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Con los primeros rayos de sol entrando por la ventana, Alberto Sangiovanni Vincentelli, científico de la Universidad de Berkeley en California, responde «ahora mismo son las 7:30 de la mañana aquí en la costa oeste». Horas antes recibió la llamada del jurado de la ... Fundación BBVA para informarle del galardón Premio Fronteras del Conocimiento en Tecnología y Comunicación dotado con 400.000 euros. Su «transformación» de la industria de los chips ha sido la razón de este reconocimiento. «No lo esperaba de verdad», asegura a través del ordenador. «Es muy prestigioso y estoy realmente agradecido».
En el acta del jurado, el comité se pregunta: ¿cómo fue posible que pasáramos de fabricar chips a mano, con unos pocos miles de transistores, a los complejos chips actuales? Con una breve carcajada responde: «Bueno juegas con muchos componentes y tienes que integrarlos bien». Cinco décadas de investigación para, finalmente, hacer más sencilla la fabricación y convertirlas en herramientas realmente útiles. Además, desarrolló también un sistema para generar circuitos automáticamente a partir de lenguajes de descripción de hardware. Por último, creó un programa para distribuir los múltiples componentes de un circuito de manera que se maximizara el rendimiento y se minimizara el consumo energético.
Un giro de 180 grados que revolucionó la industria y «que se mantiene a día de hoy», explica el jurado. Aunque la industria ahora mismo es totalmente distinta. «Hemos pasado de pocos procesadores a miles a cientos de miles», explica Sangiovanni. «No es solo tener la tecnología, también es necesario gente que sepa cómo hacerlo y ese es el problema que está pasando con China, Estados Unidos y Europa», añade.
Los primeros capítulos de la guerra fría tecnológica entre Estados Unidos y China se materializó en el 5G y Huawei. El siguiente capítulo se ha centrado en los chips y Taiwán. «Apple, por ejemplo, necesita estos procesadores, pero no tiene capacidad de fabricarlos y acude al número uno que es TSMC», detalla el científico italo-americano.
En la actualidad, «todo dispositivo tiene un chip», recuerda Sangiovanni. Desde lavadoras, teléfonos, ordenadores o, incluso, misiles y «el 90% del mercado lo controla la taiwanesa TSMC, aunque China tiene algunas posibilidades de fabricación», apostilla. Controlar diseño y fabricación «es lo que buscan tanto Estados Unidos como China y también Europa, pero el conocimiento se concentra en unos pocos lugares y es caro».
Sangiovanni Vincentelli se ha enfocado hacia otras áreas en las que la automatización del diseño puede ser de utilidad, como los automóviles, los aviones o los edificios. «Nos queda otro nivel», apunta el científico. «Cada vez los procesadores son más pequeños y hablamos de un nanómetro», detalla.
En 2015, este ingeniero ya hablaba de que el IoT o Internet de las Cosas era ya el pasado, «soy más de decir Internet de las Cosas y las Personas», responde. ¿Eso es conexión cerebro y máquinas? «Es totalmente posible y piensa que se ha hecho, se ha probado y ha funcionado», asegura. «Primero lo entrenamos con monos y funcionó. y luego se hizo con algunos humanos que tienen discapacidades severas», añade.
Un futuro, quizá no lejano del que el CEO de Twitter y fundador de Tesla -Elon Musk- ya hablaba. Pero, «ese es el siguiente paso», comenta Sangiovanni. «Ahora es el momento de la inteligencia artificial que será útil para algunas aplicaciones como la búsqueda en internet, pero hay que tener cuidado con ella», advierte.
En los últimos años, las peticiones a los buscadores en la red de redes «se hacían mediante palabras clave», señala el Sangiovanni, «en unos años o meses le podrás preguntar y te contestará con la solución». Un porvenir que está a la vuelta de la esquina con las herramientas de Google y Microsoft. «Pero hay que avisar a la gente, porque la curva de aprendizaje tiene muchos sesgos».
«No se puede hacer todo con el aprendizaje automático», valora, porque los resultados serían peores que empleando las técnicas bien conocidas de la disciplina. «Conocemos los principios físicos que hay detrás del diseño, y empleándolos podemos garantizar que nuestras herramientas funcionan».
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