Agentes de la Guardia Civil y de Interpol inspeccionan uno de los vertederos.

Toda la basura que esconde la gestión de residuos

La Guardia Civil detiene a 15 personas por trasladar desechos desde Italia a España en un tipo de fraude internacional que mueve miles de millones cada año

Álvaro Soto

Madrid

Lunes, 20 de enero 2025, 00:02

La gestión de la basura puede ser un negocio muy sucio, con ramificaciones que huelen muy mal e intermediarios de dudosa higiene moral. La Guardia Civil ha detenido a 15 personas y ha investigado a otras siete por trasladar desde Italia hasta vertederos de Tarragona ... y Cuenca bajo documentación falsa miles de toneladas de residuos, una parte de ellos peligrosos y tóxicos, sin haber sido sometidos a ningún tratamiento y que fueron arrojados ilegalmente. La 'operación Rifiuti' (desperdiciar, en italiano) vuelve a mostrar los puntos oscuros de la gestión de residuos, un problema global que mueve miles de millones de euros y en el que España juega un papel ambiguo, a veces como receptora de desechos ajenos, a veces como emisora.

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El caso destapado ahora comenzó cuando se detectaron residuos que llegaban a España con documentación falsificada que iban a dejarse en vertederos sin haber sido tratados previamente, como obliga la ley. La Guardia Civil identificó a varias empresas interrelacionadas, con sus sedes en Cataluña y Castilla-La Mancha, que comerciaban a grandes niveles con residuos italianos.

Compañías de ese país eran contratadas para la gestión de los residuos urbanos, pero los derivaban a España, donde su eliminación es más barata. La legislación no permite que este tipo de residuos sean trasladados a otro país sin un tratamiento previo, pero los detenidos interponían una serie de empresas entre los productores italianos y los vertederos españoles para simular, sobre el papel, que esta 'desintoxicación' se había llevado a cabo conforme a la normativa.

Con los documentos supuestamente legales encima de la mesa, la Agencia de Residuos de Cataluña expedía todas las autorizaciones, lo que dejaba el camino libre a que se enterraran todos los días en vertederos tarraconenses y conquenses.

Los agentes descubrieron que la trama había logrado introducir decenas de contenedores en las instalaciones de Tarragona y Cuenca donde debían tratarse, pero en realidad, los residuos eran redirigidos directamente a los vertederos. De esta manera, se han arrojado a escombreras españolas más de 40.000 toneladas de basura italiana desde 2021. La organización criminal ingresó más de 19 millones de euros en los últimos cuatro años. La Guardia Civil registró varias sedes de personas jurídicas en Lérida, Constantí, Riba-roja D'Ebre y Almonacid del Marquesado, donde tomó muestras de los residuos.

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«Estas operaciones son difíciles de realizar porque los defraudadores camuflan lo ilegal en lo legal. Italia permite la salida de estos residuos porque la documentación falsa indica que van a ser reciclados en España», explican fuentes de la Jefatura del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona), que desarticuló la trama en colaboración con la Unidad Central Operativa de Medio Ambiente (Ucona) y con Europol.

Desde 2020, la Guardia Civil, la Gendarmería francesa y la Guardia Nacional de Portugal han puesto en marcha controles fronterizos para interceptar vehículos susceptibles de trasladar residuos a través de sus fronteras. Gracias a la información obtenida en esos controles, la Guardia Civil informó en diciembre del 2023 de la 'operación Poubelle' (basura, en francés), por la que una trama similar a la ahora desmantelada llevaba a vertederos de Zaragoza y Lérida residuos procedentes de toda Europa.

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«Lo que estamos viendo es solo la punta del iceberg», cuenta Julio Barea, responsable de la campaña de residuos de Greenpeace. «Sabemos que desde hace muchos años se ha trasladado de forma ilegal basura a España desde muchos países europeos, aunque el problema principal está en Italia porque detrás de una parte de su gestión está la Mafia», apunta este miembro de la organización ecologista, que recuerda la otra cara de la moneda: España no solo recibe desperdicios, sino que también los envía a países del sureste asiático, donde su acumulación en vertederos de dimensiones enormes es más barata y no existen ni legislación ni inspecciones. En 2019, la Guardia Civil desmanteló una organización criminal que se dedicaba al traslado irregular de residuos plásticos hacia Malasia, Camboya y Tailandia, donde acababan siendo tirados al océano.

Barea lamenta la falta de controles en las fronteras y en los puertos, a donde también llegan los residuos. «Se prioriza el tráfico de drogas, de armas o de personas», señala. En este sentido, el Consejo de la Unión Europea ha tratado de dar pasos en los últimos años y situó en 2021 como una de sus diez prioridades los delitos contra el medio ambiente y, en particular, el tráfico de residuos, un negocio que crece a un ritmo de entre el 5 y el 7% cada año y que ya es la cuarta actividad delictiva más importante del mundo, tras el narcotráfico, la trata de seres humanos y las falsificaciones.

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En todo el mundo, en 2016, último año del que se dispone de información fiable, se produjeron 2.010 millones de toneladas de residuos sólidos y los vertederos de basura ilegales representan más de un tercio de la eliminación total de estos desechos, según desvela el periodista de investigación británico Oliver Franklin-Wallis en su libro 'Vertedero', que acaba de ser publicado en España por la editorial Capitán Swing. «La industria de los residuos se ha beneficiado de nuestra repugnancia. Puede haber fortunas en la basura para aquellos a los que no les dé vergüenza ensuciarse las manos», escribe Franklin-Wallis, que recuerda que el tratamiento ilegal de basura es un problema con raíces profundas en el tiempo. «Históricamente la eliminación de residuos ha sido un negocio elegido por personas desagradables y sin escrúpulos, desde la mafia neoyorquina hasta la yakuza japonesa y la 'Ndrangheta italiana, que en las décadas de los 80 y 90 hizo traslados ilegales de residuos radioactivos y los arrojó frente las costas africanas».

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