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En una zona de chalets de Majadahonda, en la periferia de Madrid, un disparo rompió la quietud habitual de la madrugada. En una de aquellas casas de fachada de piedra vivía una mujer de 52 años con su hija de 22 años. La antigua ... pareja de la madre, y padre de la joven, se encontraba dentro de la vivienda. Se desconoce si invitado, o si había entrado por la fuerza. Mantuvieron una discusión. No existía ninguna denuncia contra él, ni estaba en vigor ninguna orden de protección. La hija también estaba presente. Era hija de ambos, durante aquella relación pasada.
En esa casa, el hombre, de 61 años, empuña una carabina de calibre 22, aunque no tiene licencia de armas. Se presume que era de caza. De alguna forma, el crimen comienza a ser registrado, a partir de una llamada al 112, a primera hora del domingo. Las autoridades se trasladan a la casa. Llega, primero, la Policía Municipal de Majadahonda. La mujer está agonizando. La bala se ha alojado en la zona pulmonar derecha. Respira, pero está inconsciente. Llegan los paramédicos en una UVI móvil de la Comunidad de Madrid.
Mientras se movilizan para socorrer a la mujer, el agresor está vivo, atrincherado dentro de la casa. Con los agentes cercándolo, y ya en la vivienda, se dispara a sí mismo, hasta cuatro veces. Ninguno de los tiros que se autoinflinge es mortal. Contra sí mismo no tiene la puntería que sí tuvo contra su expareja, minutos antes. La policía, desde el primer momento, maneja la hipótesis de la violencia de género.
Para intentar reanimar a la víctima, trasladan a la mujer a la calle, con la noche rota por las luces rojas y azules de los coches. Se afanan por salvar su vida con reanimación cardiorrespiratoria. La agonía de la víctima, que se desangra a pesar de los esfuerzos del servicio de Emergencias, es documentado por una cámara. Mientras atienden a la víctima, deben prestar atención también a su verdugo.
Las heridas del hombre, de nacionalidad española, están en el cuello y el torso. Sabe lo que pasa cuando le detiene la policía como presunto homicida. Los paramédicos deciden sedarlo y entubarlo. Lo suben a la ambulancia y lo trasladan al hospital Puerta de Hierro. Las heridas son de gravedad. El hombre permanece custodiado por la policía.
Hay una testigo, la hija, en crisis de ansiedad desde que presencia la agresión. Más cuando los sanitarios, después de 45 minutos de atención avanzada, certifican la muerte de su madre. Ha perdido mucha sangre.
Se trata del tercer caso de asesinato machista ocurrido en 2021, y el segundo en tres días. El primero del año fue el de una mujer de 82 años, asesinada –presuntamente– por su cónyuge de 85 en Madrid, el pasado 17 de enero, sin que existieran denuncias previas por violencia de género. El agresor también se hizo autolesiones con el arma blanca del crimen, sin llegar a suicidarse. El segundo caso sucedió esta misma semana en Sestao, cuando un hombre de 57 años asesinó –presuntamente– a su pareja de 56 años con un hacha y luego se arrojó a la ría, donde se ahogó.
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