Carlos Escribano: «Lo asumo como un servicio, no como un ascenso»

La Santa Sede ha hecho público a mediodía de este martes que el papa Francisco ha nombrado a Escribano arzobispo de la archidiócesis de Zaragoza. Así lo ha comunicado la Nunciatura Apostólica en España a la Conferencia Episcopal Española.

Este traslado, tras solo cuatro años como obispo en La Rioja, obedece a la renuncia por motivos de edad de Vicente Jiménez Zamora, de 77 años, al frente de la archidiócesis de Zaragoza. «Lo asumo como un servicio, no como un ascenso, eso no entra en las claves de la Iglesia», ha respondido Escribano ante la prensa convocada a mediodía en el Seminario logroñés para comunicar la noticia que avanzaba Diario LA RIOJA. «La Iglesia me necesita a mí. No pienso en ascensos; no es algo que me motive», ha declarado.

Escribano ha dedicado buena parte de su intervención de despedida a «agradecer a todo los hombres y mujeres de esta tierra la acogida dispensada», agradecimiento que ha hecho extensivo al conjunto de la sociedad y autoridades. «Me ha tocado colaborar con distintos gobiernos y siempre hemos intentado hacerlo desde la lealtad. La relación ha sido siempre buena y fluida». Y aunque dice no ser «muy mediático», también se ha referido a los medios de comunicación, por su «cercanía, disponibilidad y servicio».

Pero, sobre todo, ha tenido un mensaje de gratitud «a los fieles de esta Iglesia»: «He aprendido mucho, intentando llevar a cabo iniciativas para el bien de la sociedad y de la Iglesia. Gracias a los sacerdotes, seglares, laicos, religioso y religiosas». La pandemia, ha añadido, «también afecta a la pastoral y los trabajos han quedado paralizados. Ahora hay que vivir la transición en este impás».

Preguntado sobre si su traslado está dentro de otros posibles cambios en cúpula eclesial española, Escribano ha dicho que lo desconoce: «Los cambios no dependen de mí y no sé si habrá más cambios». En todo caso, el motivo es la renuncia por edad del hasta ahora arzobispo Jiménez Zamora. Y sobre su elección ha señalado que él, por ser aragonés de adopción, haber sido cura de Zaragoza y obispo de Teruel, conoce bien la archidiócesis de Zaragoza. «Es mi tierra, conozco bien la idiosincrasia aragonesa e intentaré hacer o que esté en mi mano».

En La Rioja lamenta dejar inacabado el trabajo interno iniciado para emprender cierta renovación interna: «Estábamos trabajando con seglares para llevar a cabo un proceso de renovación en el seno de la Iglesia. Pero ha quedado paralizado por la situación de la pandemia. Estábamos expectantes y me habría gustado ver cómo se desarrollaba. Pero ya se podrá hacer. El equipo está ahí».

Y sobre las relaciones siempre delicadas, y más ahora, con la clase política ha señalado que le gustaría que fuera positiva: «Me gustaría una buena relación. Aquí la hemos tenido. Una de las ventajas de volver a Aragón es que conozco a algunos políticos. Muchas veces el factor humano facilita el diálogo. La tarea de un obispo también es buscar diálogo y puentes, facilitar las cosas y crear fraternidad en la cuestión social. No suelo ser mediático, me gusta hacer el trabajo de manera callada y constante. Con ese espíritu voy a Aragón».