Consultora y periodista especializada en maternidad y paternidad, Miriam Tirado (Manresa, 1976) es una de las expertas en crianza consciente más seguidas en Instagram y YouTube. En sus más de 30 libros ha abordado todas las etapas del crecimiento de los niños, desde su nacimiento ... hasta la adolescencia, pero ahora da un paso más. 'Criar juntos' (Grijalbo), su nueva obra, se centra en cómo la llegada de un hijo hace tambalear los cimientos de las parejas, que no siempre saben asumir, o disfrutar, de esa nueva etapa que se abre en la vida.
Publicidad
-¿Cómo se afrontan las parejas el nacimiento de un hijo?
-La relación de pareja afecta mucho a la crianza de los niños. Si estamos bien, es más fácil criarlos; si estamos mal, es complicado. Para crear un buen ambiente en la familia es imprescindible que la relación de pareja esté bien. Cuando tienes hijos pasan muchas cosas, dentro de cada uno, con los abuelos, en muchos contextos diferentes, y se producen tantos roces que se necesitan herramientas para lidiar con ellos.
-¿Cuáles son los motivos de esas fricciones?
-Hay varios. Por un lado, la diferencia de sentires, cada uno vivimos las cosas a nuestra manera y con la llegada de un hijo se nos remueve algo dentro que no siempre va a la par con los sentimientos de nuestra pareja. A veces cuesta ir de la mano cuando cada uno está removido por sus propias cosas. Por otro lado, está el cansancio, que no ayuda a hablarnos de una forma asertiva. También aparece la dificultad para conciliar, las tareas y las obligaciones de tener hijos, porque todavía mucho de esa parte recae en la mujer, y las mujeres están cada vez más hartas de llevar el peso de la carga mental de la casa. Estos roces pueden parecer menores, pero se van sumando. El niño está enfermo, no puede ir al cole, ¿qué hacemos? Como no tengas una buena estructura, eso multiplica el estrés de las parejas. Puede ser un motivo de fricción lo que cada uno creemos sobre la crianza: uno piensa que es mejor cómo lo hacían sus padres y otro opina que no debe hacerse como lo hicieron sus padres. Y como parejas, muchas veces no nos comunicamos, nos limitamos a pasarnos el parte: el niño ha comido, ha dormido… Muchas veces no se encuentran espacio para hablar de nuestros asuntos y se van acumulando las conversaciones, no siempre incómodas, pero también incómodas, que se van enquistando y se quedan en la recámara. Y al cabo de tres años te miras y dices: ¿Quién eres tú, mi compañero de piso?
-¿El nacimiento de los hijos acelera las separaciones?
-Cuando nacen no, porque es una época intensa en la que dices 'ya saldremos del túnel'. Pero yo lo que veo es que la mayoría de las separaciones suceden a partir de que el primer hijo tiene unos seis años y el segundo, tres, después de que hayan pasado unos años de intensidad brutal dedicados al trabajo y a la crianza con poco tiempo de calidad. Todo es tan diferente que se ha podido cambiar y crecer juntos o se ha podido cambiar e ir cada uno por su lado. Entonces llega un momento en que dices: 'Pues ya no tengo ganas de estar contigo'. Yo a veces sugiero a las parejas que se tomen un fin de semana para desconectar y hablar, y algunas me contestan: «No sé si vamos a tener algo de qué hablar porque estamos muy desconectados».
-¿Qué consejos daría a las parejas que están en plena vorágine de la crianza?
-Primero, ser conscientes de que es importante cuidarse uno mismo y cuidar de la pareja, tener espacios cada día para mirarnos a los ojos, conectar y decirnos: «¿Qué tal estás? ¿Qué necesitas?». También es importante sacar tiempo para hacer cosas en común, como salir a comer juntos sin los niños. Pero sobre todo, debemos aprender a comunicarnos bien, de forma asertiva, cuando la emoción no se ha disparado, cuando no está arriba el volcán. Muchas parejas se comunican muy mal y atacando: «Es que tú haces, es que tú dices…». Y desde el 'es que tú' es culpabilizar al otro, que se va a sentir atacado. No solo es hablar, sino hablar bien. Previamente, hay que establecer líneas rojas, qué no queremos en nuestra relación de pareja: faltarnos al respeto, no gritarnos, terminar siendo compañeros de piso… Vale, pues si no queremos todo esto, ¿qué hacemos para no llegar ahí? Si lo vamos trabajando, no se va a alcanzar ese punto. Pero muchas parejas tienen hijos sin haber construido una base sólida previa, ya vienen con problemas de antes. Les parece una buena idea tener un hijo pensando que el hijo va a solucionar las piezas del puzle. Un hijo no soluciona nada, tampoco destroza nada, pero si la pareja ya no gozaba de una buena salud con hijos, no lo va a arreglar.
Publicidad
-Cada cierto tiempo surge el debate entre quienes no quieren tener hijos y quienes dicen que es lo mejor de la vida. ¿Qué piensa usted?
-Yo pienso que tener hijos no es obligatorio. Hay que estar dispuesto a acompañar a nuestro hijo en lo que necesita y eso significa ser responsables, poner límites y saber que este hijo no nos pertenece, no es un monigote que ha venido a satisfacer mis expectativas, sino un ser humano con todos sus derechos y que tengo que estar dispuesto a darle la mano en este camino de vida, que es difícil, pero también apasionante. Si no se está dispuesto a eso, si tener un hijo es para marcar un 'check' en la casilla de todo lo que te han contado que había que tener, si es para satisfacer alguna frustración propia, si es para que mi hijo llegue a donde yo no he llegado… Pues en esos casos, es mejor que no tengas hijos porque la cosa no es así. Entiendo a las personas que dicen que no quieren tener hijos porque la sociedad no te ayuda, no puedo conciliar, porque no quiero tener un hijo para no verlo y no poder criarlo como a mí me gustaría porque tengo que estar todo el día currando para pagar el alquiler… Yo entiendo a estas personas que dicen: 'Esto no está hecho para mí'. Porque realmente no es fácil. Los que tenemos hijos sabemos lo mucho que implica tener hijos, los malabares que tenemos que hacer cada día para poder estar con ellos y lo frustrante que puede ser. La satisfacción no es inmediata, hay que saber sembrar y tener paciencia. Personalmente, no me imagino mi vida sin haber tenido mis hijas, siempre he querido ser madre y es algo que me ha traído muchísimo gozo, pero entiendo que otra madre a lo mejor no ha sentido tanto gozo. Cada cual es diferente, y aun así, yo creo que el 99% de personas que tienen hijos aman profundamente a sus hijos y no se arrepienten de haberlos tenido. A la pregunta de 'si pudieras echar hacia atrás el tiempo y no haber tenido hijos', a mí nadie me ha respondido 'sí'.
¡Oferta 136 Aniversario!
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.