Reaparece el científico que anonadó al mundo cuando anunció que habían nacido tres niños que él había modificado genéticamente en estado embrionario. Después de cumplir una condena de tres años en prisión por ejercer prácticas médicas ilegales según la ley china, He Jiankui busca fondos. ... Al margen de las grandes instituciones, quiere desarrollar una línea de investigación genética para frenar la distrofia muscular de Duchenne, una enfermedad que debilita los músculos desde la infancia y que puede derivar en invalidez.
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El artífice genético de los bebés conocidos como Lulu, Nana y Amy explica en un documento que podría desarrollar una «terapia génica» para transferir genes a las células musculares, mediante un serotipo creado con adenovirus. La técnica ya existe pero su coste puede alcanzar «un millón de dólares». En su escrito mantiene que su tratamiento será muy barato. Como «se necesita una dosis alta para lograr la transmisión por todo el cuerpo» la solución propuesta por el científico chino es la «fabricación a gran escala» del serotipo AAV con «inteligencia artificial». «Confío en que los niños de tres años con esta enfermedad puedan vivir una vida normal», sostuvo tras un encuentro con una supuesta familia con un hijo con este tipo de distrofia.
En libertad desde abril de 2022 y activo en Tik Tok y Twitter, donde se muestra como investigador, padre y golfista, la semana pasada activó las expectativas de sus colegas occidentales al participar en un seminario de la Universidad de Kent sobre la utilización de la técnica de edición genética Crispr. Los promotores le anunciaron como cabeza de cartel, para hacer una «reflexión» de sus investigaciones y «cómo mejorar la gobernanza bioética». Sin embargo, sobre el experimento que le dio la fama y la cárcel, calló a pesar de las preguntas de los 80 asistentes de una docena de países, entre los que había científicos de instituciones de primera línea. No es la primera vez que participa en conferencias, pero sí en una destinada a un público fuera de China.
El hombre que modificó los genomas de tres embriones humanos, para crear personas en teoría resistentes al VIH en 2018 y 2019, sólo reconoció la necesidad de aceptar que los experimentos deben seguir restricciones morales. De su trabajo anterior escribió ese mismo día: «No estoy preparado para hablar sobre mi experiencia de los últimos tres años». Nunca ha publicado un artículo científico con sus resultados. Centrado en su nuevo proyecto, anunció también que no asistirá a un par de invitaciones de la Universidad de Oxford y del Instituto Francis Crick, donde se esperaba que compartiera detalles de esa recodificación del gen CCR5. No obstante, afirmó días después que «espero más diálogos entre ciencia y ética».
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Otra incógnita que no despeja He Jiankui es el destino de los gemelos y del tercer bebé nacido un año después, que ya habrían cumplido los cuatro y tres años. Como un paso más de su experimento, los tres niños fueron concebidos por padres y madres seropositivos. Los embriones fueron implantados por el propio He. «Los primeros humanos editados genéticamente del mundo viven vidas normales y tranquilas», sostuvo en una entrevista en la revista 'South China Morning Post', publicada el día 7 de febrero. «Respétenlos, no desean ser molestados». Ahora también quiere recaudar fondos para ellos, anuncia, porque no le dio tiempo a hacerles seguros médicos. «Lo hice demasiado rápido», afirmó en esta escueta entrevista.
El nacimiento de las criaturas fue condenado por unanimidad por la comunidad científica, cuyas sociedades realizaron diferentes estudios con una misma conclusión: la edición genética con Crispr no es segura y no debe usarse en embriones humanos que terminarán desarrollándose, algo refrendado también por la Organización Mundial de la Salud. Sobre este ensayo, He no ha revelado datos que permitan conocer el estado de salud de las criaturas, ni si logró inmunizarlos al VIH, la excusa con la que presentó a los bebés.
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El lugar del desarrollo de su investigación sobre la distrofia muscular, dice He, sería Pekín, donde ha fundado un laboratorio y registrado un «instituto de investigación de enfermedades raras». Su intervención en el seminario del sábado pasado se centró en la teoría de la edición genética y en sus planes de desarrollo a escala del fármaco contra la distrofia. Un anzuelo para las donaciones de organizaciones filantrópicas, ya que rechaza asociarse a farmacéuticas. El hombre que se creyó dios tiene ahora una visión: «que todos estemos libres de enfermedades hereditarias». El mundo vuelve a dudar de sus intenciones.
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