Isaac Asenjo
Sábado, 13 de junio 2015, 03:22
Aquello de que el perro es el mejor amigo del hombre es algo que hemos escuchado toda la vida. La relación viene de muy lejos. Tanto, que los canes han adaptado sus mentes para entender mejor las emociones de las personas, según explican expertos como ... el etólogo Attila Andics.
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Pero ahora no solo sabemos que ellos también tienen un área del cerebro dedicada a la interpretación de la voz para rastrear nuestros sentimientos, sino que además serían capaces de juzgar a una persona en función de su comportamiento en sociedad. Según un estudio de la Universidad de Kyoto, en Japón, si te llevas mal con alguien, a tu perro también le caerá mal. Esta simple conclusión se apoya en una serie de experimentos con un total de 54 canes repartidos en tres grupos.
Según los investigadores, los canes evalúan a las personas en función de la forma en que sus amos se comportan con ellas, rechazando incluso comida si la persona 'non grata' se la ofrece.
«Hemos descubierto por primera vez que los perros hacen evaluaciones sociales y emocionales de las personas independientemente de su interés directo. Esta capacidad es uno de los factores clave en la construcción de una sociedad altamente colaborativa, y éste estudio muestra que los perros comparten esa habilidad con los humanos», ha explicado Kazuo Fujita, profesor de Psicología Comparativa de la Universidad de Kyoto y director del estudio en declaraciones al diario 'The Guardian'. El investigador ha añadido que éste es un rasgo que ya está presente en los niños desde los tres años.
El experimento
Primero organizaron tres grupos formados por 18 perros, sus respectivos amos, y otras dos personas que la mascota no conocía. La idea era que cada dueño abriera una lata de comida delante del animal y pidiera ayuda a una de las personas que le acompañaban.
En el primer grupo, la persona a la que se le pedía ayuda se negaba ostensiblemente a colaborar, mientras que, en el segundo, aceptaba de forma agradable. En ambos casos, siempre había un sujeto que se mantenía neutral en la situación, es decir, desconocida por los animales y que no manifestaba ningún sentimiento. Finalmente, en el último caso ninguno de los acompañantes interactuaba con el dueño del perro, que abría la lata él solo.
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Las pruebas se repitieron en cuatro ocasiones con cada grupo. Después de cada situación, el dueño del animal se marchaba y dejaba al can frente a los dos acompañantes, que le ofrecían el mismo tipo de comida. ¿El resultado?. El perro, sin dudar, fue a por la comida que le entregaba el actor neutral o aquella que tenía la persona que había colaborado con su amo. Sin embargo, en ningún caso cogía la del sujeto que se había negado a ayudar en la situación anterior. El estudio aparecerá en la revista científica Animal Behaviour ('Comportamiento animal') que se publicará a finales de este mes.
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