A las seis en casa

Pasamos más horas en la oficina que en Francia sin producir más. La prensa anglosajona se ríe de nuestra «siesta de tres horas». Ahora los políticos se mojan con el ‘flextime’ para todos

JULIA FERNÁNDEZ

Miércoles, 6 de abril 2016, 19:04

Tanto si Mariano Rajoy continúa en la presidencia del Gobierno como si le quita el sitio Pedro Sánchez, los horarios laborales podrían sufrir un vuelco en España. El actual jefe del Ejecutivo en funciones se ha comprometido a buscar un acuerdo para lograr una jornada ... de trabajo que finalice a las seis de la tarde, así como a retrasar sesenta minutos la manecilla del reloj lo que marca el meridiano de Greenwich, dos propuestas que también figuran en el pacto del PSOE con Ciudadanos. Rajoy retoma así un tema que dejó guardado en un cajón hace casi dos años, aunque está cosechando muchos aplausos por ello. «Nunca es tarde si la hora es buena», admite bromista José Luis Casero, presidente de Arhoe, la Asociación para la Racionalización de Horarios.

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Esta agrupación es una de las entidades más comprometidas con el cambio. «No se trata de tener más o menos luz, sino de establecer un modelo socioeconómico que nos haga ser un país líder», subraya. «Ahora somos la cuarta economía de Europa, pero los novenos en productividad», añade. Buena culpa de ello la tienen nuestros horarios, que van a la contra de Europa. Mientras aquí estamos desayunando, en París han dejado ya los cruasanes y arrancan la jornada laboral. Y cuando nos vamos a comer, en Estocolmo ya están cerrando la agenda del día siguiente. Estamos más horas en la oficina que nuestros vecinos franceses (41 por 35), pero no obtenemos ningún beneficio.

«Tenemos una serie de hábitos que ya no tienen sentido», apunta Nuria Chinchilla, profesora en IESE Business School. El primero de ellos es vivir en un huso horario que no nos corresponde. En 1942, la Alemania nazi impuso su hora a Francia. Reino Unido y Portugal tomaron la misma decisión por cuestiones tácticas. Y Franco, como gesto de simpatía hacia Hitler. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, Londres y Lisboa volvieron a su hora natural (atrasaron el reloj 60 minutos), pero París y Madrid no. Para nuestros vecinos, esa decisión es bastante lógica porque están situados en el mapa más al este, pero España se encuentra en el meridiano de Greenwich, al igual que Gran Bretaña.

¿Y el 'prime time'?

  • televisión

  • El PP acaba de proponer que el prime time de televisión se adelante y acabe antes de las once de la noche. La medida, «de mucha trascendencia», se adoptaría por consenso, buscando «un acuerdo político amplio para que las cadenas privadas decidan competir por él antes».

  • Un antecedente fallido. No es la primera vez que se intenta. Hace un año, TVE lo adelantó a las 22.00 horas. El Gobierno hizo un llamamiento al resto de cadenas para que lo tuviesen en cuenta, pero cayó en saco roto. Con el tiempo, el ente público ha vuelto a colocarlo a partir de las 22.30 horas y en las cadenas privadas se sitúa en las 22.40 horas.

La sorna inglesa de la siesta

A las nueve y media de la noche, en casa de Cristina Fernández, que vive en Southampton (al sur de Inglaterra), reina la paz más absoluta. «Yo salgo del trabajo a la una de la tarde, justo cuando mi hija de tres años acaba el colegio. Mi marido llega a casa a partir de las cinco y cenamos a eso de las seis». En España, a las siete, cuando esta familia ya ha recogido la mesa, dos de cada diez trabajadores continúan en su puesto. Precisamente, esto es lo que el presidente quiere combatir, aunque a parte de la prensa anglosajona le hace mucha gracia. «España anuncia un plan para eliminar sus famosas siestas de tres horas», titula el sensacionalista Daily Mail. El tabloide aclara en el interior de su información que la jornada laboral española empieza a las nueve de la mañana y se parte «con una siesta-almuerzo que rompe el día».

El Independent es algo más cauto, pero igual de inexacto. Habla de una «disminución de la siesta para acortar la jornada laboral dos horas». Aunque para ilustrar la noticia escoge una fotografía un tanto peculiar: dos corredores de sanfermines durmiendo bajo el sol en un banco, parecida a la del Washington Post, que también echa mano de la guasa. Aunque los británicos, al menos, recuerdan que el origen de esta costumbre está en el campo, cuando los agricultores se retiraban a la fresca ante el calor abrasador de sus tierras a mediodía. Y no andan desencaminados porque la jornada partida española tiene mucho que ver con eso y con el tan necesario pluriempleo del franquismo. «La siesta no encaja en mi horario, pero está guay disponer de tiempo para mí sola o con mi pareja a partir de las ocho», aclara Cristina.

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La racionalización de horarios es un tema que colea desde hace mucho tiempo y en el que se han implicado hasta los actuales Reyes portando sendas pulseras para impulsarlo. En 2012, la presión social obligó al Congreso a crear una subcomisión para que estudiara este asunto. Colaboraron todas las formaciones políticas, independientemente de su color. El resultado fue un «amplio informe» que vio la luz en otoño de 2013 y que recogían las medidas para ser europeos también cuando miramos el reloj.

El Congreso nunca llegó a estudiarlas. El Gobierno de Rajoy las dejó en un cajón, a la espera de tiempos mejores. Las prioridades entonces iban por otro lado: la economía y el empleo. Sin embargo, ahora, cuando la prima de riesgo ha dejado de ser noticia, «por fin ha llegado el momento» de poner de nuevo sobre la mesa el tema. El líder del PP lo hizo a bombo y platillo el sábado en Sevilla. Lourdes Ciuró, miembro por CiU en la famosa subcomisión, se alegra, pero no pierde la perspectiva: «Esta propuesta no va adornada de credibilidad por el momento en que se hace». En todo caso, parece que el cambio va a llegar gobierne quien gobierne.

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¿Será algo radical?

No, tiene que ser progresivo y con una hoja de ruta, como el plan estratégico de una empresa, con un objetivo final y una serie de acciones a desarrollar hasta lograrlo precisa Casero.

Entre estas últimas, además del tema del huso horario, se incluiría el adelanto del prime time en la tele y del último oficio religioso en las parroquias, la flexibilización de los horarios en las empresas, el uso del teletrabajo por días o, incluso, por tramos horarios... También habría que tener en cuenta ciertos incentivos. «Nosotros planteamos un sello de horarios racionales para las empresas que concilian y que dé acceso a algunas ventajas, como una pequeña rebaja en el impuesto de sociedades», subraya el presidente de la Asociación para la Racionalización de Horarios. En España hay unas cuantas firmas que se han subido al carro: La Caixa, Banco Santander, Asefarma...

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Un banco de horas

Eso sí, la primera empresa del Ibex-35 en hacerlo fue la eléctrica Iberdrola en noviembre de 2007. Sus 9.000 empleados pueden entrar desde las siete y cuarto hasta las nueve de la mañana para cumplir con su jornada laboral de 7 horas y 36 minutos. Si suman 15 minutos más de lunes a jueves, el viernes a partir de las dos empezaría su fin de semana. Además, también se han puesto turnos continuos a los colectivos tradicionalmente sujetos a jornada partida. Los resultados hablan por sí solos: la productividad creció en 500.000 horas anuales y se ha reducido un 10% el absentismo y la siniestralidad.

En Alemania se lleva el flextime. «Trabajo 40 horas a la semana y las reparto de lunes a viernes como quiera entre las seis de la mañana y las nueve de la noche. Lo único obligatorio es trabajar un mínimo de cuatro horas al día y un máximo de diez», cuenta Eduardo de las Heras, un ingeniero cántabro que se acaba de mudar a Fráncfort. Allí ha empezado a manejar un concepto nuevo, el del banco de horas. «Yo puedo deberle a la empresa un máximo de 16 y tener un exceso de 40. Una vez que tengo acumuladas 8, puedo pedirme un día libre extra, con un máximo de dos por mes». Este concepto está totalmente reglado en Alemania y aunque es el trabajador el que lo administra, debe fichar para que todo quede registrado y no haya lugar a dudas. Aquí, en España, suena casi a ciencia ficción, pero los políticos están dispuestos a importarlo.

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Hacer unos horarios laborales más flexibles depende también de los empresarios, que asisten a la situación vigilantes. «Están a favor, pero no saben cómo les va a beneficiar. Evidentemente, todos los cambios imponen respeto», explica Ciuró. Tanto la CEOE como las asociaciones empresariales huyen de «medidas generalizadas» y coinciden en que han de ser operarios y patronos quienes lo hablen. «La intervención pública debe alentar y crear las condiciones más favorables para que sean los trabajadores y empleadores quienes apliquen un enfoque más flexible a la organización del trabajo», sentencia Jesús Sáinz, desde el Círculo de Empresarios.

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