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«¡Secreto, secreto!» El cardenal Désiré Tsarahazana, arzobispo de Toamasina, en la isla de Madagascar, aprieta el paso y junta las manos sobre el pecho ... para justificar su silencio ante los periodistas que lo acosan cuando sale del Vaticano por la puerta del Santo Oficio. La pregunta que más recibe de los reporteros es acerca de si ha participado en las congregaciones generales, los encuentros de previos al cónclave el italiano Giovanni Angelo Becciu, de 76 años.
El Papa Francisco desposeyó de sus derechos cardenalicios en 2020 a este purpurado tras verse envuelto en un escándalo financiero, por el que fue condenado en primer grado, aunque siempre defendió su inocencia y pretende ahora participar en la elección del próximo obispo de Roma. Tampoco está cómodo cuando le hacen la misma pregunta el cardenal ecuatoriano Luis Cabrera, arzobispo de Guayaquil. «Seguramente habrá una respuesta sobre el tema, que yo desconozco totalmente», responde al ser preguntado acerca de si estaría de acuerdo con que Becciu formara parte de los purpurados de menos de 80 años que se encerrarán bajo llave en la Capilla Sixtina para votar al Papa número 267 de la historia.
La incómoda reacción ante el 'caso Becciu' de Tsarahazana y de Cabrera, ambos electores y representantes de las Iglesias periféricas a las que Francisco dio mucho mayor espacio en el Colegio Cardenalicio, es representativa del asqueo que muchos purpurados sienten ante este escándalo, protagonizado por eclesiásticos italianos, mayoritarios en la Curia romana, un organismo que en ocasiones consideran su cortijo. La Iglesia italiana lleva sin tener un Papa de su país desde 1978, cuando falleció Juan Pablo I, y no ve la hora de recuperar el solio de Pedro tras los pontificados de un polaco (Juan Pablo II), un alemán (Benedicto XVI) y un argentino (Francisco). Esas aspiraciones pueden saltar por los aires debido al 'caso Becciu'. Aunque cuando era sustituto de la Secretaría de Estado de la Santa Sede se vio envuelto en una ruinosa inversión inmobiliaria en Londres en la que se perdieron 130 millones de euros, este cardenal italiano pretende participar en el cónclave.
No está nada claro que vaya a poder hacerlo. El diario 'Domani' desveló este viernes que existen dos cartas firmada por Francisco con su inicial y con el sello pontificio que indicarían que Becciu debe quedar excluido de la elección del próximo obispo de Roma. Llama la atención que la noticia del citado periódico estuviera firmado por Giovanni Maria Vian, exdirector de 'L'Osservatore Romano', el diario de la Santa Sede, y conocido por su amistad con Becciu. En fuentes vaticanas se considera que con la filtración de esas cartas se pretende aumentar la controversia sobre este caso de manera que los cardenales se olviden de la posibilidad de elegir a un Papa italiano, al ser de esta nacionalidad todos los implicados. La polémica vendría a confirmar la impresión de muchos de que el nepotismo y la corrupción están presentes en parte del 'lobby' italiano que controla parte de la Curia romana, por lo que habría que seguir optando por un Papa proveniente de otro país.
El principal damnificado por la estrategia que estaría desarrollando Becciu es Pietro Parolin, secretario de Estado durante el pontificado de Bergoglio y uno de los papables más destacados. Parolin además no es ajeno al caso de corrupción que acabó llevándose a Becciu por delante, pues era su inmediato superior en la Secretaría de Estado cuando tuvo lugar la ruinosa operación inmobiliaria de Londres. Otro perjudicado por el 'caso Becciu' es Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia y cuyo nombre también puede encontrarse habitualmente en la lista de cardenales con posibilidades de suceder a Bergoglio, con el que mantenía una estrecha relación. El escándalo, en definitiva, puede dinamitar las posibilidades de los italianos al reforzar la idea de que hace falta de nuevo un Papa de fuera que haga limpieza.
Tras reunirse el día anterior con el presidente de Ucrania, Volódimir Zelenski, y con el expresidente de Estados Unidos, Joe Biden, que participaron en el funeral de Francisco, Parolin presidió la liturgia de este domingo, segundo día de los novendiales, los nueve días de misas y homenajes tras la muerte del Papa que se prolongarán hasta el 4 de mayo.
Se espera que el cónclave comience en los días siguientes. En la ceremonia participaron 200.000 personas, muchas de ellas jóvenes con motivo del Jubileo de los Adolescentes, convocado para este domingo junto a la canonización de Carlo Acutis, el 'patrón de Internet'. La canonización no pudo celebrarse al ser prerrogativa del obispo de Roma, pero sí que se mantuvieron los eventos del Año Santo, convocado por Francisco y que ahora le tocará completar a su sucesor. En su homilía, Parolin advirtió a los jóvenes sobre los «desafíos» que plantean «la tecnología y la inteligencia artificial» y subrayó el «dolor», «sentido de tristeza», «turbación» y «sensación de pérdida» que deja la muerte de Bergoglio, de quien destacó la importancia que daba a la misericordia. «No puede haber nunca paz si no aprendemos a perdonarnos recíprocamente», dijo.
En la ceremonia participó un buen número de cardenales, que esta tarde acudirán a la basílica de Santa María la Mayor para rezar delante de la tumba de Francisco. Los purpurados volverán a reunirse el lunes en la quinta de las congregaciones generales, los encuentros preparatorios de cara al cónclave, que todavía no tiene fecha de inicio pero que podría arrancar el 5 o 6 de mayo.
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