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Álvaro Prieto llegó apurado a Santa Justa. Su tren Avant con destino a Córdoba salía a las 7.35 horas y a él se le hizo tarde en la discoteca Theatre, donde había pasado la noche de fiesta con unos amigos. A las 7.22 ... horas envió a su madre el que, a la postre, sería su último mensaje: «Voy para la parada». Cuando su familia empezó a echarlo en falta, su móvil ya no emitía señal. Esta es la reconstrucción realizada, a partir de fuentes próximas a la investigación, de lo que le sucedió en la estación hasta que se le perdió la pista. Las únicas versiones con las que cuenta la investigación policial corresponden al personal de Renfe y a otros clientes que fueron testigos de los hechos, aunque faltaría la del propio Álvaro. Son algunas piezas más de un puzle que, a día de hoy, sigue incompleto.
Sobre las ocho de la mañana, el joven acudió al Centro de Servicios de Santa Justa y se dirigió a uno de los mostradores. Allí, informó a la empleada de Renfe de que tenía que coger el tren a Córdoba, pero que no podía exhibir el billete porque lo tenía en formato digital y se había quedado sin batería. Testigos coinciden en que se mostró en todo momento como un chico educado, correcto e incluso tranquilo, aunque ahora les llama la atención que fuese parco en palabras para tratarse de alguien que estaba en apuros y necesitaba ayuda.
La trabajadora vio el modelo de teléfono que tenía Álvaro y comprobó que era de la misma marca que utilizaba ella, así que le ofreció su propio cargador. Al parecer, el joven lo rechazó y manifestó: «Creo que el móvil no funciona». No aclaró qué le sucedía, si se le había caído o se había averiado, pero dio a entender que se le había roto. Y eso sería novedoso, ya que explicaría por qué a Álvaro no le valía simplemente con encontrar un cargador. Sin acceso a su terminal, no podía utilizar el billete, la tarjeta de crédito ni avisar a alguien, salvo que recordara su número de memoria.
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La empleada trató de encontrar el billete del joven en su base de datos por si era posible cambiarlo. Lo buscó por su nombre y también por su correo electrónico, sin éxito. Al final, a instancia del propio Álvaro, consultó en el ordenador utilizando el e-mail del padre y, esta vez sí, localizó los billetes de ida y vuelta. Entonces, le informó de que su tren hacía bastante rato que había salido y le indicó que el siguiente que efectuaba salida desde Santa Justa era un AVE con destino a Barcelona que también hacía parada en Córdoba. La empleada de Renfe le invitó a que se dirigiera a la taquilla y sacara otro billete para ese tren, que le podría costar, según le dijo, unos 40 euros.
El joven, según los testimonios recabados, «cogió su cartera», se marchó del centro de servicios y acudió a las taquillas de venta de billetes. Allí contó que quería coger el siguiente AVE con destino a Córdoba. Álvaro mostró una tarjeta Renfe de cercanías, una TSC (tarjeta sin contactless), y el empleado de Renfe le aclaró que esa no servía para pagar. Él explicó que tenía una tarjeta de crédito, pero que era virtual y, por tanto, la tenía en el teléfono, que se le había desconectado. En la ventanilla le indicaron que buscara un cargador y que utilizara cualquiera de los enchufes que hay en la estación. Álvaro se dio media vuelta y se marchó.
A partir de ahí, inició un recorrido errático que conduciría a su muerte. Según las fuentes, el joven se dirigió a la zona de los andenes, bajó por una rampa lateral y cruzó las vías para llegar hasta el AVE que en unos minutos tenía prevista la salida con destino a Barcelona, y con parada en Córdoba. Aunque llegó a colarse dentro de uno de los vagones, los vigilantes de Adif se percataron del momento en que cruzaba las vías y lo interceptaron en el convoy, del que fue desalojado (al parecer, no de la estación, que es un lugar público).
Tras ello, Álvaro salió de Santa Justa -las cámaras lo captaron abandonando la estación sobre las 9.30 horas- y se dirigió hacia una vía de servicio que puede estar, según las fuentes consultadas, a algo menos de 500 metros de distancia, en un lugar donde se ubican unas oficinas de empresas que trabajan con Renfe. Al parecer, por ahí intentó colarse nuevamente en las vías, aunque esta vez fueron unos trabajadores quienes, al verlo, le llamaron la atención. El joven alegó que se había perdido y que estaba buscando la estación.
Los horarios, a priori, serían congruentes con los testimonios de los testigos. Un hombre que había salido a pasear con su perro lo sitúa -supuestamente, tras ese intento- en una zona situada aproximadamente a un kilómetro, ya en la barriada de Las Huertas, en la misma dirección: Córdoba. Según manifestó, lo vio meterse detrás de una tapia que separa la calle de las vías y pensó que iba a orinar. No le dio mayor importancia hasta que, horas después, vio la foto de Álvaro en todos los informativos.
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