Mariana Astiz
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Mariana Astiz
Tenemos un reloj que mide los pasos que damos (10.000 es la recomendación de la OMS), otro que contabiliza las horas de sueño y las calorías que ingerimos, otro que da la hora. Muchos relojes... Pero el nuestro, el biológico, lo tenemos desfasado. Si ... estuviese en hora, al anochecer haría sonar la alarma: 'Son las nueve, hora de dormir', aunque sea el rato de las últimas cañas, de las series de Netflix o de revisar las redes sociales. «Hay animales capaces de ver en la oscuridad que tienen su fase activa por la noche. Pero nosotros no, y es por algo. Estamos preparados para 'funcionar' de día y es entonces cuando mejoran nuestras capacidades cognitivas, la absorción de los nutrientes... El problema es que llevamos un estilo de vida 24/7 para el que no estamos biológicamente preparados», explica Mariana Astiz, bioquímica e investigadora Ikerbasque.
Lidera el grupo de investigación en fisiología circadiana en el centro vasco de neurociencias Achucarro y predica con un mensaje que cuesta que cale porque nos obligaría a una severa revisión de la vida moderna. «Cuando oscurece deberíamos acostarnos. Y nada de mirar el móvil antes de ir a la cama, consultarlo de madrugada o dejarlo con sonido. Porque son señales que confunden al organismo». Ahora que estamos en plena adaptación a la rutina, hay que ajustar el reloj interno. Más que nunca.
– Estudiar de madrugada, levantarse a las cinco de la mañana para salir a correr, trasnochar en los bares... ¿Vivimos al revés de lo que dicta la naturaleza?
– Sí. No es bueno estudiar por la noche porque a esas horas estamos programados para estar cansados y tampoco es bueno que los adolescentes se tengan que levantar a las siete de la mañana para ir a clase porque cognitivamente funcionan más tarde. Hay países que han retrasado la entrada a los institutos de las ocho a las diez de la mañana y el resultado académico ha mejorado.
– Así que a los adolescentes, mejor les ponemos el examen a las once que a las ocho.
– Sin duda. Pero lo hacemos al revés. Los chavales tiene que madrugar para adaptarse a los horarios de los adultos. Si tengo que entrar a trabajar antes, ¿qué hago con los niños?
– ¿Qué más hacemos mal?
– Levantarnos a las tantas el fin de semana. Si de lunes a viernes te despiertas a las siete y el sábado duermes hasta las once, desarrollas 'jet lag' social. Por eso nos cuesta tanto arrancar el lunes.
– Convénzanos de ponernos el despertador el domingo.
– Podemos levantarnos una o dos horas más tarde que entre semana, pero no cuatro.
– ¿Qué hay del trabajo a turnos? Eso sí parece a todas luces ir a contracorriente.
– Por cada hora que movemos nuestras rutinas el cuerpo necesita un día para adaptarse. Eso significa que cuando yo vuelo a Argentina, como hay cinco horas de diferencia con España, tardo cinco días en adaptarme. Imagina ahora el efecto en una persona que trabaja una semana de mañana y a la siguiente va de tarde y a la otra entra de noche. Cada cambio de turno implica empezar a trabajar seis o siete horas más tarde que la semana anterior, con lo que el cuerpo necesita seis o siete días para acostumbrarse. Y, justo cuando se acaba de adaptar, otra vez cambio de turno.
– ¿Ayudaría trabajar a turnos en periodos mensuales o bimensuales más que semanales?
– Totalmente. Habrá una razón para que los turnos sean semanales pero, desde luego, esa razón no es conservar la salud.
– Hay quien se levanta a las cuatro o cinco de la madrugada por gusto, los 'supermadrugadores'.
– Si lo hacen siempre no es malo porque el cuerpo se acostumbra. Normalmente, el organismo empieza a prepararse y a fabricar ciertas hormonas una hora antes de levantarse, así que si te levantas a diario a las cuatro, ese proceso comienza a las tres. De todos modos, levantarse cuando aún quedan varias horas de oscuridad, que es lo que sucede en algunas épocas del año en los países nórdicos, puede provocar un síndrome llamado 'depresión estacional'. Se debe a esas noches tan largas y también a la poca intensidad de la luz durante las horas del día. Es como si el cuerpo creyera que todo el tiempo es de noche.
– Todavía es de día a las nueve de la noche y en verano hasta a las diez. ¿Cómo nos afecta?
– No tanto como se cree, porque aunque haya luz a las nueve de la noche, esa luz del atardecer no es como la del amanecer. Por la mañana, la luz tiene más contenido de azul, que activa, como la luz de los móviles. La luz de la tarde, sin embargo, tiene más rojo, que no activa como el azul. El cuerpo distingue ambas luces.
– Y la temperatura, ¿qué papel juega en este reloj interno?
– Mucha. Aunque varía poco a lo largo del día, el pico más bajo está a las cuatro de la mañana, y a las cuatro de la tarde el más alto.
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