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Los amantes del caravaning sufren otro verano más los problemas que les genera la falta de áreas para estacionar y la hostilidad de algunos ayuntamientosIzaskun Errazti
Domingo, 1 de septiembre 2024
Cuando José Manuel Jurado decidió cambiar las cuatro paredes de una habitación de hotel por las cuatro ruedas de una autocaravana para disfrutar de sus vacaciones la palabra 'camper' todavía no se estilaba en España. «La gente no sabía lo que era eso y las ... caravanas prácticamente se hacían de manera artesanal», recuerda. Además, hace casi medio siglo las familias españolas que suspiraban por un apartamentito en la playa se contaban por legiones, mientras ya eran muchos los ciudadanos alemanes, franceses o nórdicos que preferían cruzar fronteras con su casa a cuestas para vivir nuevas experiencias. «Salían a viajar, a conocer mundo. A nosotros nos ha costado un poquito más», admite el presidente de Aseicar, la asociación española de la industria y comercio del caravaning. Y a día de hoy, esta forma diferente de hacer turismo ya no hay quien la pare, tampoco en la Península. «No es una moda», advierten desde el sector, que se ha hecho fuerte tras la pandemia, por la necesidad imperiosa de salir que dejó el confinamiento. «Nadie hace por capricho un desembolso tan alto», añaden.
Cada vez más españoles se suben a una autocaravana para salir de vacaciones. Así lo constata CamperDays -el equivalente de booking.com en el alquiler de este tipo de vehículos-, que prevé un verano de récord tras registrarse un incremento de las reservas del 153%. Y no son los únicos datos que ratifican este fenómeno: hace una década había 20.000 autocaravanas y campers en España. Hoy son casi 120.000. En todo 2014 se matricularon 1.460 vehículos de estas características. Y en lo que llevamos de año la cifra supera los 4.500.
1.350 áreas
de estacionamiento y pernocta existen en la actualidad repartidas por toda en España. Diez años antes eran 180.
¿Dispone el país de la infraestructura necesaria para atender las necesidades de los más de 250.000 caravanistas, tanto nacionales como extranjeros, que rulan en estas fechas por el territorio español? Jurado, y todos los que como él advierten de que la proliferación de turistas nómadas no ha hecho más que empezar, tienen claro que «no», y que eso generará como cada año «problemas de aglomeraciones y concentraciones en zonas turísticas de playa y de interior muy determinadas», donde más soportan los rigores del turismo de masas. Cuenta que la entidad que preside lleva más de cinco años reclamando a ayuntamientos, diputaciones y comunidades autónomas nuevas áreas de estacionamiento para estos vehículos ante el importante crecimiento que experimenta el sector, «no sólo en España, sino en toda Europa». Y calcula que para evitar molestias a los vecinos y a los propios autocaravanistas, que en muchas ocasiones se ven obligados a abandonar su destino ante la imposibilidad de aparcar, habría que sumar unas 2.500 zonas más a las 1.350 disponibles en la actualidad. Públicas o privadas, porque pagar no es un problema. «Es más, la mayoría de nosotros somos partidarios de que estas áreas no sean gratuitas, porque queremos un buen servicio, y eso hay que pagarlo», afirma.
Castilla-La Mancha y Castilla-León son algunas de las autonomías que, según celebran desde este colectivo, ya se han puesto las pilas para dar servicio a sus necesidades. «Son zonas muy interesantes desde el punto de vista turístico -Almagro, Ciudad Real, Lagunas de Ruidera...- que llevan años mostrándose muy receptivos y que quieren seguir dándose a conocer», señalan. Sin embargo, aún son muchos los ayuntamientos reacios a acoger este tipo de turismo. «Todavía tenemos alcaldes muy antiguos y mucha gente nos sigue viendo un poco como a gitanos, cuando una autocaravana te puede llegar a costar 70.000, 100.000 euros y hasta 190 euros por el alquiler de un día, lo mismo que un hotel», lamenta el presidente de Aseicar.
3,3 millones
de caravanas recorren Europa, con Alemania a la cabeza (748.000), seguido por Gran Bretaña (612.000) y Francia (560.000).
«Lo que pasa es que a nosotros nos gusta viajar de una manera distinta, disfrutar de la libertad, de la naturaleza, no estar metidos entre cuatro paredes», apunta Marina Santiago, una bilbaína de 57 años que hasta hace bien poco no había sentido la fiebre del caravaning y que rechaza la mala reputación que por culpa «de unos pocos» arrastran los de su 'gremio'. «Guarros hay en todos los sitios. ¿O no es guarro el conductor que vacía el cenicero mientras espera en un semáforo?. Lo que ocurre es que a nosotros se nos ve mucho», apostilla Juan Carlos Jurado, partidario de aplicar sanciones a quienes se salten las normas. «Si alguien acampa estando prohibido hay que multarle, igual que al que pillen vaciando el depósito de aguas negras, porque eso es un delito ecológico», insiste.
Elizabeth Gracia es la secretaria de ACTUA, la asociación de autocaravanas y campers Todos Unidos Aragón, con sede en Jaca, que se constituyó en 2022 con el propósito de plantar cara a unas ordenanzas municipales «súper restrictivas». «El Ayuntamiento prohíbe el estacionamiento de cualquier vehículo adaptado para dormir, incluso de residentes en el municipio y en la comarca. Y considera autocaravana cualquier vehículo camperizado, y eso supone un problema, porque aquí viene mucha gente a trabajar en las estaciones de esquí y como guía de montaña durante el verano que no puede pagarse un apartamento por los elevados precios y tampoco puede estacionar para dormir en ninguna parte», lamenta.
350.000 vehículos censados
componen el parque móvil en España: 90.000 autocaravanas, 240.000 caravanas y 20.000 campers, según los datos que maneja lapatronal del sector.
La Dirección General de Tráfico (DGT) acaba de modificar el Reglamento General de Circulación para blindar el derecho de los autocaravanistas a estacionar como cualquier otro vehículo. Eso sí, sin extender elementos propios que desborden el perímetro del vehículo, porque la acampada está prohibida en toda España. Sin embargo, según ACTUA, dicho Real Decreto todavía deja la puerta abierta a diferentes interpretaciones por parte de las instituciones locales. Por eso una decena de asociaciones de caravanistas de todo el país han unido sus fuerzas con el propósito de blindar sus derechos en este sentido. «Hemos presentado alegaciones a la nueva norma y estamos a la espera de la respuesta de la DGT», indica Gracia.
Municipios de la Costa Brava, de Canarias, Levante, algunos andaluces... «zonas donde ya no cabe un alma, donde se les ha ido la mano con el ladrillo», figuran entre los más hostiles con los caravanistas, a los que acusan de manchar mucho y gastar poco, «y eso no es cierto. Siempre hay algo que comprar, y, como a todo el mundo, a nosotros también nos gusta ir a comer pescadito a un buen restaurante cuando estamos de vacaciones. Y dejamos, seguro, mucho más dinero que los turistas que llenan los hoteles con la pulserita de todo incluido», afirma el presidente de Aseicar.
Por suerte para quienes no se despegan de su casa ni cuando viajan hay ayuntamientos encantados de darles la bienvenida, como el de la localidad jienense de Baeza. Allí, en mayo pasado, los amantes del caravaning vivieron un encuentro de cinco días plagados de actividades de la mano de la Asociación de Campistas Viajeros sin rumbo con el apoyo del Consistorio.
Los pueblos más deprimidos de España, esos que no salen en las revistas de viajes por la fina arena de sus playas, la nieve o un sol que nunca deja de brillar, tienen en los amantes del caravaning un buen aliado. «Son los que más se están abriendo a nuestra presencia, porque se han dado cuenta del efecto llamada que produce», asegura Elizabeth Gracia, la secretaria de ACTUA, un colectivo que organiza jornadas de puertas abiertas para que la gente conozca este tipo de vehículos. Son destinos, asegura, «apetecibles en cualquier época del año y la gente que va, gasta». algo en lo que coincide José Manuel Jurado. «Con una autocaravana puedes visitar esos pueblos pequeñitos de interior, ir a comprar a ese taller que elabora quesos artesanos... y quedarte a dormir sin necesidad de poner un ladrillo. Es un tipo de turismo muy positivo», concluye.
Un centenar de visitantes, procedentes sobre todo de las provincias de Andalucía, aunque también acudieron de Castilla-La Mancha, Madrid o Alicante, disfrutaron de los recursos gastronómicos y naturales que ofrece la ciudad Patrimonio de la Humanidad más pequeña de España. Son los nuevos «embajadores» de Baeza, que no piensa dejar pasar la oportunidad de darse a conocer a través de ellos.
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