Secciones
Servicios
Destacamos
Narrativa: Ana I. Cordobés y Carmen Nevot
Logroño
Martes, 27 de junio 2023
Todo ocurrió entre las 21.28 y las 22.04. Es la media hora que pasó desde que Javier Ovejas salió de su casa, en coche y acompañado de su perro, en dirección al domicilio de O.P.R. hasta que su pareja encontró el vehículo aparcado junto a la puerta del sospechoso. El conocido como caso Entrena tiene muchas claves que pueden explicar qué ocurrió aquella noche del 29 de julio de 2021.
Por los delitos de asesinato y de tenencia ilícita de armas, el acusado se enfrenta a una petición de 23 años de cárcel por parte de la Fiscalía, mientras que las acusaciones particulares, que representan a la novia y a la familia de la víctima, piden 28 años. Para la defensa, que reclama la absolución, los hechos no son constitutivos de delito.
¿Dónde están y de quién son las monedas? La primera de las claves lleva a averiguar el dueño de una colección de monedas que supuestamente Javier Ovejas robó de casa de O.P.R., y que, como ha reconocido en sede judicial, sabía que él se las había sutraído. Sin embargo, las mencionadas monedas podrían no ser del acusado, sino de otro testigo, que ha declarado en el juicio, y que, según su versión, se las dejó al procesado para que pagara una fianza que el juez le había impuesto por el caso de maltato animal conocido como el 'Guantánamo de Entrena'.
Las monedas, según su testimonio, estaban en manos de Javier y su pareja después de que estos «desvalijaran» la vivienda del acusado aprovechando que éste se encontraba fuera de su domicilio. Este testigo señaló que Javier Ovejas y su pareja fueron quienes perpetraron el robo en el que sustrajeron 90.000 euros de la vivienda. Durante su declaración avisó de que «todo el mundo teme» al acusado hasta el punto de que O.P.R. le envió «dos matones» a pedirle 5.000 euros.
Estas monedas representan una de las claves principales ya que, según la investigación, son las que motivaron el asesinato del joven Javier Ovejas.
Javier Ovejas acudió a la cita con O.P.R. a bordo de su vehículo y junto al perro de su pareja. Se cree que el uso del coche por parte del joven para acudir al domicilio del acusado, situado a apenas 150 metros de su vivienda, pudo despistar y romper la estrategia del acusado. Dentro del utilitario se encontró a la mascota atada, un punto que ha llamado la atención dentro de la investigación, puesto que la pareja del joven ha declarado que jamás amarraban al animal dentro del vehículo y, menos aún, para un trayecto de apenas unos segundos.
«Cogió el coche y mi perro y se fue; la idea era que luego se lo llevaría a un descampado a darle una vuelta», explicó la novia de Javier en la segunda jornada del juicio. Media hora después de que Javier se fuera de casa, como no regresaba, le llamó por teléfono y el dispositivo estaba apagado. Preocupada, dijo, fue a la casa de O. P. R. y cuando llegó el coche de Javier estaba aparcado en la puerta, «la ventanilla a medio bajar y mi perro atado con una cuerda en la parte atrás. Jamás hubiera atado Javi a mi perro dentro del coche. Siempre lo llevaba suelto y yo le decía que había que llevarlo atado, aunque era pequeño».
Dos años después de la desaparición de Javier Ovejas, nada se sabe de su cuerpo. En los primeros días tras el aviso, cerca de sesenta vecinos de Entrena y pueblos aledaños organizaron batidas junto a la Guardia Civil para intentar dar con el cadáver del joven, pero no encontraron rastro.
Todo ocurrió entre las 21.28 y las 22.04. Se cree, por la inactividad del teléfono móvil del procesado, que es el lapso temporal entre que Javier Ovejas salió de su casa, llegó a la del acusado y su pareja fue a buscarle a casa de este último y halló su vehículo aparcado en la puerta. La investigación apunta a que O.P.R. solo tuvo 30 minutos para matar a Javier, montarlo en una furgoneta y dejarlo en los alrededores de Entrena, en un radio de unos cinco minutos conduciendo sobre todo por caminos forestales.
Activa el sonido para disfrutar de esta experiencia
La del escaso tiempo es, precisamente, una de las bazas de defensa del acusado.
O.P.R. aseguró en sede judicial que «en media hora una persona no mata a otra, no se deshace del cuerpo, es prácticamente imposible».
AUX STEP FOR JS
Aunque no se sabe nada del cuerpo de Javier Ovejas, sí se encontró parte de su teléfono móvil lanzado en una acequia en un camino situado entre Navarrete y Entrena. En concreto, se hallaron dos piezas del móvil dos días después de la desaparición del joven. La investigación ha señalado que el dispositivo «había sido destrozado a conciencia».
Respecto al teléfono del acusado, se han encontrado dos paréntesis 'en blanco' en el móvil la propia noche de la desaparición de Javier Ovejas. Dos momentos que la investigación atribuye al momento en que presuntamente se produjo el asesinato y otro posterior en el que creen que «empezó con la limpieza de todos los indicios que le pueden incriminar». Además, el acusado, tras declarar ante la Guardia Civil después de la desaparición cambió su teléfono, un smartphone por un modelo antiguo, con lo cual se perdieron todos los mensajes y las localizaciones.
«Escuchamos socorro, socorro, un tiro, vimos una sombra, oímos un golpe de chapa y me pareció ver que agarraban algo grande, lo metían a una furgoneta con las luces apagadas y salían a la calle». Es la declaración de uno de los vecinos de Entrena que reside cerca del acusado. El último grito de socorro que escuchó «fue desgarrador», describió en la sesión, hecho por el que fue cuestionado. ¿Por qué no avisó a la Guardia Civil? El vecino señaló que procede de otro país, de un «barrio muy pobre y he oído disparos todos los días». Ese mismo día no llamó a la Guardia Civil, ha justificado, «porque vive en un país en el que esto sucede a diario». Lo hizo dos días después, cuando la noticia de la desaparición de Javier Ovejas había saltado a los medios de comunicación y un helicóptero del Instituto Armado sobrevolaba su casa en busca de la víctima.
Otro vecino que regresaba a casa de trabajar ha señalado en la sala de vistas que empezó a oir muchos gritos «de dolor extremo, como pidiendo ayuda», ha relatado. Los gritos «se oían en todo el pueblo, alteraron a todos los perros, podrían ser gritos de alguien que se estaba muriendo».
En la inspección de la vivienda del acusado se halló una mancha de aceite en la rampa que conduce al patio de la vivienda. Alrededor de esta mancha también se detectaron pequeñas partículas de sangre de Javier Ovejas. La mancha, según los investigadores, era «fresca», «reciente» y no se parecía a la marca «espontánea» que dejan los coches cuando están aparcados, «sino a la que queda cuando se ha vertido, además, una mancha que sale de un vehículo no suele ser tan grande». Una mancha que dificultó seguir buscando restos de sangre porque «estaba tapado con el aceite», aunque sí se hallaron restos orgánicos de la víctima en la rampa de la casa, en el interior de la furgoneta que estaba estacionada en el patio y en el asa de un compresor. No se detectó nada en el interior de la vivienda del procesado.
En la inspección de la vivienda se hallaron ocho casquillos del calibre 22 que se recogieron en la que se supone que fue la escena del crimen. El perito encargado de analizarlos ha explicado que se llegó a la conclusión de que cinco de ellos fueron disparados por la misma arma, otros dos por otras dos diferentes y una última que no pudo ser identificada. Es decir, tal como ha detallado, para disparar esos ocho casquillos se emplearon, al menos, tres armas diferentes.
Sin embargo, ninguno de los casquillos pudo ser disparado con las armas que tenía el acusado en su casa, de la que sólo funcionaban una carabina del 4,5 de aire compromido y una escopeta del calibre 32.
Preguntado por parte de la defensa acerca de por qué sólo se hallaron casquillos y no proyectiles en el patio del acusado, el perito de la Guardia Civil ha explicado que es normal que no se hayan encontrado porque «donde han impactado han entrado y se han quedado».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
Sergio Martínez | Logroño
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.