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ÁLVARO MUÑOZ | CHEMA CILLERO
Domingo, 14 de agosto 2022, 13:48
Las circunstancias del suceso de la tarde del sábado en el que aparecieron tres cadáveres -dos con signos de violencia- en dos viviendas cercanas entre sí del barrio de La Rondilla de Valladolid, con la posterior detención de un hombre en la misma zona ... envuelven el caso de misterio y abre interrogantes a los que la investigación deberá responder.
-Parentesco de consanguinidad o legal, aparentemente no. Algunas informaciones publicadas a lo largo de la tarde de ayer y hoy mismo sostenían y sostienen que existían lazos familiares entre unas y otro, pero en ningún momento hubo una confirmación oficial. Cosa distinta es que los fallecidos estuvieran relacionados, además de por razones de vecindad, por algún lazo afectivo entre ellos.
-Los pocos datos facilitados por la investigación policial permiten determinar que los cadáveres con signos de violencia -heridas de arma blanca por lo que ha trascendido- son el del varón de Marqués de Santillana y la mujer de 54 años del piso de Linares 32. Esta circunstancia invita a pensar que el autor o autores de ambos crímenes prendieron fuego a los cuerpos tras la agresión con arma blanca para intentar borrar huellas que pudieran facilitar su identificación como autores del homicidio. Más descabellado pero no descartable sería apuntar que quien perpetró los crímenes tenía un afán no solo de acabar con la vida de sus víctimas, sino además destruir sus cuerpos. En el caso de la mujer de 78 años, madre de la otra víctima de la calle Linares, la ausencia de heridas violentas lleva a determinar que murió pasto de las llamas cuando acudió a buscar a su hija. En este sentido, hay que recordar que el servicio de atención policial recibió una llamada de auxilio de la mujer preocupada por su hija poco antes de que se empezasen a conocer los detalles del suceso.
-Es razonable pensar que sí, por la proximidad entre sí de ambas viviendas, apenas dos minutos a buen paso, y porque a pesar de que apenas hay cinco minutos de diferencia entre las llamadas que alertaban de un suceso y el otro, no se puede determinar a qué hora empezaron los hechos en cada uno de los dos domicilios.
-Contrasta lo poco que tenían que contar los vecinos sobre la mujer y su hija muertas en Linares 32 con los detalles que narraban los vecinos de Carlos, cuya descripción discurre entre el cariño que se tiene por alguien del barrio de toda la vida que caía bien y la deriva por la que dejó discurrir su vida en los últimos años de la misma. «Los vecinos de Carlos se esperaban un desenlace como el de ayer al ver continuo reguero de personas que se acercaba a diario a su vivienda». Ese reguero y algunos indicios de filtraciones anónimas de la investigación invitan a pensar que el fallecido en Marqués del Duero tenía alguna relación con la venta de drogas al menudeo, hipotético germen de un ajuste de cuentas que estaría en la raíz de las muertes, aunque en ningún momento fuente oficial alguna confirma este extremo.
-Sin confirmación oficial, es difícil descartar que ambos hechos estén relacionados. La forma de actuar de la policía, cuyos agentes recorrieron algunos portales de la zona e incluso llamaron a algunas viviendas por el portero automático, la sensación de los reporteros de El Norte que cubrieron el suceso es que desde el primer momento la investigación apuntaba no solo a un móvil determinado, sino también a su presunto, o sus presuntos autores. Pero este extremo, así como el resto de infinidad de flecos que deja un suceso negro en medio de lo que parecía una tarde apacible y calurosa de agosto, son los que trataremos aclarar en las próximas horas.
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