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De las 250 razas de perros que existen en el planeta, unas 30 son consideradas razas raras, con escasa población, a punto de «desaparecer», explican en el World Dog Show, un congreso canino que se celebra en Ifema, este fin de semana. Inaugurado ayer por ... la reina emérita Sofía, que se paseó cartera en mano entre los peludos mejores amigos del hombre, rodeada por los populares teckel, dogo alemán o caniche, que son los más numerosos en la cita madrileña.
Frente a las razas populares están los singulares kelpie, una fuerte camada australiana; el pastor de Bohemia, un obediente can de la región checa de Chodsko; el terrier japonés, que resultó del cruce entre holandeses fox terrier y variados ejemplares nipones; o el perro de Canaa, que parece salvaje y es buen vigilante. Hay pocos ejemplares de estas razas.
En esta exposición mundial que se realiza por tercera vez en España, se exhiben también ejemplares del viringo, una raza sin pelo de Perú que ya era representado en las culturas preincaicas; el perro de los visigodos, un rescatado ejemplar de Suecia, que hasta los años cuarenta se creía desaparecido; el caniche gigante y el bichón boloñés que –dicen en la feria– es el que pintó Goya. También Tiziano y Brueghel El Viejo le retrataron.
Como rara entre los raras está una raza española, xarnego valenciano, que ni siquiera está reconocida por la Federación Cinológica Internacional.
Citados en los 70 «rings» de competición esparcidos en 70.000 m2, los criadores vienen, en su mayoría, de Francia, Italia, Estados Unidos, Indonesia, Corea, Panamá, Tailandia o Portugal.
Más que un festival, siempre con la reina Sofia como anfitriona, la cita organizada por la Real Sociedad Canina de España es una competencia de pelos –largos y cortos, marrones, negros, blancos y amarillos– y lenguas agitadas.
Un jurado cualificado en estas perrunas tareas decidirá el campeón mundial en las categorías joven, veterano y adulto. Son 109 jueces para los «miles» de criadores que han trabajado todo el año para exhibir a sus animales. Los cachorros también tienen su premio, el de «promesa mundial». La tarea es ingente, y quizás ingrata, para estos especialistas provenientes de Italia, Portugal, España y Países Bajos.
Después de mirar las gracias y formas de las centenas de concursantes, que suben a un estrado de cuatro en cuatro, sólo una decena pasa a la segunda ronda. ¿El premio? «Orgullo y prestigio», dicen los organizadores.
Pero el reinado será el más corto de la historia, porque dentro de seis meses, en diciembre, se celebrará un segundo concurso en Brasil. Suelen ser anuales, pero este año es una excepción arrastrada por la pandemia. Ahora bien, si el ganador de las dos ediciones es un mismo perro, se llevará un título recién creado.
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