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Miriam F. Rúa
Domingo, 25 de junio 2017, 00:25
Cuando Dani recibió su mano fue como estrenar el juguete del año. No se la quitó en todo el día. Y así lleva desde hace un mes, cuando se la implantaron. Es la primera vez que a sus seis años, este chavalín de Badajoz se ... ve dedos en su mano derecha. No son de carne y hueso, pero son los dedos de la mano de su superhéroe favorito, Iron Man. Con unas cuerdas de guitarra, algo de plástico y goma y gracias a la tecnología de una impresora 3D, la asociación ExtreMakers y la empresa extremeña Sirok le han hecho su mejor regalo. Una mano que realmente le da súper poderes: poder beber el colacao del desayuno sin ayuda; poder abrir una puerta, poder lanzar una pelota de tenis, poder pasar las páginas de un cuento.
Daniel Salguero Ramos nació con un muñón en su mano derecha. Su madre Ana Isabel tenía entonces 18 años. Se enteró del problema a los cinco meses del embarazo mientras le hacían una ecografía. «En ese momento me llené de miedos, pensé que se me acababa el mundo». ¿Por qué a mí? ¿por qué a mi hijo? Preguntas inevitables que volvió a repetirse cuando lo contempló por primera vez. «Me quedé en shock».
Ese impacto inicial se fue disipando al compás del esfuerzo de Dani por hacer lo mismo que cualquier niño de su edad. A su lado, una familia que nunca le admitió un no puedo como excusa. «Yo le he enseñado siempre a hacer las cosas por sí mismo, porque enseguida me di cuenta de que podía llevar una vida normal. Eso es lo que siempre he intentado que hiciera», cuenta Ana Isabel.
En lenguaje administrativo, Dani tiene un 45% de discapacidad, un porcentaje que, leído en frío, invita a pensar que convive con unas limitaciones que, en realidad, no experimenta. Sube a los toboganes por la rampa, utiliza su camiseta para comer pipas y gana a la PlayStation a José Antonio, la pareja de su madre y un padre para él.
La falta de dedos en la mano derecha la ha suplido con imaginación. Y eso pese a que, como apunta José Antonio, «el mundo está hecho para los diestros. Los pasamanos, las botoneras, las tijeras todo parece pensado para usarse con la mano derecha».
Dani es zurdo porque no le ha quedado más remedio. De hecho, en el fútbol su pierna buena #-como él la llama- es la derecha. A los cuatro años ingresó en la categoría Zagalín, la más baja de la cantera del Club Deportivo Badajoz, donde juega de delantero. A esa edad empezó a tomar conciencia de que le faltaba parte de su mano derecha. «¿Y yo por qué tengo la mano así, si todos tienen más dedos?». Fue la pregunta que le lanzó a su madre. Ella le contestó sin ambages. «Porque naciste así». Y con una naturalidad pasmosa se dio por satisfecho.
Desde entonces, esta misma respuesta es la que repite como un mantra cada vez que algún niño le espeta eso de ¿qué te ha pasado en la mano? A Dani, le aburre la pregunta, pero, inteligente él, la ha convertido en un salvoconducto para su integración. «Cuando entra por primera vez en un grupo que no conoce, al principio esconde la mano porque sabe que le van a preguntar, pero una vez que responde ya se le olvida completamente. Es un niño muy abierto», cuenta José Antonio.
A Dani no es al único que le incordian con la preguntita de marras. A su madre le sigue indignando que alguien le suelte la coletilla lastimera de pobrecito, cuando explica que su hijo no tiene dedos en su mano derecha. «¿Pobrecito? Pobrecito por qué. Me da mucha rabia, mi hijo puede valerse por sí mismo». Tan convencida estaba de ello que Ana Isabel nunca se planteó que Dani necesitara una prótesis. Al contrario, rehusaba pensar en esa posibilidad, temiendo que darle a su hijo una mano artificial haría que notase más su discapacidad. «Pensaba que poniéndosela podría tener más reparo a la hora de relacionarse», reconoce.
El empujón para cambiar de idea se lo dio José Antonio, que llegó a su vida y a la de Dani hace tres años. Él es quien ejerce de padre, quien ha aficionado al pequeño a las motos, con quien ve películas de superhéroes y por el que Dani se ha vuelto tan presumido que no consiente en salir de casa si la camiseta no combina con el pantalón. Él también es quien un buen día, por internet, vio un vídeo en el que el actor que da vida a Iron Man en las películas, Robert Downey Jr., le regalaba un brazo biónico como el del Hombre de Hierro, a un niño de 7 años. A partir de ese momento, José Antonio empezó a mover hilos hasta llegar a ExtreMakers, la asociación extremeña de aficionados a la tecnología, que de forma altruista se ofreció a hacerle una mano a la carta, con impresión tridimensional y fabricada a su medida. La decisión final de encargar la mano fue del propio niño quien, aunque inicialmente quería una que mezclase las de Iron Man, Hulk y Spiderman, terminó decantándose por la primera. «Seguramente fue la luz, porque Iron Man tiene una en la palma de la mano y eso es lo que más le llamó la atención», dice José Antonio.
En cada prueba de los distintos prototipos que le hicieron en el Parque Científico y Tecnológico de Extremadura, en Badajoz, Dani siempre preguntaba lo mismo: «¿Me la puedo llevar?». Poco a poco su madre fue convenciéndose. La prótesis que le estaban haciendo poco tenía que ver con las ortopédicas del mercado.
Su mano es como la armadura de Iron Man pero con aspecto humano. Es de color rojo y se distingue la forma de cada uno de los dedos y hasta las uñas. Las puntas de los dedos son de color amarillo fosforescente y brillan en la oscuridad. Cinco cuerdas de guitarra cosen cada falange y hacen la función de las articulaciones. La mano va sujeta a su antebrazo con un doble cierre de velcro. Incrustado en su palma tiene un circuito de luces led, que se ilumina cuando se activa presionando el minúsculo botón que le han colocado bajo el dedo índice. De esta forma han logrado imitar el lanzarayos de su superhéroe.
«Alucinó, cuando la vio y nosotros también alucinamos porque nos esperábamos algo más básico, con aspecto más robótico como la mano del vídeo», confiesa José Antonio. Su adaptación en menos de un mes ha sido sorprendente. Ha aprendido a abrir y cerrar la mano tensando y destensando las cuerdas de guitarra, una función que irá perfeccionando conforme gane músculo en su antebrazo, en el que ahora no tiene fuerza. Para eso su terapeuta le ha aconsejado que haga ejercicios con unas pesas ligeras de muñeca. De esta manera y sin apenas darse cuenta, se irá preparando para llevar en un futuro una mano más compleja y quizás también más pesada, en la que ya piensan desde ExtreMakers.
Dani también puede ahora agarrar objetos con las dos manos y lanzarlos con la derecha, movimientos que para él son una hazaña. Por eso se siente un superhéroe, por eso ahora presume de mano.
Recién estrenada, no esperó ni un día para llevarla al colegio. «Quería enseñársela a todo el mundo. Ese día entré con él en clase y sus compañeros le decían que querían una igual, que iban a decir a sus padres que les comprasen una», cuenta su madre. Tal cual ocurrió en su entrenamiento de fútbol: «No habíamos visto nada así y flipamos todos», recuerda Jésica, su entrenadora.
De momento, Dani usa su mano como si fuera un juguete. La coge cuando quiere y la suelta cuando le apetece. «No queremos forzarle a que la tenga todo el día puesta. Yo lo único que quiero es que esté bien con ella», valora Ana Isabel. Para su padrastro, como Dani se refiere a José Antonio, el ingenio es una esperanza para otras familias que tienen hijos con una discapacidad similar.
Dani no es más feliz de lo que era antes de tener su mano de Iron Man, solo es más autónomo. Hasta ahora solo hay una cosa que se le resiste, atarse los cordones, pero seguro que lo conseguirá si se lo propone porque, como repite cada vez que se pone su mano, él es #Iron Man.
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