Marco Sibaja
Martes, 5 de enero 2021, 01:02
A la orilla de un manglar, en el Pacífico central de Costa Rica, comienza a tomar forma un enorme velero. Pero no es uno cualquiera. Llevará carga con la fuerza del viento, sin combustibles fósiles y sin contribuir al cambio climático, pues no emitirá ni ... un gramo de CO2.
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Cuando esté acabado, tendrá 45 metros de largo y podrá transportar 350 toneladas de carga, el equivalente a nueve contenedores. Será el mayor del mundo y llevará por nombre Ceiba, como el árbol sagrado de los mayas, el árbol de la vida.
El astillero, en la pequeña localidad costera de Punta Morales, es una Torre de Babel donde franceses, alemanes, belgas, polacos y pobladores locales lijan madera, dan forma a las «costillas» de la nave y van fijando con tornillos las piezas de la futura embarcación. Uno de ellos es Misael Ledesma, un pescador de Costa de Pájaros. «Este barco va a ser a pura vela, sin motor, sin contaminación. Se remonta uno a 300 años atrás», comenta.
Detrás del proyecto está Lynx Guimond, un francocanadiense aventurero, ebanista, navegante y artista que fundó la empresa Sailcargo, responsable de la embarcación de madera. Ceiba es el primer barco desarrollado por Sailcargo, valorado en 3,4 millones de euros y financiado por inversionistas privados.
«Va a ser un velero con tres mástiles bastante grandes para transportar mercancías», explicó Guimond a AFP en el interior de la nave en construcción. «Va a ser el velero de carga más grande del mundo. Va a tener motores eléctricos auxiliares, pero su principal forma de propulsión serán las velas. Va a ser libre de emisiones», sostiene.
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Sailcargo será la administradora del buque, que ofrecerá servicios de transporte de mercancías como café, cacao u otros bienes de la zona. En el centro del velero estará el área de carga, mientras en la parte trasera irá la cabina del capitán y los motores de litio, que se cargarán con generadores eólicos. En la parte frontal se ubicarán los dormitorios de la tripulación, con capacidad para alojar a 24 personas. Al no depender de combustibles, la única limitación para navegar será el agua potable. Los depósitos permiten estar en alta mar hasta 45 días seguidos.
Los últimos datos disponibles dicen que el transporte marítimo es responsable de la emisión de 1.000 toneladas anuales de CO2 (el 3,1% del total mundial), pero se calcula que podría llegar al 10% si no se buscan alternativas. Sailcargo quiere probar que es posible hacer transporte de carga eficiente, rentable y libre de emisiones.
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Guimond, quien se formó como ebanista, llegó hace años a Costa Rica, donde se instaló para esculpir mascarones de proa que enviaba a astilleros de Europa. Lo hizo después de recorrer el mundo como navegante y de trabajar como constructor en astilleros de Países Bajos. «Para el Ceiba –desveló– ya tengo una escultura bonita en mente. Siempre es bueno tener una cara femenina que representa el alma del barco, pero también muchos animales y flora. Algo que representa a Costa Rica».
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