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R. D. / M. C.
Martes, 20 de diciembre 2022
El único condenado por el triple crimen de las niñas de Alcàsser, Miguel Ricart, fue detenido e identificado este martes por la tarde por los Mossos d'Esquadra en un narcopiso del barrio del Raval situado en la calle Aurora.
La investigación realizada por el ... grupo de tráfico de drogas de la región policial de Barcelona de los Mossos d'Esquadra, que trabaja en coordinación con la Guardia Urbana, llevaba varias semanas indagando sobre el citado narcopiso de dominicanos que lideraba el propio Ricart. El delincuente de Catarroja llevaba varias semanas merodeando por la zona, tal y como avanzó este martes 'La Vanguardia' y pudo confirmar Las Provincias.
El inmueble, al parecer, ya había sido desmantelado en varias ocasiones y era un foco de protestas vecinales. Los agentes accedieron al piso, en el que se encontraban al menos otra persona.
Fuentes policiales señalaron que su aspecto es completamente diferente al que se le recuerda, pues está totalmente calvo y ya no lleva barba. Sólo se le pudo relacionar con el caso Alcàsser cuando fue identificado por los agentes.
Al exconvicto se le trasladó de inmediato a los calabozos, donde iba a pasar la noche, a la espera de resolverse su situación judicial, según confirmaron las mismas fuentes. Esta es la primera detención de Ricart desde que liquidó su condena con la justicia por el triple crimen, ya que en Madrid fue identificado, hace ahora casi dos años, también en un narcopiso, pero no se le arrestó ni acusó de ningún delito. En aquel momento la Policía ponía fin a siete años de anonimato de Miguel Ricart Tárrega. Un agente identificó al expresidiario en un edificio okupa del distrito de Carabanchel.
Ricart mostró entonces su DNI a uno de los agentes cuando se le requirió su documentación, el policía comprobó que no tenía ninguna orden de búsqueda y el exconvicto se quedó dentro de la finca.
La Policía Nacional realizaba controles rutinarios para identificar a las personas que ocupaban de forma ilegal este inmueble madrileño de la calle José Garrido, ya que algunas de ellas tenían reclamaciones judiciales. De hecho, en ese edificio okupa se habían producido anteriormente varias agresiones, una de ellas acabó incluso con un herido grave por una puñalada en el pulmón.
En aquella ocasión, Ricart se encontraba con una mujer toxicómana cuando varios agentes entraron en el edificio y les pidieron que se identificaran. El expresidiario vestía un mono y les dijo que acababa de terminar de trabajar. Como no se tenía ninguna órden contra él en ese momento, el asunto finalizó ahí.
Sin embargo, esta vez sí ha sido arrestado por su presunta implicación en el trapicheo de drogas que los Mossos d'Escuadra habían detectado en el narcopiso. La mayoría de las personas que frecuentan este tipo de inmuebles consumen heroína, cocaína y otras sustancias estupefacientes.
En estos enclaves suelen malvivir personas toxicómanas que trafican con drogas y, por tanto, el trasiego es continuo. Tampoco es extraño que se produzcan peleas y enfrentamientos, lo que ocasiona numerosos problemas a los vecinos que tienen que convivir con estos focos de delincuencia y conflictividad.
El 27 de enero de 1993, dos apicultores valencianos subieron a la montaña para trabajar en sus colmenas y en el camino descubrieron el brazo semienterrado de una joven en avanzado estado de descomposición. El viento, la lluvia y los animales habían revelado una fosa con los cadáveres de las tres niñas de Alcàsser.
El 13 de noviembre de 1992, Miriam, Toñi y Desirée se metieron en la boca del lobo cuando hicieron autoestop para ir a la discoteca Coolor de Picassent y subieron, sin saberlo en ese momento, a un coche ocupado por dos violentos delincuentes. Según la sentencia del caso Alcàsser, Anglés y Ricart llevaron a las niñas de 14 y 15 años a una casa en ruinas en el paraje de La Romana en Tous, donde las ataron, torturaron y agredieron sexualmente. A la mañana siguiente, Anglés asesinó de un disparo en la cabeza a las menores y las enterró con la ayuda de Ricart en una fosa que habían cavado tiempo atrás para esconder una moto robada.
La detención se produce meses después de que el Juzgado de Instrucción número 6 de Alzira ordenara nuevas pruebas genéticas para tratar de extraer ADN de medio centenar de pelos hallados en la escena del crimen.
El magistrado que recibió el traspaso de la causa autorizó las pruebas forenses después de que una asociación de criminólogos se personara como acusación popular y revisara el sumario.
En el juicio quedó probada la participación de Ricart en las violaciones y asesinatos de las niñas, aunque los investigadores no hallaron restos de ADN de él en la escena del crimen.
Miguel Ricart fue sentenciado a 170 años de cárcel el 5 de septiembre de 1997 por el secuestro, tortura, violación y asesinato de tres adolescentes de catorce y quince años; Miriam García, Desirée Hernández y Toñi Gómez.
Sus cuerpos fueron encontrados enterrados en enero de 1993 en un paraje montañoso de la localidad de Tous. Con la 'doctrina Parot', su sentencia se redujo a 21 años y salió de prisión en 2013.
Desde entonces su incesante huida hacia ninguna parte ha recalado en Córdoba, Barcelona, Valencia o Madrid. La noche del 12 de diciembre de 2013, el exconvicto cogió un autobús con destino a Francia, donde se perdió su pista, aunque pudo regresar a España días después.
Cuando salió de la cárcel de Herrera de la Mancha, Ricart fue sometido a un discreto control por parte de las fuerzas de seguridad. El revuelo mediático que causó su excarcelación, el 29 de noviembre de 2013, fue tremendo.
«Mantengo lo que dije en su día. Soy una puta cabeza de turco. Tengo que demostrar que yo no fui». Esta fue la primera declaración que hizo a un periodista tras su salida de la cárcel.
Desde entonces, Ricart ha tratado de mantenerse siempre en el anonimato, oculto en innumerables ocasiones bajo un pasamontañas, para evitar ser reconocido. En alguna ocasión, ha cambiado incluso el orden de sus apellidos para adquirir billetes de tren. Pero sus ganas de pasar inadvertido han chocado con sus visitas y estancias en narcopisos.
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