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Nevadas históricas, fríos intensos, calores nunca vistos, récord de lluvias... en 2021 se ha hablado (y escrito) mucho sobre el tiempo, como bien saben los 1.200 empleados de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Su portavoz, Rubén del Campo (Pamplona 44 años), confirma que ... ha sido un año de extremos meteorológicos. Licenciado en Biología y técnico de Meteorología, Del Campo, que trabaja en la Aemet desde 2009, cree que los españoles somos cada vez más conscientes de la influencia del cambio climático en la meteorología.
–La nieve de Filomena, la posterior ola de frío, la ola de calor del verano, el récord de lluvias en algunos puntos de la península, las inundaciones... ¡vaya año!
–2021 se ha comportado de una manera atípica en cuanto a registros extremos: algunas capitales como Teruel o Toledo han batido el mismo año sus récords de frío y de calor. El mes de enero vivió su primera quincena más fría desde que hay registros y su segunda quincena fue la más cálida de toda la serie. Pasamos de -25ºC en la ola de frío posterior a Filomena a 30ºC, todo ello en dos semanas. Con las precipitaciones ha ocurrido algo similar; si bien no es extraño que en España episodios de sequía intensa vengan seguidos de situaciones con lluvias torrenciales. Este otoño ha sido paradigmático en ese sentido: en su conjunto ha sido seco, pero tres o cuatro situaciones han dejado mucha lluvia e incluso problemas por inundaciones o desbordamientos.
–¿Cómo define 2021?
–Ha sido un año de extremos meteorológicos. En su conjunto, lo más probable es que acabe siendo cálido y muy seco, uno de los cuatro o cinco más secos del siglo XXI. Pero dentro de esos datos hay una gran variabilidad de temperaturas. La ola de frío posterior a Filomena fue la más intensa desde 2001 y en agosto tuvimos una ola de calor extrema en la que Montoro, en Córdoba, alcanzó 47,4ºC, la temperatura más alta medida en España de manera confiable. Algo similar ha sucedido con las lluvias.
–¿Qué le ha sorprendido?
–El episodio de nevadas asociado a la borrasca Filomena fue sorprendente por varias razones: la primera, porque a pesar de tratarse de un fenómeno extremo de nevadas, muy difíciles de predecir, fue bien pronosticado por los modelos matemáticos de predicción desde varios días antes; en segundo lugar, por la propia intensidad del fenómeno: casi medio metro de nieve en la ciudad de Madrid tiene muy pocos precedentes en los últimos cien años, y en otras zonas más acostumbradas a la nieve, como el entorno del sistema Ibérico, hacía al menos cincuenta años que no caía una nevada similar. La ola de frío posterior, debida en buena medida a la presencia de una gruesa capa de nieve en el suelo, no puede calificarse de insólita, porque en el siglo XX se produjeron olas de frío similares, pero lo cierto es que, de alguna manera, nos habíamos 'desacostumbrado' a unas olas de frío tan potentes, pues desde 2001 no había una situación invernal tan intensa y algunas de las temperaturas alcanzadas no se veían desde los años 60 del siglo pasado.
–Otra Filomena es poco probable, pero tampoco se descarta, ¿es cada vez más complicado pronosticar los fenómenos extremos?
–Los fenómenos extremos, por su propia naturaleza, son más complicados de predecir que las situaciones habituales de un clima determinado. No obstante, tanto el episodio de nevadas de Filomena como la ola de calor de agosto fueron razonablemente bien previstos. Otras situaciones, como las provocadas por las danas, ponen siempre en más aprietos a los modelos de predicción. Las zonas donde exactamente va a llover de manera más torrencial son difíciles de determinar.
–¿Le han sorprendido las últimas inundaciones en zonas del País Vasco, Navarra y Aragón?
–Es normal que los otoños sean lluviosos en el Cantábrico y Pirineos, pero no es normal que caiga tanta lluvia en tan poco tiempo: algunas zonas de Euskadi y Navarra recogieron más de 400 litros por metro cuadrado. Y la jornada del 9 de diciembre fue la más lluviosa en el tercio norte de Navarra en los últimos 40 años.
–Atendiendo a las estadísticas, ¿qué se puede avanzar de 2022?
–No es posible realizar un pronóstico que abarque un año completo, ¡ya nos gustaría!, pero si nos fijamos en la tendencia de los últimos años, vamos hacia un clima cada vez más cálido: si incluimos a 2021, los últimos ocho años han registrado en España una temperatura media superior al promedio normal. Es la primera vez que esto ocurre durante ocho años consecutivos. Sobre las precipitaciones, puede haber una tendencia moderadamente descendente en el sur peninsular, donde sí que parece que los períodos secos son más largos. También se empieza a evidenciar que los días con lluvias torrenciales son más frecuentes y violentos en el área mediterránea.
–¿Somos conscientes de que detrás de una prolongada sequía o de una dana está el cambio climático?
–Somos cada vez más conscientes de que el clima ha cambiado, de que las temperaturas han subido y el calor es más extremo. En cuanto a las lluvias intensas, cabe decir que siempre ha habido inundaciones y las seguirá habiendo, con el agravante de que en los últimos años quizás no hemos sido completamente conscientes del riesgo y nos exponemos a él con construcciones en zonas inundables.
–Este año hemos visto de todo, incluyendo terremotos y volcanes en erupción, que aunque no tengan que ver con la meteorología son fenómenos geológicos…. ¿qué le falta por ver a un observador como usted?
–Me faltan muchas cosas por ver, como auroras polares, tornados, etc. Eso, a nivel personal. Como sociedad, parecía que teníamos todo visto, todo controlado, pero una pandemia cambió nuestras vidas hace ya dos años. Ahora que somos tan dependientes de los dispositivos electrónicos, ¿veremos una gran disrupción provocada por una fuerte tormenta solar en el futuro?
–En 2021 hemos sido conscientes de cómo el tiempo puede influir en la factura de la luz. Si hay viento o si hay pantanos más llenos, la electricidad será más barata. ¿Puede hacer alguna reflexión en este sentido?
–Está claro que el tiempo influye no solo en la demanda de energía, sino también en la oferta. Por eso, los servicios meteorológicos (incluida Aemet) trabajan en proyectos de optimización de los modelos de predicción para orientarlos al sector energético y poder gestionar mejor la oferta y demanda, aspecto que cobra mayor importancia en la transición ecológica en la que nos encontramos inmersos.
–Usted es un gran divulgador de la meteorología, también en el sentido de que la explica muy bien. ¿Cree que debería estar más presente en los colegios?
–Siempre se puede hablar más del tiempo en los colegios, por supuesto. Pero antes de la pandemia recibíamos visitas de centros escolares en la sede central de Aemet, y en la medida de las posibilidades, se siguen realizando en algunos observatorios meteorológicos pertenecientes a la Agencia. Yo mismo he participado en charlas en colegios e institutos, y realmente se trata de una experiencia muy enriquecedora para alumnos, profesores y ponentes. También me consta que en determinados centros educativos cuentan con estaciones meteorológicas para que los alumnos anoten los datos de temperatura, humedad, viento, etc; y que se realizan cursos de formación al profesorado en materias relacionadas con el cambio climático. Sería bueno que todas estas actividades contasen con los medios suficientes para que adquiriesen carácter permanente y general. Por cierto, la página web de Aemet cuenta con un apartado denominado METEOEDUCA con recursos de ocio y entretenimiento, como cuentos infantiles, juegos educativos, relatos contados por instrumentos meteorológicos, etc, con el objetivo de acercar las ciencias del tiempo y el clima a los más pequeños.
–Una curiosidad... ¿si se encuentra con un hombre (o mujer) del tiempo en el portal de su casa… ¿qué le preguntaría y qué no le preguntaría?
–Los hombres y mujeres del tiempo hablamos mucho entre nosotros, quizás no tanto en el ascensor, pero sí gracias a las aplicaciones de mensajería y, de vez en cuando, compartiendo mesa y mantel. Como es lógico, intentamos desconectar y no hablar demasiado del tiempo, pero también aprovechamos para intercambiar opiniones y experiencias que permitan mejorar nuestro trabajo, que no es otro que el de informar a la sociedad de algo tan cotidiano y tan importante como es el tiempo que nos espera, pero también del reto que supone adaptarnos a los efectos y combatir las causas del cambio climático.
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