Secciones
Servicios
Destacamos
Este año se han reportado, por medio de artículos científicos en reputadas revistas, avances en los diagnósticos y tratamientos de enfermedades como cáncer, diabetes, trombosis o párkinson, gracias a la inteligencia artificial. El «aprendizaje profundo de los algoritmos» ha permitido hallar nuevos biomarcadores, ayudar a las nanopartículas a entrar en tumores sólidos, mejorar los indicadores de la madurez del esqueleto y la lectura de las radiografías, detectar resultados neurológicos deficientes, evaluar los trastornos depresivos en mayores y mejorar las propiedades químicas de los fármacos, entre otros resultados.
«La tecnología que se aplica al estudio de las enfermedades crónicas y del envejecimiento son cada vez más complejas, y estamos aprendiendo cada día que el potencial de estas tecnologías para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades es inmenso», sostiene Alberto Díaz-Ruiz, jefe de Grupo del Laboratorio de Gerontología Celular y Molecular, en el programa 'Nutrición de precisión y envejecimiento' del Instituto IMDEA Food. «En nuestro campo, paralizar estas investigaciones supondría un retraso en las capacidades que tienen las sociedades para promover el envejecimiento saludable, con las implicaciones que esto supondría, teniendo en cuenta el aumento evidente de la esperanza de vida y de la población senior que estamos viendo y viviendo a nivel global».
Los métodos de IA se pueden aplicar a ingentes bases de datos, por ejemplo. Esta semana se reveló cómo se podían estudiar nueve millones de historiales clínicos para predecir el riesgo de cáncer de páncreas, uno de los que más demoran en diagnosticarse, gracias al «entrenamiento de modelos de aprendizaje automático en la secuencia de códigos», aseguran los autores del artículo 'Un algoritmo de aprendizaje profundo para predecir el riesgo de cáncer de páncreas a partir de las trayectorias de la enfermedad'.
¿Se podría sustituir la IA en investigaciones como ésta? «Sí y no», responde Chris Sander, investigador de la Harvard Medical School y coautor del artículo publicado en 'Nature'. «Debido a las grandes cantidades de datos, la IA puede ser más eficiente en la generación de herramientas de predicción válidas y útiles que los métodos tradicionales. Para aplicaciones médicas puede ser muy valiosa con el impacto de extender la vida saludable de los humanos. Pero también podemos, en paralelo, desarrollar algoritmos que no sean de IA que funcionen bien. Es un desafío científico y técnico. En ciencia, la IA es solo un método».
Durante 15 años, los científicos de la Facultad de Química de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia) analizaron las muestras de individuos sanos recogidas en el programa de Investigación Prospectiva Europea Española sobre el Cáncer y la Nutrición (EPIC) hasta que 39 de ellos desarrollaron párkinson. Sobre el conjunto de datos, las «redes neuronales» analizaron los metabolitos (componentes químicos generados por el organismo al ingerir) para hallar señales de alarma que permitieran el diagnóstico precoz de esta enfermedad. La complejidad del cálculo, por el que la investigación se apoyó en el «aprendizaje automático», estaba en las distintas combinaciones de metabolitos que pueden ocurrir de forma única e individual.
«La sociedad no tiene una manera efectiva de detener el desarrollo de la IA», mantiene Sander. «Las empresas no cesarán de desarrollarla incluso si se dictara una moratoria oficial. Así que la pregunta sobre si es posible pararla tiene sólo valor teórico. A menos que se aprueben leyes, e incluso entonces sería difícil».
Parte de los objetivos de la ciencia no son cuantificables. La misma vejez saludable que ahora se busca podría parecer un sinsentido para una sociedad eficaz trazada por los algoritmos. Sin embargo, los humanos hacen que trabajen en esa dirección.
«La inteligencia artificial está demostrando ser una herramienta muy eficaz que nos va a permitir predecir enfermedades, estados nutricionales, respuesta a tratamientos e incluso mortalidad», reflexiona Díaz-Ruiz, uno de los recientes ganadores del 'Concurso de ciencias de la vida' de la Fundación Areces, con un proyecto para desarrollar predictores de edad con IA para un «envejecimiento saludable». «Tenemos que trabajar de forma paralela en la regulación del uso de esta tecnología para respetar aspectos éticos humanos que son esenciales, sin que esto implique la detención absoluta en el desarrollo de las investigaciones en este campo». La ética y la empatía quizás no sean programables.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
Sergio Martínez | Logroño
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.