Las chicas acusan una violencia de género que los chicos no reconocen

En estos casos, como en otros tipos de violencia de género, las respuestas de los hombres se alejan de las de las mujeres. «El porcentaje de chicos que reconoce haber ejercido una situación de violencia de género es sensiblemente menor al porcentaje de chicas que responde haberlas sufrido», resalta el documento presentado por los ministerios de Igualdad y Educación. Por ejemplo, sólo un 3% dijo que alguna vez había ejercido presión para tener sexo. En cuanto al acoso ‘online’ las respuestas también se diferenciaron de las de ellas: un 17,1% de chicos admitió que había pedido fotografías sexuales y un 7,4%, cibersexo.

¿Exculpación o diferencia en la percepción de lo que es la violencia de género? Más bien lo primero, según María José Díaz-Aguado, investigadora de la Unidad de Psicología Preventiva de la Complutense y directora del estudio. «Es más difícil para ellos reconocer que han ejercido estas violencias, que para ellas reconocer que las han sufrido, debido a las fuertes condenas actuales al rol del maltratador», sostiene. «Si no les costara tanto reconocerlo en el cuestionario, los porcentajes entre las respuestas de unas y otros serían parecidos, porque las relaciones de pareja se dan entre adolescentes».

Además, «las violencias más frecuentes en ellas también son las más frecuentes en ellos», excepto en las conductas de control, donde hay mayores diferencias. El porcentaje de hombres que reconocen haber insultado a su pareja es de una tercera parte al de las chicas que dicen que las han insultado. Pero en las conductas más graves, como golpearla, «la disminución es menor en proporción», indica Díaz-Aguado. «Estas violencias señaladas por respuestas similares entre géneros son las que tienen más resistencia y son más graves». El 2,3% de ellos dice haber pegado a su pareja frente al 3,6% de ellas, que afirma haber sido golpeada.

Entre las chicas, sus respuestas indican que un 17% ha sido insultada o ridiculizada y sometida a las decisiones de su pareja; un 14% ha sido controlada por el móvil, una décima parte ha llegado a «sentir miedo» en situaciones sexuales. Pero la mayoría de las adolescentes les da esquinazo, aunque un 17% mantiene la relación con su maltratador. El resto rompió la relación o nunca salió con esa persona. La quinta parte de los agresores sostiene que sigue saliendo con su víctima.

Comparado con los resultados anteriores de este estudio, presentados en 2010 y 2013, «estamos avanzando» contra el machismo, dice Díaz-Aguado. «Hubo un claro descenso en violencia de género porque tenemos una vacuna que la reduce a la tercera parte, que es la educación en las aulas. Lo que está haciendo el profesorado en sus clases hay que generalizarlo al resto de la población».

«La percepción de las adolescentes sobre el machismo es muy potente gracias al acceso a la información y al movimiento feminista, pero tener opiniones claras no significa que no se padezca en primera persona», resumió Noelia Vera, secretaria de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género, durante la presentación del estudio, junto a Victoria Rosell, delegada del Gobierno contra la Violencia de Género. «El estudio demuestra que la violencia machista tiene una incidencia en la vida de las adolescentes mucho más profunda de lo que nos gustaría y las redes sociales son espacios inseguros, al ser de control y de abuso que se ejerce por debajo del radar de lo público».

Este informe, a criterio de Vera, muestra también la realidad de la violencia ejercida contra el colectivo LGTBi, debido a que la causa es la misma: los «valores patriarcales de cómo debe ser un hombre y una mujer a edades tempranas y en el ámbito afectivo».