Alfonso Torices
Jueves, 22 de junio 2017, 16:00
Cáritas y la Fundación Foessa realizaron entre enero y marzo una encuesta en las 17 comunidades autónomas para comprobar los efectos de la crisis económica sobre los hogares españoles y su actual capacidad para afrontar el futuro. El resultado es un informe que muestra una ... radiografía preocupante de la situación del país.
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Constata que la recuperación no ha llegado a la mayoría de las familias, que las capas más desfavorecidas profundizan su exclusión, que la recesión ha agotado el margen de reacción de gran parte de los hogares, y que la mayoría de los españoles ha perdido toda confianza en la política y parecen resignados a un futuro de precariedad.
La conclusión quizás más contundente es que aunque sobre el papel la recesión terminó hace tres años, con un crecimiento continuado del PIB y una reducción paulatina de la altísima tasa de desempleo, siete de cada diez hogares españoles aseguran que no han percibido los efectos de la recuperación económica, pues no notan evolución positiva alguna de sus condiciones de vida.
La ausencia de percepción de mejoras alcanza su culmen en las familias que están bajo el umbral de la pobreza, el colectivo que con más dureza sufrió la crisis, y en el que ni siquiera uno de cada diez (solo el 9%) es consciente de la recuperación. De hecho, la conclusión del informe es que, "cuanto más pobre es el hogar, la recuperación es más reducida, débil e inestable". Los datos, según el secretario general de Cáritas, Sebastián Mora, indican que se ha contenido la extensión de la pobreza, pese que sigue altísima tras la crisis, pero que "la intensidad y la cronicidad se ha intensificado".
La segunda gran constación del estudio es que el 50,1% de los hogares ha diezmado sus ahorros y patrimonio, su "red de seguridad", durante los más de cinco años de crisis y que hasta el 53,7% confiesa que, en este momento, no cuenta con medios suficientes como para poder salir vivo de otro revés económico. Este empeoramiento de la situación con respecto a 2008 lo sufren el 78% de las familias en riesgo de exclusión.
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No se trata de una opinión sino del resultado de chequear hasta 17 indicadores de la situación de los hogares. El 60% de los familias dice que ya no tiene ahorros o que las cantidades son tan pequeñas que no resistirían dos o tres meses sin empleo. El 50% no puede hacer frente a reformas urgentes en su casa y llega con dificultad a fin de mes, y entre el 40% y el 50%, según los casos, tiene problemas para hacer frente a gastos sanitarios y educativos no cubiertos, para mantener sus ingresos y para pagar los recibos.
A esta situación ha llegado la mayoría después de haber exprimido durante la crisis casi todas sus estrategias de ahorro y supervivencia, lo que ha dejado a gran parte sin margen de maniobra ante un posible revés laboral o una nueva recesión. El estudio indica que el 70% de los hogares se privó de comodidades para rebajar las facturas de energía, que en el 40% se aceptó un trabajo mal pagado y en el 29% un empleo sin contrato, y que hasta el 6% de las familias vio marchar al extranjero a uno de sus miembros. Los mismos ajustes los hicieron con los gastos de vivienda. El 15,6% cambió a una casa más barata, el 23% comparte casa con otra persona para poder pagarla y hasta hasta 1,5 millones de hogares (el 8,2%) vieron como retornaba a casa alguno de los hijos por no poder mantener su independencia.
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El perfil de las familias que confiesan una mayor debilidad ante cualquier imprevisto lo componen el 68% de los hogares con menores, el 62% de las familias monoparentales y el 81% de las familias numerosas, grupo en el que también destacan las unidades con un joven de 18 a 30 años o un inmigrante a su cabeza. La mayor estabilidad la reconocen las parejas sin hijos y los cabezas de familia de más de 60 años, con pensión o muy cerca de lograrla.
Cáritas y Foessa han detectado dos elementos que consideran "estructurales", "preocupantes" y una "llamada de atención". El primero, que los españoles parecen haber asumido que vivirán durante mucho tiempo en la precariedad. Las expectativas de vida de aquí a cinco años para el 47% de los encuestados son idénticas y para el 26%, peores. El segundo, el convencimiento de la mayoría de los españoles de que ni la política ni la lucha social son medios útiles para mejorar sus vidas. Para el 75,6% votar no sirve de nada, el 56,9% tiene la misma opinión sobre la utilidad de asociarse, y el 61,2% no tiene confianza alguna en la movilización.
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