotes de rito latino (las de rito oriental tienen tradición de sacerdotes casados) con el argumento de que «no es un dogma» (es una disposición del Derecho Canónico), y que «fue opcional durante el primer milenio de la Iglesia». «La experiencia demuestra que es algo en lo que debemos pensar seriamente», añadió el prelado, que fiscaliza más de 4.000 casos de pederastia eclesial. Las posiciones de 'Tucho' y Scicluna, confirman que algo está cambiando en el antiguo Santo Oficio.
El director de tesis de Scicluna fue el cardenal estadounidense rebelde Raymond Leo Burke, exprefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, máxima autoridad judicial de la Iglesia, y patrono de la Soberana Orden de Malta. Firme defensor del tradicionalismo religioso, lidera del sector opositor. Llamó a los católicos a desobedecer al Papa desafiando su autoridad. La Orden de Malta protagonizó en 2017 una honda crisis cuando su gran canciller fue obligado a dimitir por distribuir preservativos en Birmania en una campaña contra el sida. Fue una operación para ganar poder por parte del gran maestre, Matthew Festing (su superior), y el propio cardenal, que utilizaron la entidad como ariete contra Francisco. El papa zanjó el 'escándalo de los condones': el jefe de la Orden fue empujado a renunciar y Burke fue apartado.
Ghirlanda, sucedió al cardenal estadounidense como patrono (representante del Papa) en la Orden, un Estado sin territorio sujeto al Derecho Internacional, lideró la actualización de su Carta Constitucional y elaboró un nuevo Código. Se le tacha de 'comisario' tras ser nombrado de por el Papa para controlar la institución milenaria y evitar más sorpresas. En esta batalla nada es por casualidad.
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