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Tras una semana de suspense debido a sus supuestos problemas de salud, Dominique Pelicot, de 71 años, ha comparecido este martes por primera vez ante el Tribunal de Aviñón, en el sudeste de Francia. «Reconozco la globalidad de los hechos», ha dicho en sus primeras ... palabras el principal acusado del caso de Gisèle Pelicot, la mujer francesa, de 71 años, violada por 83 hombres durante casi una década a instancias de su marido, Dominique —ahora ya divorciados—, que la drogaba y la adormecía.
La infección de orina y la piedra en la vesícula que sufre el instigador de esta trama aplazaron su testimonio durante una semana. Después de varias audiencias suspendidas a causa de su ausencia, Dominique Pelicot regresó al Tribunal de Aviñón. Cuando empezó la audiencia de este martes, pocos minutos después de las nueve de la mañana, él estaba en la parte de los acusados beneficiándose de un dispositivo especial justificado por sus dolencias médicas: un sillón de oficina y un colchón para que descanse durante las pausas en el juicio. Como si fuera el padrino entre los 50 acusados por violación en este proceso con una gran repercusión mediática.
El juez Roger Arata dio en primer lugar la palabra a Dominique Pelicot. Además de reconocer todos los hechos por los que lo juzgan en este proceso —organizar las numerosas violaciones de su mujer, violar varias veces a otra mujer con la misma metodología y fotografiar medio desnuda a su hija cuando dormía—, mostró su arrepentimiento por los múltiples delitos sexuales cometidos. «He comprendido el mal que cometí durante los últimos tres años gracias a los psicólogos. Uno no nace así (de perverso), se convierte en eso», afirmó. También dijo, sin ruborizarse, que, «aunque parezca una paradoja, nunca consideré a mi mujer como un objeto».
«Soy un violador como los otros en esta sala, que lo sabían todo. No pueden decir lo contrario», insistió Pelicot, provocando murmullos entre el público. Con esas palabras, cuestionó la defensa de una parte de los acusados. Ellos sostienen que el marido, tras haberlos contactado a través de una página web de libertinaje, los manipuló y no sabían que Gisèle no consentía esas penetraciones. Creían, según ellos, que era un juego de una pareja de libertinos.
Esa justificación se ve, sin embargo, contradicha por varios elementos de la investigación. En ellos se observa que los otros hombres estaban al corriente de que adormecía a su esposa con sobredosis de ansiolíticos muy potentes. De hecho, el principal acusado negó este martes haber engañado y manipulado a los otros violadores, cuyas agresiones sexuales fueron grabadas y almacenadas en el ordenador de Pelicot. «No esposé a nadie para llevarlo a mi casa», aseguró.
«¿Cuándo se convierte uno en un perverso?», le preguntó Antoine Camus, uno de los abogados de Gisèle Pelicot y sus hijos. Dominique lo relacionó con su adicción a internet y, en concreto, con los contenidos y los foros de esa página de libertinaje (Coco.fr), prohibida hace unos meses. En ese portal, chateó con un enfermero que le aconsejó la dosis de ansiolíticos con la que debía sedar a su mujer para que no se despertara durante las violaciones. El acusado mencionó esa conversación como un momento clave.
Los abogados le han reprochado los peligros a los que expuso a su esposa. Al drogarla constantemente con ansiolíticos, aumentaba las posibilidades de que sufriera un accidente de tránsito, así como varios problemas de salud. También la dejó a merced de numerosas enfermedades de transmisión sexual, al permitir que la penetraran sin preservativo. Incluso uno de esos desconocidos tenía el sida. Pelicot se justificó con el argumento de que le presentó un certificado falso. Pese a los problemas neurológicos y de cansancio que sufrió Gisèle, nunca detuvo ese modus operandi infernal. «La adicción era demasiado fuerte», reconoció.
Pelicot también habló de su infancia y adolescencia. Como ya había hecho ante los jueces de instrucción, contó una supuesta agresión sexual que sufrió cuando tenía 9 años por parte de un enfermero en un hospital, donde estaba ingresado. «Primero, me dijo que se llamaba Basile y si quería caramelos. Luego, sentí su bigote en mi trasero y muchas otras cosas que no entendía», declaró ante la corte. Además, el acusado habló de las presuntas violaciones que su padre cometía sobre una hermanastra. Ante las preguntas que le hicieron sobre las sospechas de comportamientos pedófilos con sus nietos —tiene hasta siete—, los negó todos ellos.
Recordó, asimismo, el episodio de una agresión sexual a una mujer con discapacidades mentales durante su adolescencia cuando trabajaba como paleta: «Era una mujer que estaba sufriendo una violación por otros hombres. Entonces, pusieron mi cabeza en su sexo y luego vomité». Durante la instrucción, había reconocido la violación a una agente inmobiliaria en 1999, después de que encontraran rastros de su ADN en las pruebas de ese caso. Esta vez, no obstante, no respondió a las preguntas sobre esa agresión, que no forma parte de este juicio.
Tras escuchar la primera parte del testimonio de su exmarido, Gisèle Pelicot declaró de nuevo ante los jueces. «Es difícil de escuchar por parte del señor Pelicot lo que acaba de decir. Durante 50 años, viví con un hombre del que no pude imaginar ni un segundo esas violaciones con otros hombres», dijo la víctima, convertida en un símbolo más allá de las fronteras de Francia. «Lamento lo que hice, aunque sea imperdonable», le respondió su exmarido.
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