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El hijo de Manuel y Ana, que nació en Montoro (Córdoba) en 1948 y vivía en Arganda del Rey en Madrid pidió, a través de su abogada defensora, la absolución. Darle un martillazo en la cabeza por la espalda a su pareja María José P. ... D. debía ser considerado por el jurado un «delito de lesiones con empleo de medio peligroso», al no pretender, dijo, cometer un asesinato, como sostenía la acusación.
Sin antecedentes penales, Gaspar O. C. mantuvo en el juicio que luego de golpearla, la ató y envolvió su cabeza en una bolsa plástica apretada con cinta adhesiva porque creía que ya estaba muerta. Pero María José seguía viva, aunque inconsciente, por lo que la causa de la muerte fue la asfixia mecánica, y no el golpe.
Ese «error» de apreciación entre lo vivo y lo muerto, según Gaspar, fue cometido por un «trastorno mental transitorio» y debía ser considerado un «homicidio por imprudencia». En prisión preventiva desde que el cadáver de ella apareció flotando en un pantano, se enfrentaba a una petición del Ministerio Fiscal de 25 años de prisión.
«Legítima defensa», dijo Gaspar en la Sección 27 de la Audiencia Provincial de Madrid, órgano especializado en asuntos de Violencia Sobre la Mujer, que le ha sentenciado hoy a 22 años y medio de cárcel, aunque el criterio de su defensora fuera la liberación inmediata, al haber cumplido más de un año de cárcel.
En su domicilio la tarde el 11 de octubre de 2018, María José y Gaspar estaban juntos en su casa común en Arganda del Rey, en la comunidad de Madrid. En algún momento no determinado, él atacó con un martillo a la mujer. Un golpe en la parte posterior de la cabeza, que la hizo caer boca abajo sin conocimiento.
El hombre la ató de pies y manos en los tobillos y las muñecas con una cuerda de tender ropa. Luego tapó su cabeza con una bolsa de basura y se la ató con cinta adhesiva, según se lee en la sentencia. Tan fuerte apretó que le desvió el tabique nasal. La compresión de las vías respiratorias causó su muerte.
Después de limpiar la casa y dejar su teléfono móvil allí, Gaspar la cargó hasta su Opel y condujo varias horas hasta Córdoba. Ahí, cerca de su pueblo natal, había un pantano, El Arenoso. Se dirigió hasta el paraje de La Loma del Barco, metió una roca de cinco kilos dentro de la ropa que cubría el cadáver, y lo arrojó a las aguas. Luego volvió a su domicilio y denunció la desaparición de María José.
Ocho días más tarde se encontró el cadáver. Al ser interrogado por la Guardia Civil, el hombre confesó y ratificó su culpabilidad ante un primer juzgado. Más tarde cambiaría de versión. Había actuado movido por el «estrés» que le causaba el alcoholismo de María José. Ella lo había atacado primero con un cuchillo, aseguró pero no pudo demostrarlo.
El veredicto de un jurado popular, reunido el 10 de julio, comprobó, con los informes de la autopsia entre otras pruebas, que la versión del acusado era falsa y determinó que Gaspar O. C. era culpable de un delito de asesinato cualificado por alevosía con la agravante de parentesco. Descartó la agravante de maltrato machista después de escuchar a las hijas de la víctima, que mantuvieron que la mujer no temía al marido y que él incluso la consentía. La Audiencia Provincial de Madrid ha fijado la pena de 22 años, seis meses y un día de prisión por los actos de aquella noche.
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