Borrar
José Ignacio López de Maturana, Miguel Ángel Sáenz de Villaverde y Luis Eduardo Ruiz, retratados en la capilla del seminario de Vitoria. Igor Aizpuru
De abogado, arquitecto y periodista a curas a los 50
Vocaciones tardías en Álava

De abogado, arquitecto y periodista a curas a los 50

A José Ignacio, Miguel Ángel y Luis la 'llamada' les llegó cuando ya tenían la vida hecha, con carreras de éxito... que no les terminaban de llenar. «Ahora todos me dicen que me ven feliz de verdad»

Jueves, 7 de diciembre 2023, 12:31

A esa edad, lo suyo es aprovechar un descuido de tus padres para trepar a lo más alto de la alacena de la cocina y zamparte a hurtadillas unas campurrianas. Quizás para husmear en esa estantería de libros vetados o para rebuscar en ese fondo del armario donde se guardaban aquellas VHS con las que más de uno mandó al garete la inocencia con tan solo echarle un vistazo a las carátulas. José Ignacio, no. Cuando se sabía solo en casa, a él le daba por jugar a ser cura. «Alguna vez que otra mis padres me sorprendieron imaginando que oficiaba una misa», reconoce algo azorado. Y aún así, a pesar de todas las señales, tan -pero que tan- evidentes, no se puede decir que a él la vocación le llegara a su más tierna infancia, qué va. Más bien todo lo contrario. No tomó la decisión de entrar en el seminario para convertirse en sacerdote hasta mucho más tarde, cuando acariciaba los 50 con las yemas de los dedos y después de media vida entregado en cuerpo y alma... a la abogacía.

Cambió la corbata y la toga por el alzacuellos y la sotana. José Ignacio López de Maturana, abogado de espíritu y profesión, tiene 53 años y está a punto de ser ordenado sacerdote. «Si Dios quiere, será mañana mismo (día de la Inmaculada Concepción), en la Catedral Nueva», anuncia, tan nervioso como orgulloso. Hace cinco años, ya con 48 a las espaldas, entró en el seminario diocesano de Vitoria. La suya fue una vocación tardía, sí. Pero no tan exótica como, a priori pueda parecer. Como él, Miguel Ángel y Luis también decidieron emprender ese camino tan inescrutable, tan empinado y empedrado, que es el del sacerdocio cuando ya tenían la vida hecha.

José Ignacio López de Maturana nació, vivió y se educó en el seno de una familia de hondas convicciones religiosas. «Estudié en San Viator, siempre he estado en grupos de catequesis... y supongo que eso imprime carácter», reconoce. No oculta que esa idea, algo etérea, de entregar su vida al sacerdocio siempre le acompañó, de adolescente y también más tarde, en ese momento tan confuso en el que uno tiene que decidir a qué va a dedicarse, a qué va a consagrar su vida. Ahí vivió un primer gran 'tour de force'. «Era y sigo siendo un apasionado de la justicia», cuenta. Así que, entonces, en lugar de entrar en el seminario, decidió seguir al resto y acceder a la universidad. Estudió Derecho en San Sebastián, aunque siempre con «sentimientos encontrados».

Él se ha entregado durante tres lustros a la práctica jurídica, ha llevado casos complejos, que le han hecho escarbar en lo más hondo y, a ratos oscuro, de la condición humana. José Ignacio es tan conocidísimo en el Palacio de Justicia como en el ecosistema católico de Vitoria: habitual de las parroquias, de los grupos de oración, de las cofradías... «La verdad es que poca gente se sorprendió al enterarse de mi cambio de vida, para mi familia fue un auténtica alegría y me he visto muy respaldado por mis amigos. Ahora me dicen que me ven feliz de verdad», descubre.

Miguel Ángel Sáenz de Villaverde es un tipo grande, con hechuras de boxeador bonachón. La suya también es una de esas trayectorias profesionales de éxito incontestable. A tiralíneas de esfuerzo y tesón trazó una carrera de prestigio en el complejo mundo de la arquitectura. Entró en un estudio de urbanismo en Alemania, trabajó en firmas internacionales que le llevaron por medio mundo... Y, sin embargo, todo aquello no le terminaba de llenar. Hasta que algo le hizo 'clack'. Pero en el sentido más doloroso y literal. «Tuve dos hernias que me obligaron a parar en seco, con una convalecencia muy dura, en la que me retorcía de dolor y siempre estuve acompañado de mi madre», recuerda.

«Católica, apostólica y romana»

Al igual que José Ignacio, él también vivió la religiosidad muy de cerca, «estudié en Marianistas y la mía siempre ha sido una familia católica, apostólica y romana», se sonríe. Sin embargo, Miguel Ángel tuvo «una época rebelde» en la que se distanció casi por completo de la religión. «Hasta que cambió algo en mí. Llegó un momento en que empecé a repensar toda mi vida», reconoce con esa voz grave suya, de tono sereno... tan de sacerdote. Pero todavía le queda camino por recorrer para convertirse en el padre Miguel Ángel. Con 53 años, está en el último curso del seminario. Y no oculta que, al principio, le fue complicado someterse a la rutina que marca la vida en el centro religioso, «volver a estudiar, dejar tu vida, tener horarios... Es difícil y de cuando en cuando, todavía hay días en los que, al despertar le digo al Señor: '¿tú estás seguro de esto?'», se confiesa. Con todo, esas pequeñas dudas enseguida se le disipan. «Siempre digo que esta es una decisión de valientes, ¿cuánta gente que no es feliz nunca llega a tener los arrestos para cambiar de vida?», apostilla

Luis Eduardo Ruiz es de los que también demostró ese arrojo. A este periodista colombiano también en la cincuentena la vocación le llegó «de la manera más natural», justo durante la pandemia, en ese momento en que, quien más quien menos, se replanteó su vida. «Creo que siempre hay un detonante y el mío fue el covid, un momento en que todos buscamos respuestas, buscamos el sentido de todo y yo lo hice en la espiritualidad», reconoce. Junto a él, Miguel Ángel y José Ignacio demuestran que en los últimos años, «el perfil vocacional ha cambiado mucho». «Esa idea del joven que llega tan temprano con 18 años al seminario con las ideas muy claras es cada vez menos común», razonan. Todo apunta a que serán ellos, hombres hechos y derechos, los que encarnen la idea del nuevo seminarista.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

larioja De abogado, arquitecto y periodista a curas a los 50