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Cristian Reino
Barcelona
Jueves, 9 de julio 2020, 17:52
El nivel del dióxido de nitrógeno (NO2), el principal gas contaminante en las ciudades provocado por los coches, se redujo un 62% en Madrid y un 50% en Barcelona, durante el confinamiento decretado por el Gobierno como consecuencia de la pandemia del coronavirus. Esta es ... la principal conclusión de un estudio liderado por el catedrático de la Universitat Politècnica de Catalunya, José María Baldasano, profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial de Barcelona.
Baldasano ha analizado los niveles de contaminación atmosférica de Madrid y Barcelona, las dos mayores ciudades de España, y el impacto que ha tenido la disminución drástica del tráfico rodado, que disminuyó entre un 75% y un 80% en este periodo en que la gente permaneció en casa. Según el investigador, el confinamiento total de la población durante los meses de marzo y abril en España para reducir los niveles de transmisión de la COVID-19 ha permitido realizar el experimento a mayor escala de la historia en términos de la calidad del aire en las ciudades. El estudio se ha centrado en estudiar el dióxido de nitrógeno (NO2), provocado mayoritariamente por el tráfico de los coches y cuyos niveles eran registrados cada hora por una red de estaciones de medida de la polución.
«El confinamiento ha representado en el ámbito mundial y, particularmente, europeo, el mayor experimento involuntario que se ha hecho sobre la calidad del aire en las ciudades. Esta situación nos permite ver cuál será el esfuerzo real de reducción de las emisiones de contaminación en nuestras ciudades, que tienen problemas para cumplir los valores límite de calidad del aire marcados por la Unión Europea y la Organización Mundial de la Salud », señala Baldasano. El se ha publicado en la revista ' Science of the Total Environment.
Los resultados se han comparado con los esfuerzos realizados por ambas ciudades para reducir la contaminación con los planes de zonas de bajas emisiones. A su juicio, los resultados con estos planes son muy tímidos. Así por ejemplo, en el caso de Barcelona, se prevé que la implementación de la zona de baja emisión reduzca la concentración de NO2 en un 11%, muy lejos del 50% logrado por la reducción del tráfico durante el confinamiento. «Las medidas que se están tomando son insuficientes si queremos tener aire limpio«, considera Baldasano, para quien los datos obtenidos durante el confinamiento »nos indican claramente que debemos remodelar las ciudades de cara al futuro, sabiendo compaginar espacio público con movilidad y, sobre todo, con la necesidad de que la salud sea un parámetro clave».
El estudio cita un informe de la Agencia de Salud Pública de Barcelona, que concluye que sólo en 2018 la contaminación atmosférica provocó en la ciudad condal 351 muertes prematuras. El dióxido de nitrógeno (NO2) es el principal gas contaminante, generado sobre todo por el tráfico, y puede irritar los pulmones, y disminuir la función y la resistencia a infecciones respiratorias.
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