Es muy importante elegir bien a los compañeros de viaje», dice Juan Herreros, madrileño, 65 años, socio fundador de 'estudio Herreros' y uno de los arquitectos españoles más internacionales y prestigiosos. Autor de celebradas obras como el Museo Munch, en Oslo, ha impartido clases en ... las mejores universidades y tiene claro que «jamás abandonaré la enseñanza» tras 41 años formando a las nuevas generaciones.
- ¿Sobre qué tuvo dudas?
- No soy un arquitecto vocacional desde la infancia, hubo un momento en el que estaba convencido de que estudiaría biología, y otro en el que psiquiatría. Pero un día, de manera totalmente casual, pensé que la arquitectura podría ser una buena fusión de todas aquellas inquietudes que tenía; y entré en la escuela siendo muy joven, con 16 años.
- ¿Qué nos pasa a todos?
- Que la realidad nos pone en un momento u otro contra la pared; nadie se libra.
- ¿Cuándo lo experimentó?
- La desaparición de ciertas personas cuando era joven me dejó claro que la vida no es siempre... divertida, pero también aprendí que es importante que el balance de tu vida sea positivo cuando llegue el final.
- ¿Qué ingredientes debe tener ese balance?
- En mi caso, que he tenido la suerte de que cosas que me han llegado de un modo inesperado me han parecido milagrosas, es importante que mi trabajo, mi dedicación, no solo sea útil a los demás, sino que también resulte inspirador.
- ¿De qué más ha tenido usted la suerte?
- En lo personal, de encontrarme con personas y con libros que me han ido construyendo. Por otro lado, de haber podido desarrollar una vida intelectual, profesional y de exploración alrededor de una profesión tan necesaria para la sociedad como es la arquitectura; esta profesión me ha hecho sentir que mi vida tiene un sentido.
Valores
«No se me ocurre un ministerio mejor que el Ministerio de la Simplicidad»
- ¿Se le tambaleó ese sentimiento durante el tiempo extraño de la pandemia?
- Pues... tengo que decirle que para mí fue más llevadera que la crisis de 2008, que fue un verdadero espasmo, un cambio de futuro y de horizonte que lo marcó todo muchísimo. La recuperación de esa crisis fue como un espejismo, en España llegó más tarde que en otros lugares y fue chafada casi inmediatamente por la pandemia.
- ¿En qué nos afectó esa crisis?
- En nuestra confianza en las posibilidades de construir un mundo mejor. Es fácil acusar recibo de las transformaciones que la pandemia ha operado en cada uno de nosotros, pero analizándolo con cierta perspectiva, yo le doy más peso a la crisis de 2008.
- ¿Qué más observa?
- La frustración de lo poco que ha durado el espejismo de que la pandemia iba a ser el detonante de una serie de cambios esenciales que todos sabemos que tienen que ocurrir: cambios en la ciudad, en la manera de habitar el planeta, y en lo que vamos a considerar calidad de vida, confort o incluso lujo. Pensábamos que surgiría una nueva sensibilidad, que concediera menos valor a ingredientes tremendamente superfluos, vinculados al consumo y a la forma de relacionarnos, que por así decir están acabando con nosotros poco a poco.
- ¿Y la realidad cuál es?
- Lamentablemente, vemos cómo el planeta vuelve a sufrir, nuestras ciudades no se recuperan y el cambio climático y las catástrofes nos rodean; creo que nos espera un futuro muy incierto por el que, a pesar de todo, tenemos que pelear.
- ¿Qué nos pasa? ¿Cuál es el principal problema?
- El gran problema que tenemos es la codicia, causa fundamental de muchos desastres, injusticias y errores.
- ¿Qué comportamientos vinculados a la arquitectura le preocupan?
- Pienso, por ejemplo, en las casas que se construyen sin estar enfocadas en el placer individual, sensible y cotidiano de cada día, sino en la necesidad exhibicionista de mostrarse a los demás; hablo de esa forma de entender la arquitectura como una especie de 'show' social.
La raza humana
«La codicia es causa fundamental de muchos desastres, injusticias y errores»
- ¿Qué arquitectura es hoy más necesaria que nunca?
- Arquitectura innecesaria hay bastante, todos lo sabemos, aunque también ha jugado su papel; por ejemplo, el de generar en la gente interés por hablar de ella, y también el de cosechar una buena serie de fracasos sobre los que reflexionar. Creo que la arquitectura más necesaria hoy es aquella que podríamos considerar un derecho no satisfecho de las personas; y no estoy hablando solo del tercer mundo, que por supuesto también, ni de las personas más necesitadas en todos los sentidos. Toda arquitectura que favorezca la convivencia es bienvenida.
- ¿Qué sería de gran ayuda?
- Valorar la simplicidad, la sencillez. No se me ocurre un ministerio mejor que el Ministerio de la Simplicidad. Simplicidad como valor frente a la acumulación y la multiplicación de los instantes insignificantes que toman peso exagerado hoy en día. La exuberancia de todo está impidiéndonos pensar, creo. Tenemos que aprender a renunciar a cosas y tenemos que aprender a saber elegir. Estar instalados en ese 'lo queremos todo' no es lo más sensato que podemos hacer.
- ¿Qué debemos reconocer?
- La importancia de la superposición del pasado, el presente y el futuro. Es decir, vivimos de una manera muy desbocada hacia un futuro que, por otro lado, no es nada prometedor, aunque no quiero pecar de decepcionado o de escéptico. Creo que la historia tiene un papel fundamental en nuestra realidad cotidiana: darle valor a aquello que nos ha construido y entender que somos producto de todo eso.
«Futuro homogeneizante»
- ¿Qué futuro le gusta imaginar?
- Uno que fuese más reconocible que el que se intuye. Ahora más que nunca, creo que el futuro es algo que va a tenerse que construir con tremenda conciencia, porque tengo la sensación de que nos lo están construyendo y de que no tenemos tanta capacidad de intervenir en esa construcción como sería lo idóneo. Me gustaría un futuro en el que tengamos más posibilidades de elección. Siento que se cierne sobre nosotros un futuro homogeneizante, si bien tengo también la esperanza de que seamos capaces de doblegarlo y de intervenirlo. Nunca ha habido, como ahora, fuerzas de dimensión planetaria cuyo gran proyecto consiste en estar presentes en todas partes y en la cotidianidad de todos nosotros.
- ¿Qué debates sigue?
- Creo que hay en este momento conversaciones apasionantes sobre inteligencia artificial o metaverso. Lo que no podemos ignorar es que mientras una parte del planeta los estamos viendo venir a una cierta velocidad, otra parte del planeta todavía no sabe que existen, y otra tercera parte ya los están usando a plena conciencia. Bien, esto debería hacer reflexionar a cualquier persona que tenga alguna inquietud político-social sobre qué es lo que queremos hacer, qué es lo que queremos ser y cómo vamos a conseguir ser lo que queremos ser. O cómo vamos a poder utilizar estas nuevas realidades en beneficio de todos, no de unos cuantos privilegiados.
La política
«Hay una tendencia a simplificar, a convertir todo en blanco y negro, y a descalificar»
- El filósofo Francisco Jarauta teme una derechización del planeta hacia modelos autoritarios, ¿también lo teme usted?
- Sí, porque tenemos una historia de una renovación cíclica del prestigio de la autoridad, que cada vez que vuelve lo hace con más ímpetu. Pero lo que resulta ahora novedoso es que esa autoridad ya no es exclusiva de unos gobiernos o de unos sistemas políticos; ese autoritarismo viene también acompañado de estos sistemas de control de nuestra cotidianidad. La convivencia de los sistemas autoritarios políticos con los sistemas autoritarios tecnológicos ofrece un panorama muy novedoso y preocupante.
- ¿Fue así durante la pandemia?
- En la pandemia, por ejemplo, se vivió un momento muy peligroso en el que se defendía, por personas de muy diferente ideología, que la los países autoritarios tenían más capacidad para luchar contra ella; que eran capaces de imponer a sus ciudadanos ciertas pautas de comportamiento que eran, en cierto modo, pautas de control, por ejemplo a través de sus celulares, móviles o ordenadores. Afortunadamente se demostró que no fueron precisamente esos países los que mejor, o los que de una manera notablemente diferente, salieron de la pandemia. Es muy peligrosa esa idea de que en un futuro de fuerzas telúricas desatadas, como pandemias o tremendas catástrofes, estas serían más abordables desde un sistema de organización político-social autoritario.
- ¿España?
- Me provoca inquietud, creo que como a todos. De una forma un poco involuntaria se han ido amontonando una serie de contradicciones y de comportamientos muy agresivos. No me gusta nada esta radicalización en la que vivimos en todas las direcciones. Hay una tendencia, y no solo en la clase política, a simplificar, a convertir todo en un blanco y negro y a descalificar sin medida. Y esa condición vociferante que ha adquirido cualquier conversación de política la convierte en algo totalmente estéril. Sin embargo, quiero pensar que la serenidad volverá.
- ¿Cómo es su casa ideal?
- Creo que la casa ideal es aquella en la que quieres estar.
- ¿Y qué le hace querer estar en ella?
- Que puedan ocurrir todas esas cosas que te gusta que ocurran. Yo no tengo grandes pretensiones, pero lo que sí necesito es estar acompañado de mis libros, contar con unas buenas mesas (es mi mueble favorito), y que la casa tenga una relación con el exterior franca y alegre.
- ¿Y eso qué quiere decir?
- Pues quiere decir que a mí, por ejemplo, no me molestan mucho los ruidos de la ciudad. Me gusta sentir la vida afuera, aunque por supuesto a veces pueden llegar a ser molestos... Y mi casa ideal está en la ciudad, a la altura de los árboles, y tiene una terraza que nadie ha osado cerrar. Una casa que tiene el tamaño justo lo mismo cuando estás solo que cuando estás acompañado que cuando celebras tu cumpleaños.
La esperanza
«Tengo la sensación de que nos están construyendo el futuro»
- ¿Qué proyectos le mantienen ilusionado?
- Ahora tenemos dos tipos de proyectos que nos tienen muy excitados. Uno es un proyecto de un barrio para personas profesionales jóvenes de bajos recursos, una clase emergente que tiene que ver con la precariedad de los mercados laborales. Se trata de personas que, a pesar de su educación y de su formación, puede que tengan un trabajo, pero que no estará nunca muy bien pagado.
Relación con el arte
- ¿Dónde se construirá?
- En las afueras de Bucarest: 150 casas, un colegio, un centro comunitario, unos espacios de cultivo compartidos...; es un proyecto hermoso, una especie de arcadia urbana contemporánea que asume, que es lo que me parece más atractivo, que existe una vida posible en esa sencillez compatible con las durezas de ciertas precariedades.
- ¿Y el segundo tipo?
- El otro grupo de proyectos que le indicaba están relacionados con el arte, generalmente con personas que tienen una colección y que han confiado en nosotros para crear espacios que sean al mismo tiempo un lugar de aprendizaje y también de consuelo. Es muy estimulante trabajar con coleccionistas privados de arte que toman esa senda de devolverle a la sociedad algo del privilegio y del beneficio que han disfrutado en forma de colección de arte y que confían en la arquitectura para hacerlo, en la necesidad de espacios físicos que sean acogedores, receptivos y comunicativos. Y que tengan esa capacidad de generar interés en personas que a lo mejor nunca en su vida han pisado un museo.
- ¿Qué ha comprobado con respecto a los placeres?
- Que hay que procurar que sean relativamente fáciles de obtener (risas). Para mí, un gran placer es poder estar solo un buen rato cada día, y tampoco le negaré que comer y beber bien es algo que jamás me ha parecido una mala idea.