Lydia Mouta: «Él se ahorcó y yo sigo la lucha sola»

Pasó por varios centros de menores de Madrid y Vigo y recompuso su vida en Bizkaia. Ahora quiere lograr ser la madre de acogida de los tres hijos de su pareja, que se suicidó en 2020

Lunes, 28 de marzo 2022, 00:09

«A mi madre la detuvieron por narcotráfico. Ella y mi padre estaban separados. Nos llevó a mi hermana y a mí a Málaga y después a Guadalajara. Ahí subimos a un coche pequeño y blanco. Los fardos iban debajo de mi culo. Yo no ... sabía qué era eso. Tenía seis años. Yo nací en 1982. Hubo un control en la carretera. Nos pararon. Nos metieron a todos juntos en una sala, ahí dormimos y cominos. Al día siguiente nos separaron. A mí y a mi hermana a un centro de monjas, en Madrid. Ahí nos separaron. Ella era un bebé y yo me escapaba para verla. Eso me causó complicaciones.

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»Cuando localizaron a mi padre, en Galicia, habló con los asistentes sociales. Primero sólo nos podía ver los fines de semana en el centro. No había punto de encuentro ni salíamos a la calle. Fue eterno y no sé cuánto tiempo duró. Un año quizás. Hasta que pudimos irnos con él a Cambados. Era pescador. Antes fue contrabandista.

Regreso a Galicia

»Con mi padre, vivíamos en una fábrica de hielo y pescados. Una marea roja le dejó sin trabajo y nos echaron de allí. Mientras estuvimos en la casa no pasábamos hambre. Cuando él se quedó en la calle viviendo y yo entré en un internado en Vigo de los servicios sociales, el Santísima Trinidad, por propia voluntad. Cuando mi padre empezó a trabajar, no me dejaron volver con él.

»Me echaron del internado con una compañera. A la calle. La policía nos trasladó a un reformatorio de Pontevedra, el Príncipe Felipe. Yo tenía 13 años. Estuve poco tiempo. Al salir, volví con mi madre, que estaba en Madrid. A las dos o tres semanas, ella me abandonó legalmente, renunció a mi custodia. Mi madre también fue niña tutelada, me lo dijo hace muchísimos años. Me tuvo cuando tenía 17 años. Volví al primer centro de monjas en el que había estado, en Madrid.

»Ese mismo año me trasladaron a otro centro de monjas, en Oblatas, Vigo, porque mi padre estaba en Galicia. Él realmente nunca me abandonó. Mi padre desapareció en el mar en 2004. El de Oblatas fue el mejor centro donde he estado. Estuve entre 1996 y 1999. Al salir me ayudaron a buscar piso, y comencé a trabajar en Alcampo mientras sacaba el cuarto de la ESO. Entré en un piso en Villagarcía de Arosa, en 2007, del que me desahuciaron cinco años después. No tenía trabajo, vivía en el coche, comía en Cáritas.

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El amor en Basauri

»En 2012 me fui a Basauri. Conocí a Borja, que tenía 34 años y había regresado después de vivir en Valencia. Tenía tres hijos. Estaba separado y tenía orden de alejamiento de su anterior pareja, una mujer que había renunciado a la custodia de los niños. Él llegó a vivir con su hermana pero ella, después de acogerlo, llamó a la policía, cuando él amenazó con suicidarse. Los tres niños fueron declarados en situación de desamparo. Primero los llevaron a Valencia, después, en 2017, de vuelta a Bizkaia. a un centro de menores en Ugao. Borja logró el régimen de visitas. En la tutela, los niños lo pasaron mal. Sobre todo el mayor, de siete años. Mi hijo llegó de Valencia con comportamientos destructivos, pero con nosotros siempre se comportó bien.

»En 2018 el Servicio de Infancia comenzó el 'plan de reintegración' con nosotros. Los recuperamos en diciembre, por reunificación familiar. Borja y yo ya teníamos un año juntos. En mayo de 2019, me enteré que estaba embarazada. De alto riesgo. (Ese mismo mes la educadora social advierte «rigidez» por parte de Lydia y «actitud evasiva» de Borja, entre otras acusaciones).

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»En noviembre de 2019 ingresé en la UCI por una triple neumonía (estuvo en el Hospital de Las Cruces en la planta de Neumonía). Mi hijo nació en diciembre. En enero pedimos la vuelta del psicólogo para el niño mayor y hablamos con los servicios sociales. Fui a visitar a mi madre, en Cáceres para presentarle a mi hijo y Borja se quedó con los otros tres niños. Estaba allá cuando empezó el confinamiento, que tuve que pasar en casa de mi madre. Y nos hundió a todos. (En marzo de 2020 los servicios sociales vuelven a declarar a los niños en «desamparo» por diversos «factores de riesgo», como «negligencia y maltrato»).

Pandemia y riesgo

»El día del padre de 2020 se llevaron a los niños, en plena cuarentena. No le dieron ningún papel. Él se derrumbó. Nos acusaron de todo. (A los tres niños los incomunican y acusan a los padres de «no controlar sus emociones» y «mandar mensajes confusos» en las conversaciones telefónicas. Al mayor le separan de sus hermanos y le envían a otro centro). En agosto tuvimos la primera cita con la asistenta social. Pedimos el expediente, contratamos un abogado. Nos amenazaron con poner a los hijos en acogida o adopción. Nos pusieron visitas cada 15 días, pero solían cancelar una de ellas.

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»Él se ahorcó un día que teníamos que visitar a los niños, el 12 de diciembre. Llovía. Yo me quedé en casa y él salió a comprar cuatro cosas que faltaban y recoger la tarta de la niña que cumplía años. Él subió, y yo bajé a tomarme un café rápido. No tardé tanto. Entré en casa, no lo vi, fui a la habitación y le dije a mi bebé: dónde está tu papá. Estaba ahorcado en el pasillo. Cuando encendí al luz, lo vi colgado. Un vecino me ayudó a descolgarlo. Todavía estaba vivo. Le dije que se había olvidado de los niños. Llegaron los servicios de emergencia y no pudieron hacer nada.

Luchar en soledad

»He seguido la lucha sola. Para recuperar a nuestros tres niños. Todo nuestro dinero ahorrado se lo pagamos a un abogado porque teníamos un juicio, que canceló la Diputación de Bizkaia porque no me mencionaba a mí en el proceso. No me dejaban ver a los niños y conseguí visitas a nombre de mi hijo (Los servicios sociales sólo les dejan estar juntos una hora al mes). Como es menor puedo ir con él. Si no, no me dejarían verlos.

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»Usan mi expediente en mi contra (en el expediente esgrimen sus «historias personales de desprotección» como uno de los puntos en contra) y me han denegado el acogimiento familiar, a pesar de que tengo varios contratos de trabajo (en agosto de 2021 la asistente social mantuvo que era «no adecuada»). Mi petición de acogimiento familiar ahora está en los juzgados. (Son varios los recursos de «oposición» que ha incoado, entre ellos el de un régimen de visitas más amplio). Pero el juicio, que iba a ser este mes, lo han pasado a septiembre. Mientras, hago el curso de madre de acogida, que empecé la semana pasada».

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